El 16 de diciembre de 2014 me encontré en facebook con un interesante artículo, que se reproduce más abajo traducido al español, escrito por John Chapman, alias Chappy, con el que su autor pretendía responder a algunas cuestiones relativas a la formación y a los instructores en el combate con armas de fuego. Aunque se haya escrito en un contexto diferente al nuestro, creo que se puede extrapolar perfectamente. Supongo que no son pocos los que se han preguntado alguna vez «qué hago o qué tengo que hacer para estar lo mejor preparado que pueda para hacer frente a cualquier situación táctica». En el caso de las armas de fuego la formación resulta muy importante.
No creo que formarse consista únicamente en coleccionar cursos. Hay algo, o mucho, más que hacer, en forma de adiestramiento, pero supongo que se empieza por saber seleccionar aquellos cursos que mejor se adapten a nuestras necesidades. Otra cuestión sería si hace falta salir de España para recibir formación.
Sin embargo, más importante aún es ser muy cuidadoso a la hora de seleccionar en manos de qué instructor o formador nos ponemos. Un instructor se hace a sí mismo y no basta con un curso de instructor de tiro. Asimismo, existe una diferencia entre experiencia y maestría, de tal modo que la experiencia por sí sola no convierte a nadie en experto, ni mucho menos en instructor. El caso es que no resulta difícil encontrar falsos profetas o doctores liendres, que saben venderse muy bien y son claros ejemplos del efecto Dunning-Kruger.
No parece lógico que alguien sin formación específica ni experiencia profesional alguna respecto a una determinada materia pueda convertirse en un instructor decente en dicha materia. Supongo que se puede ser un instructor decente aunque se carezca de la experiencia profesional adecuada, pero en tal caso dicha carencia será compensada por una abundante formación específica (Tiger McKee, por ejemplo). Difícilmente alguien puede convertirse en un instructor decente si no dispone de experiencia profesional alguna (no ha sido policía, ni militar, ni vigilante de seguridad privada) ni ha recibido la instrucción y adiestramiento adecuadas. Resulta sorprendente que haya quien sea capaz (que los hay), o así nos lo quiera hacer creer (que también los hay), de darle a todos los palos; lo mismo enseña una cosa que otra, como si tuviera todas las especialidades, que podría ser (y lo es, en algunos casos).
Afortunadamente no resulta difícil hacerse una idea de la experiencia profesional y la formación de un determinado instructor. Basta echar un vistazo a su currículum. De tal forma que, antes de ponerte en manos de nadie, verifica su currículum, y muy especialmente la autenticidad del mismo, porque aquel capaz de engañarte con su currículum, afirmando que ha sido o ha hecho lo que no ha sido ni ha hecho, con el ánimo de venderse como buen instructor, ¿qué no es capaz de hacer? ¿qué credibilidad puede tener? ¿qué garantía tienes de que te va a enseñar lo correcto? Y si alguien se las da de místico y no va con su currículum por delante, ¿qué tiene que ocultar? ¿no tiene currículum? ¿no tiene experiencia ni formación? Una vez más, Internet te puede ayudar a conocer más sobre cualquier cosa, incluido cualquier presunto instructor, pero contrasta la fuente.
Por otra parte, un instructor no se convierte en decente solo por su currículum, sino también por su aptitud docente. Además, un buen instructor intenta enseñar siempre las tácticas, técnicas y procedimientos (TTPs) más eficaces, que normalmente serán las TTPs que ofrecen mejores resultados. No solo eso, sino que además dichas TTPs quedarán acreditadas en combate y serán acreditadas por el enemigo, que sufrirá sus consecuencias.
Y todo esto lo digo desde mi ignorancia y dejando bien claro que jamás he asistido a ningún curso «presencial», ni de esos de tiro táctico reactivo defensivo policial dinámico urbano etc., ni de combate con armas de fuego, ni de instructores decentes, ni de instructores indecentes. Casi todo me ha venido dado de leer, escuchar y observar desde la distancia, principalmente gracias a Internet, que pone abundante información al alcance de la mano de cualquiera, desafortunadamente sobre todo en inglés, porque material didáctico en español hay poco y no todo es bueno.
