¿Se puede apuntar en un combate con armas de fuego, en una situación de estrés?

Una de las afirmaciones más escuchadas de boca de aquellos que abogan por el tiro dirigido [point shooting] es que «en un combate con armas de fuego no se puede apuntar». Y para argumentar tal afirmación se apoyan en la fisiología, en la anatomía, en la oftalmología, en la óptica y optometría, en la medicina, en la neurociencia, …, no sabemos muy bien dónde encuadrarlo exactamente, digamos en la Ciencia en general.

Cuando alguien nombra la palabra Ciencia, más como excusa que como fuente de conocimiento y experiencia por su parte, puede que sea una pista del caso que hay que hacerle. Sin embargo, puede que no estén equivocados, aunque no por mucho repetir lo que hayan leído en alguna parte ─como hacemos todos, salvo los verdaderos científicos, autores de las investigaciones o datos que repetimos─, van a tener más razón al defender el tiro dirigido [point shooting], porque «en un enfrentamiento armado, o bajo estrés, no se puede apuntar». Sirve de bien poco que te hablen del músculo ciliar, la amígdala, el sistema parasimpático, la adrenalina, y demás, si se escapa a tu entendimiento, aunque pueda ser muy interesante.

Lo que sí importa son los resultados y cuál es la mejor forma de conseguir que sean buenos, es decir, cómo conseguir impactos lo antes posible sobre el blanco, tanto en situaciones de estrés (realidad, o incluso competición), como en situaciones relativamente sin estrés (entrenamiento). Básicamente, la cuestión es cómo y qué entrenar, se pueda o no se pueda «apuntar» bajo estrés. Si no le das a un burro a tres metros en tus entrenamientos, no le vas a dar en la realidad, y lo de «rociar y rezar» no es ningún método. Si entrenando de una forma, consigues mejores resultados después en la realidad, ya lo tienes. Ahí pueden ayudarnos los que entrenando de una forma han conseguido buenos resultados en la realidad.

NOTA: en este artículo se considera tiro dirigido a toda aquella técnica que implique NO utilizar los elementos de puntería, aunque posiblemente no todas constituyan lo que se denomina «point shooting».

Sobre este mismo asunto también puedes leer el artículo¿Realmente puedes utilizar tus elementos de puntería en un combate con armas de fuego? ¿Deberías si puedes?, del Dr. Bill Lewinski, de Force Science Institute.

Antes de buscar una respuesta a la pregunta planteada en el título, quizás lo primero es definir con cierta precisión a qué nos referimos con «apuntar», al afirmar que «bajo estrés no se puede apuntar». Si acudimos a la definición literal del diccionario, apuntar es «señalar con el dedo o de cualquier otra manera hacia sitio u objeto determinado». Por tanto, un arma de fuego siempre se apunta, queriendo o sin querer, consciente o subconscientemente, ya que la boca de fuego siempre señala hacia algún sitio, y da igual que se hable de tiro dirigido [point shooting] o de tiro apuntado [sighted fire]: la boca de fuego de un arma siempre «señala hacia sitio u objeto determinado».

Además, allí donde apunte la boca de fuego irán los disparos, de ahí que la puntería sea uno de los principios básicos del tiro y sea lo que le da sentido a cada disparo. Se dispara para impactar. Y para impactar es imprescindible apuntar. Por lo tanto, siempre hay que apuntar, de una forma u otra. No es que se pueda o no se pueda apuntar, sino que se tiene que apuntar, porque fallar un disparo plantea la posibilidad de poner en peligro a terceros.

En el uso gradual de la fuerza ante una agresión, la Ley (art. 20.5 CP) exige, como es lógico, «que el mal causado no sea mayor que el que se trate de evitar». Afirmar que «en estrés no se puede apuntar» no sirve como excusa para fallar un disparo y ocasionar lesiones, o incluso la muerte, a terceros. Al menos habrá que intentarlo, y eso implica apuntar lo mejor que se pueda para que los impactos vayan donde tienen que ir, sobre la amenaza.

En realidad, a lo que nos referimos con el debate de si se puede o no se puede apuntar, es a si se pueden tomar los elementos de puntería del arma, es decir, si se puede alinear el alza y el punto de mira. No obstante, si en lugar de los elementos de puntería tradicionales, constituidos por el alza y el punto de mira, disponemos de un visor de punto rojo ─o de un visor holográfico─, ¿se pueden tomar entonces los elementos de puntería? En este sentido, para «centrar el tiro» sobre la cuestión planteada en el título, hay que puntualizar que nos referimos a si «se pueden tomar los elementos de puntería, constituidos por el alza y el punto de mira, en un combate con armas de fuego». Vamos a dejar a un lado los visores porque la puntería es relativamente diferente, al no tener que alinear cuatro elementos (ojo, alza, punto de mira, blanco).

