Ante la falta de competencia por parte de cualquier profesional de nada sirven las excusas ni las lamentaciones, sean del tipo que sean, aunque la responsabilidad o culpa sea relativamente cosa de otros, o de la propia Administración ─pública o privada, no cambia las cosas─ en general. Sin lugar a dudas contra la incompetencia lo mejor es la formación y entrenamiento ─instrucción y adiestramiento─.
Por supuesto, la competencia depende de la formación ─en tanto en cuanto formar implica «preparar intelectual, moral o profesionalmente a una persona o a un grupo de personas» (DRAE)─ y puede que en muchos casos la formación sea mala y/o insuficiente. Pero ello no impide que cada uno tenga su parte de responsabilidad y culpa en que así sea, muchas veces por mera inacción o falta de actitud proactiva.
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