Te dejo con lo que dice John Chapman respecto a cómo formarte a ti mismo.
¿Cómo formarte a ti mismo?
John Chapman. 16 de diciembre de 2014.
Sólo porque me lo preguntasteis:
En mis cursos, hago hincapié en la importancia de varias cosas, pero probablemente las más importantes de todas sean la necesidad de continuar formándote a ti mismo y la necesidad de formarte con varios instructores diferentes.
FÓRMATE A TI MISMO
En mi opinión, no realizamos un curso para convertirnos en expertos en una materia; ningún curso de 2 o 5 días puede alcanzar tal objetivo. Vamos a un curso para 1) adquirir conocimientos sobre diferentes formas de ejecutar técnicas y habilidades, 2) exponernos a diferentes procedimientos, y 3) actuar bajo la atenta mirada, y recibir enseñanzas, de un profesional, con el objetivo de mejorar nuestras habilidades, técnicas y procedimientos.
Cada uno de nosotros tiene unos cometidos diferentes para los que intenta prepararse. Incluso dentro de cada disciplina (policía patrullero, miembro de una unidad especial de policía, militar, portador de arma oculta para defensa personal, preparación para emergencias), los cometidos de cada alumno serán ligeramente diferentes. No dejo de remarcar que para sacarle el máximo partido a tu limitado presupuesto y tiempo de formación, cada curso que realices ha de atender un objetivo de tu plan de formación individual. Obviamente, se entiende que TIENES un plan de formación individual. Un plan de formación constituye la hoja de ruta de tu evolución, y resulta absolutamente fundamental para garantizar que realmente estás consiguiendo algo más que gastar tu dinero para masturbarte en el campo de tiro.
Un plan de formación individual no tiene que ser complicado, pero ha de incluir como mínimo una clara descripción de tus cometidos, las capacidades necesarias para cumplir tus cometidos, los procedimientos necesarios para desarrollar las capacidades, las técnicas necesarias para ejecutar los procedimientos, y las habilidades necesarias para ejecutar cada técnica correctamente. Si quieres que te prepare un plan de formación individual porque eres un vago, mándame un millón de dólares y estaré encantado de prepararte el tuyo.
Una vez tengas ese plan, puedes empezar por el principio: habilidades. Identifica las habilidades que tienes que desarrollar (pistola, fusil, escopeta, tirachinas, estrellas ninja, …, lo que sea), y opta por aquellos cursos de formación que más probablemente atenderán esos objetivos. Cuando ya vayas camino de las habilidades, empieza a identificar cursos sobre técnicas que encajen en tu plan (tácticas con vehículos, curso avanzado para portar un arma oculta, casa de tiro, tácticas de equipo, etc.). No permitas que decaigan tus habilidades, se requiere un mantenimiento en cada nivel. A continuación (muy posiblemente varios años y muchos cursos más tarde) empieza a buscar cursos de procedimientos (CQB, visión nocturna, CQB con vehículos, asaltos a vehículos, rescate de rehenes, etc.). Supongo que ves por dónde voy.
Al planear tu formación de esta forma te aseguras de que mantienes tu «idea general» individual en mente, y de que no desperdicias un tiempo y unos recursos preciosos. Recuerda, TÚ eres el responsable de tu propia formación. Sea lo que sea que te enseñe un determinado instructor en un momento dado sobre su forma de hacer las cosas, llévatelo a casa y adáptalo como mejor se ajuste a ti. Ningún instructor estará contigo para guiarte en tu combate con armas de fuego.
FÓRMATE CON VARIOS INSTRUCTORES DIFERENTES
Dada la amplia variedad de formación individual necesaria para cualquier cometido, serías inteligente si te formaras con una extensa variedad de instructores y escuelas. La diversidad de aportes, incluso en las habilidades básicas, te ayudará a ser más eficiente en tu formación, y te dará cierta perspectiva sobre las complejidades de las múltiples opciones disponibles.