El tiro dirigido [point shooting] aboga por NO utilizar los elementos de puntería para apuntar, pero apuntar se apunta, y el tiro apuntado [sighted fire] aboga por utilizar los elementos de puntería para apuntar, que, por otra parte, es para lo que están.

La controversia entre el tiro dirigido y el tiro apuntado no resulta nada nuevo ni parece tener un final a la vista. Es muy fácil encontrar abundante información sobre el tema. Basta hacer uso del famoso buscador Google. Por supuesto, los resultados de la búsqueda son muchos más si se busca en inglés. No hay que olvidar que material didáctico en español hay poco y no todo es bueno.

A estas alturas difícilmente alguien va a descubrir la pólvora. No habrá nadie que crea siquiera que va a descubrirla en el año en que estamos. No está todo inventado ni está todo dicho, pero hay mucho que ya está inventado y dicho. Así que quizás antes de decir o dar nada por hecho sobre cualquier tema lo mejor sea analizar lo que ya existe y contrastar la información procedente de varias fuentes. Y sobre cualquier tema o cuestión no es difícil encontrar información fechada en los últimos 10 o 20 años, que podría llegar a corregir ─o incluso contradecir─ otra información anterior. No se sabe hoy lo mismo que ayer. Habrá que tener esto en cuenta para manejar la información más actual al pretender sacar conclusiones sobre cualquier tema.

En este caso, no somos nadie para escribir sobre si se puede apuntar en un combate con armas de fuego, así que solo podemos, y pretendemos, repetir lo que hayamos podido leer o escuchar de otros mucho mejores conocedores de esta cuestión. Los argumentos no cambian y suelen coincidir entre los que defienden el tiro dirigido y los que defienden el tiro apuntado, y no es raro que simplemente se repitan. Sin embargo, hay argumentos que no son nada convincentes, especialmente aquellos que se basan en mitos o informaciones ya caducas.

La Ciencia puede constituir un buen argumento, salvo cuando se utiliza como excusa, y no es difícil encontrar quienes se creen que por añadir bonitos palabros a su discurso van a tener más razón. En este sentido, la Ciencia nos habla de las consecuencias del estrés sobre el cuerpo humano. De ahí se obtienen conclusiones tales como que no se puede alinear el alza y el punto de mira en un enfrentamiento armado porque el músculo ciliar no permite que el cristalino enfoque de cerca por culpa de la adrenalina ─dicho en pocas palabras─. Posiblemente eso sea siempre así para una persona «normal». Sin embargo, habría que determinar ─como así se ha determinado─, si una adecuada instrucción y adiestramiento puede influir, de tal forma que el comportamiento de un miembro de una unidad de élite altamente preparado para el combate varíe respecto al de una persona normal, o al de una persona con una menor preparación.

De hecho, algunos reputados instructores (y por reputados no queremos decir que tengan razón) son férreos defensores del uso de los elementos de puntería (tiro apuntado). No se basan en la Ciencia, porque no son científicos, sino simple y llanamente en los resultados de su experiencia personal y la de otros, así como de las experiencias de, y con, sus alumnos. Claro que, ¿quién puede hablarnos mejor de cómo combatir con armas de fuego: un científico o un instructor? Dicho de otro modo, ¿quién puede hablarnos mejor de cómo conducir un Fórmula Uno: un ingeniero o un piloto?

Hay ciertos mitos que no hacen más que repetirse, que ni ayudan ni constituyen un argumento, ni a favor ni en contra, ni del tiro dirigido ni del tiro apuntado. Uno de ellos es que «apuntar es de tiro deportivo». La puntería es un principio básico del tiro, de aplicación también en un enfrentamiento armado que implique disparar un arma de fuego, porque dónde se materialicen los impactos es el resultado de la puntería. Habrá quien abogue por el tiro instintivo, pero es que eso no existe. El tiro se aprende, y puestos a aprender será mejor aprender a colocar los impactos en su sitio que no a utilizar un instinto inexistente. Hay quien se aventura argumentando en base al mito de la distancia media de enfrentamiento, para lo que utilizan como evidencias los famosos datos del FBI, pero ¿qué dicen realmente las estadísticas del FBI sobre los enfrentamientos armados?, porque las interpretaciones de esas evidencias no siempre son acertadas.