Además, formarte con instructores de diversas procedencias y experiencia te proporcionará algunas ideas interesantes, si prestas atención. Cada uno tendrá sus propias opiniones, basadas en su experiencia personal y en la cultura de la organización de la que haya salido. Todas las culturas profesionales generan un conjunto muy sutil de suposiciones que se basan en la experiencia compartida, y eso puede colarse subconscientemente en la metodología de un instructor. Lo sé por lo que me toca. No es algo malo, pero si el instructor no se da cuenta y lo contrarresta, puede llevarle a guardarse en la cabeza ciertos conocimientos de valor simplemente porque asume (una vez más, subconscientemente) que ya lo sabes.
Yo divido a los profesores de combate con armas de fuego en cuatro grupos fundamentales según su experiencia profesional: 1) Militares, 2) Policías, 3) Híbridos (aquellos que han sido tanto militares como policías), y 4) Civiles. Antes de contarte mis opiniones sobre los diferentes tipos de profesores y en qué destaca cada uno, he de puntualizar que la buena enseñanza en el ámbito del combate con armas de fuego no depende del actual o anterior trabajo del profesor. He recibido cursos de personas que nunca habían sido militares ni policías que constituyeron una formación absolutamente excelente. Un buen ejemplo de ello es Tom Givens, que me enseñó más de lo que pensaba que existía sobre el arte de portar un arma oculta. ¿Fue Tom un combatiente con armas de fuego profesional en el pasado? No. ¿Tiene mucho que ofrecerle a cualquiera que se prepare para la misión de portar un arma oculta? Claro que sí. ¿Lo convierte eso en un profesor de combatientes con armas de fuego? Sí.
[NOTA: sorprendentemente, en el momento de escribir este texto, Chappy no sabía que Tom Givens no solo fue un combatiente con armas de fuego profesional, sino que trabajó durante 25 años como policía y especialista en seguridad antes de formar parte de RangeMaster a tiempo completo en 1996. Esto podría deberse a la modestia del Sr. Givens, por la que podría no haber alardeado de su pasado en sus clases, es decir, que ha convencido a Chappy de su valía sin necesidad de apelar a ningún currículum para impresionar.]
Vayamos a lo que opino sobre estos grupos.
Generalmente los profesores con experiencia militar y en operaciones especiales proceden de una cultura agresiva con unos estándares muy altos, y están acostumbrados a tratar con alumnos suficientemente bien motivados, inteligentes y decididos para continuar su entrenamiento básicamente a tiempo completo. Están acostumbrados a que sus alumnos adquieran muy rápidamente los conceptos y las habilidades físicas, y sus metodologías exigen un grado muy alto de buena forma por parte de sus alumnos. Además los profesores militares también vienen de una cultura ofensiva. En caso de duda atacan. Esa puede ser una gran mentalidad para enseñar, salvo cuando no resulta adecuada para la misión.
Los profesores «militares», según mi experiencia, tienden a hacer un trabajo mucho mejor que profesores con otro tipo de experiencia profesional en lo que se refiere a la formación por el liderazgo. Se sienten muy cómodos (en el sentido de que están acostumbrados a eso) con que las vidas de los hombres que les importan enormemente dependan de lo que les enseñen. Normalmente esto conlleva un estilo de liderazgo mucho más apasionado, que le aporta mucho más al alumno que no un tipo de instructor que sólo manda ejercicios de tiro.
En general, los profesores militares abordan todos los temas del entrenamiento, incluso las técnicas más básicas tales como el manejo del arma, desde una perspectiva de equipo. Ese constituye un gran punto de referencia a tener en cuenta, como alumno, pero no es el único.
Los policías, especialmente los patrulleros, abordan las cosas desde la otra cara de la moneda, al trabajar por si mismos, con ayuda a unos minutos. Además los policías proceden de una cultura mucho más reactiva y regulada. Cada acción que un policía lleva a cabo implica responsabilidades y consecuencias legales. Mientras que los militares se preocupan primero por el cumplimiento de la misión y el bienestar de la unidad, los policías han de preocuparse por el bienestar ciudadano (daños colaterales) y las repercusiones legales para el Estado, el cuerpo, ellos mismos y el malo. En resumen, mientras que la primera prioridad de un militar es aproximarse al enemigo y destruirlo, la primera prioridad de un policía es la seguridad de las partes no implicadas que le rodean.
Esta cultura tan concentrada en la toma de decisiones de los policías tiene su lado bueno y su lado malo. Lo bueno es que los policías toman, de media, al menos dos decisiones en una hora, cualquier de las cuales podría arruinarles la vida o lesionar el bien común. Esto hace que los policías sean profesores normalmente muy muy buenos en tomar decisiones importantes, rápidas y continuas, y, lo que es todavía más importante para nuestros, en enseñarles a otros a hacerlo igual de bien. Lo malo es que los policías tienden a querer analizarlo todo en un proceso A+B=C. Los mejores profesores policías dejan atrás este hábito mentalmente vago y aprenden a enseñar a otros un proceso de toma de decisiones más dinámico basándose en unos principios.
Los profesores policías son buenos en enseñar el uso de la pistola a un gran número de alumnos apáticos. La pistola, tratándose del arma primaria del policía, se lleva la mayor parte de la atención del profesor policía. El que un buen profesor policía pueda coger a un alumno motivado y corregirle rápidamente lo que quiera que sea incorrecto con su tiro, generalmente antes de lo que lo haría un profesor militar, es porque sencillamente tiene infinitamente más experiencia en eso.
Donde los profesores policías suelen quedarse atrás respecto a los profesores militares es en el ámbito de la formación en liderazgo. A los cuerpos de policía les gustan los procesos y las listas de comprobación. A los tipos de las armas de fuego, policías motivados, vagos, o sin formación, nunca se les prepara para dirigir o enseñar, son instructores, que leen uno a uno una lista de ejercicios de tiro y comprueban el rendimiento de los alumnos respecto a un estándar. Este tipo de instructores no tienen marco de referencia para corregir a un alumno lentamente, haciendo uso del método de enseñanza más adecuado para ese tirador en concreto.
En cuanto al profesor híbrido, existe un reducido número de profesores que aglutinan lo mejor de ambos mundos. Han vivido el mundo militar Y el policial. Estos tipos, según mi experiencia, suelen ser los profesores más eficaces para la gran mayoría de alumnos, por obvias razones. Pat Rogers y Paul Howe son los dos mejores ejemplos de este tipo de profesores que recuerde, y ambos ya estarían en el Salón de la Fama de nuestro sector, si tuviéramos uno.
Dicho todo esto, ¿existen profesores militares que realizan un gran trabajo de enseñanza con el alumno que realmente tienen enfrente, le dedican tiempo a conocer la misión del mismo y ajustan su metodología de enseñanza para atender las necesidades del alumno? SI. ¿Existen profesores policías que pueden hacer lo mismo? SI.
Nada de lo que hacemos como profesores en el mundo de las habilidades y las técnicas, seamos militares, policías, o civiles, es tan especializado como para que un gran profesor no pueda enseñar eficazmente fuera de su marco de referencia. Lo hacemos constantemente. Policías y civiles asisten regularmente a los cursos que imparte Kyle Lamb, Mike Pannone, Pat McNamara, Kyle Defoor, o Larry Vickers, y obtienen unos resultados muy buenos, positivos y eficaces. Militares se van regularmente fuera del ámbito militar para recibir formación en habilidades y técnicas, con similares resultados positivos.
Donde entran en juego las pequeñas diferencias es en los cursos a nivel de capacidad y de procedimientos. Sin la experiencia personal de haber vivido el entrenamiento y los despliegues de un soldado de operaciones especiales, ¿cómo puedo yo como policía, sin importar lo buen profesor que sea, captar totalmente la profundas complejidades, cultura y supuestos de ese mundo? No puedo. Lo mismo sucede en el caso contrario.