Una de las mejores explicaciones que hemos podido encontrar sobre el funcionamiento de la visión y la influencia del estrés, así como el por qué no se pueden tomar los elementos de puntería, es la recogida por Aaron Cowan en su artículo Visión bajo estrés [Vision Under Stress]. Además de basarse en su propia experiencia y en las prácticas con sus alumnos, recopila abundante información de diversas fuentes para sacar sus conclusiones. Merece la pena leerlo detalladamente, aunque lamentablemente solo está disponible en inglés. No obstante, constituye únicamente una muestra más de los argumentos a favor del tiro dirigido [point shooting], lo que no quiere decir que sea la única opción posible.

Puestos a citar, existe un brillante artículo ─entre otros muchos─ de Steven R. (Randy) Watt, con el título Point Shooting: Fact or Fallacy [tiro dirigido: hecho o falacia], que fue publicado en el número de invierno de 2007 de The Tactical Edge, la revista de la National Tactical Officers Association (NTOA) [Asociación Nacional de Policías Tácticos], y en el blog Law Enforcement Life el 26 de enero 2012.

El Sr. Watt es el presidente de SRW Strategic and Tactical Special Operations Training and Services, una empresa privada que creó en 2006. En octubre de 2011 se retiró tras 32 años de servicio como Ayudante de Jefe de Policía en la Policía de Ogden (Utah, EE.UU.), en la que desempeñó múltiples cometidos en todos los niveles de mando. Watt cuenta con una amplia formación y experiencia en el ámbito de las operaciones tácticas, que abarca desde detenciones de alto riesgo hasta rescate de rehenes. Además, es un experto reconocido a nivel nacional en el campo policial de operaciones especiales y rescate de rehenes.

Se trata de un artículo demasiado extenso para incluirlo aquí, así que a continuación te dejamos la traducción de un extracto del mismo que resume su contenido:

El tiro instintivo, o tiro dirigido, ha sido objeto de debate durante muchos años, e importantes personalidades han expresado sus opiniones tanto de un lado como del otro. Tanto aquellos que abogan por el tiro dirigido, como los que no, disponen de abundantes evidencias «documentadas» que apoyan su postura, sin embargo, en cuanto se analizan un poco siempre resultan anecdóticas. El que investiga sobre la validez de una técnica u otra se limita a tomar su propia decisión basándose en su experiencia personal y/o en la postura del instructor de tiro que más le haya influenciado.

En la realidad del tiro de combate existen principalmente dos ideologías, tiro instintivo y tiro apuntado. Durante un tiempo una ideología ha disfrutado de más protagonismo que la otra, pero esto siempre ha sido un tira y afloja entre ambas ideologías. Por ejemplo, en el caso del autor, describe una vuelta completa en su evolución. Empieza por creer firmemente en el tiro apuntado, pasa a las técnicas del tiro instintivo, y vuelve a la dinámica del tiro apuntado.

Para determinar si el tiro dirigido es una técnica válida o no, uno debe mirar más allá de las abundantes evidencias anecdóticas tanto a favor como en contra. La Unidad de Formación con Armas de Fuego [Firearms Training Unit[] de la Policía de Ogden decidió llevar a cabo un proyecto para determinar la eficacia de la técnica. El proyecto trataba de utilizar un método tan científico como fuera posible, que sin duda incluye imperfecciones, para establecer si realmente el tiro dirigido resulta eficaz o no como técnica de combate. El protocolo de pruebas se diseñó para concretar, primero, si el tiro instintivo es verdaderamente instintivo o no, segundo, si resulta más eficaz en condiciones de combate, y, tercero, si se trata de una técnica válida que se pueda practicar independientemente del tiro apuntado.

[…]

CONCLUSIONES:

Basándose en los dos días de pruebas, la Unidad de Formación con Armas de Fuego concluyó lo siguiente, respecto a las suposiciones planteadas inicialmente:

La suposición 1, los elementos de puntería no importan, era errónea. Claramente los elementos de puntería importan, incluso para los practicantes del tiro dirigido. Lo que se demostró fue que la aplicación de las técnicas de tiro dirigido desemboca en una menor precisión en general respecto a la práctica del tiro apuntado.