En conclusión, no creo que el que un profesor proceda del ámbito profesional militar o policial importe realmente en la formación en habilidades y técnicas. Un buen profesor es un buen profesor, y mientras que se dedique a lo suyo podrás aprender muchas buenas lecciones de cada uno de ellos.
Te recomiendo que elabores un plan de entrenamiento, que optes por la formación de calidad basada en tus necesidades y en una progresión lógica, y que mantengas las habilidades que hayas desarrollado.
Tan sólo son mis dos pesos.
En el vídeo How to train yourself [Cómo formarte a ti mismo], John Chapman explica estos mismos conceptos (lamentablemente sólo disponible en inglés.
John Chapman, alias Chappy, es un inspector de Policía retirado del norte de California (EE.UU.) que en la actualidad trabaja como profesional de la seguridad. Además de policía, ha sido responsable de formación, principal instructor de tiro, y responsable de formación y operaciones SWAT. Antes de hacerse policía, John trabajó en el ámbito de la seguridad privada, con contratos de formación y seguridad física en el sector público y en el sector privado. También tiene experiencia en el ámbito de la formación privada, tras su paso por una importante empresa de formación internacional como Director de Formación.John se ha formado con algunos de los mejores instructores del mundo y ha completado con éxito múltiples cursos de formación en el combate con armas de fuego a todos los niveles. Además está certificado como instructor de tiro, instructor de fusil táctico, instructor de municiones no letales e instructor SWAT por la Comisión sobre estándares y formación policial [Commission on Peace Officer Standards and Training (POST)] y el Centro Nacional de Formación Policial [(FLETC)], así como comandante táctico por la Comisión sobre estándares y formación policial (POST).
Chappy fue el presidente de LMS Defense, empresa de formación fundada en 2008, que proporciona una gran variedad de cursos gracias a un exquisito elenco de instructores con experiencia militar, policial y de seguridad privada. También trabaja como Senior Global Support Specialist para Steiner Optics (ver vídeo promocional).
Por otra parte, John Chapman es el protagonista de dos de los títulos de la productora táctica Panteao Productions, en los que aporta sus conocimientos y experiencia como instructor (lamentablemente sólo disponibles en inglés): Make Ready with Chappy: CQB Shooting Fundamentals (tráiler) y Make Ready with Chappy: NVG/IR Skill Builder (tráiler).
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Como decía en el perfil de facebook el otro día:
«No es raro encontrarse con vendedores de motos ‘tácticas’ que nunca han conducido una. Eso no los convierte en malos vendedores. Basta con que sean capaces de convencer a los potenciales compradores de que moto no hay más que una y esa es la que ellos venden.»
Una pista: los concesionarios de motos ‘tácticas’ suelen tener nombres rimbombantes, dos o tres palabras, o más, y una de ellas suele ser «táctico», por ejemplo, El Blog de Tiro Táctico (aunque nosotros no vendemos, que somos gratis).
Otra pista: los concesionarios de motos ‘tácticas’ suelen ser más conocidos por su acrónimo, que mola más, por ejemplo, EBdT2.
Una pista más: los concesionarios de motos ‘tácticas’ y sus clientes suelen ser muy sectarios, o estás con ellos o contra ellos, no se admiten críticas, su moto es la mejor y las demás son una mierda.
Con esas sencillas pistas no te será difícil encontrar muchos concesionarios de motos ‘tácticas’.
Pone a cada persona en su sitio, da pistas sobre qué buscar en un curso, cómo prepararnos en nuestros respectivos trabajos, en qué debemos fijarnos, pero creo que lo difícil y, en eso cada uno debe ser muy crítico, es saber huir de los vende motos y/o vendedores de fantasías.
En nuestro país, opino que hay personal muy preparado, apto y serio para impartir formación, pero también hay «gurús» que han logrado un nombre a base de vender sueños . . . . . . .
El verdadero acierto está en localizarlos, apartarlos (a los vende sueños) y ser realistas con nuestra formación, cosa nada fácil.-