La suposición 2, el tiro apuntado es más lento que el tiro dirigido, era cierta. Como se comprobó en las pruebas, los practicantes del tiro apuntado resultan más lentos que los practicantes del tiro dirigido. En un enfrentamiento la velocidad es fundamental, pero sólo si se impacta sobre el blanco. En lo que respecta a la combinación velocidad y precisión, los practicantes del tiro apuntado ofrecieron mejores resultados, especialmente en los escenarios con estrés. Como Wyatt Earp dijo una vez «la velocidad está bien, pero la precisión es definitiva».

La suposición 3, el tiro dirigido se puede entrenar como un técnica independiente, era errónea. Se comprobó que es una de esas cosas a las que no se puede llegar partiendo de sí misma. Para alcanzar la habilidad de no tener que enfocar conscientemente los elementos de puntería, uno tiene que ser muy bueno en el uso de los elementos de puntería como parte de la técnica de tiro al completo. Durante la fase de recopilación documental del proyecto, se entrevistó a varios tiradores deportivos de élite. Se rieron de la idea de no necesitar elementos de puntería, pero también reconocieron que cuando disparan bien disparan más por «sensaciones» que por enfocar conscientemente los elementos de puntería. Algunos admitieron que no siempre «ven» los elementos de puntería, especialmente a distancias cortas, sin embargo, eso no quiere decir que no los estén utilizando. Asimismo, dijeron que su uso consciente de los elementos de puntería aumentaba a medida que aumentaba la distancia a los blancos y la necesidad de precisión se hacía mayor.

[…]

Otro documento que nos gustaría citar, que hemos podido encontrar entre la abundante información disponible sobre la vista, el tiro y el estrés, es el artículo Vision and Shooting [Vista y tiro], publicado en la web de The Police Policy Studies Council, y escrito por el Dr. Edward C. Godnig.

El Dr. Godnig se graduó en 1976 en la Facultad de Optometría de la Universidad de New England (Boston, Massachussetts, EE.UU.). Ejerce la optometría de forma privada y se especializa en optometría conductual. La optometría conductual es una disciplina clínica que diagnostica y trata las habilidades y aptitudes que tienen un impacto en las conductas del movimiento y el aprendizaje. El Dr. Godnig tiene un particular interés en mejorar la aptitud de los tiradores para utilizar su sistema visual para mejorar la puntería. Ha desarrollado ejercicios de entrenamiento visual para tiradores para mejorar las habilidades necesarias para un tiro rápido y preciso. Se ofrece para asesorar e impartir seminarios sobre este tema a individuos o grupos de tiradores.

Tras preguntar al Dr. Godnig, a través de correo electrónico, por el tema de este artículo, nos responde simple y llanamente que «existen muchas investigaciones sobre la visión y el estrés, así como sobre la visión en el deporte, que apoyan la idea que la visión se puede entrenar para que funcione bajo condiciones de estrés». Asimismo, nos sugiere la página web del College of Optometrists in Vision Development (COVD) [Colegio de Optometristas en el desarrollo de la visión] y la de la The Optometric Extension Program Foundation (OEPF) [Fundación por el Programa de Extensión Optométrica] como buenos puntos de partida para recopilar información sobre este asunto.

A continuación se traduce un extracto del artículo mencionado que consideramos interesante en relación con el tema que nos ocupa:

[…]

Por encima y más allá de las funciones visuales básicas que operan en varias condiciones de luz, existen unos cambios visuales específicos que se producen cuando un tirador resulta amenazado en una situación de peligro. La Reacción de Alarma del Cuerpo (RAC) [Body Alarm Reaction (BAR)] constituye la respuesta del cuerpo ante un cambio repentino e inesperado en el entorno, que casi siempre se corresponde con los primeros momentos de un ataque que amenace la propia vida. Normalmente la RAC se asocia con combates o enfrentamientos violentos. El cambio visual más inmediato como respuesta a la RAC es que el sistema de enfoque del ojo (acomodación) pierde su capacidad para mantener un enfoque nítido sobre blancos a cortas distancias. Durante los primeros segundos después de desencadenarse la RAC no es posible enfocar con nitidez a través de los elementos de puntería de un arma. El enfoque y la atención visual del tirador se van a ajustar para ver a distancias lejanas, al infinito. Este cambio del enfoque hacia distancias lejanas constituye una consecuencia directa del paso del control del sistema nervioso parasimpático al sistema nervioso simpático. Esta alteración en el equilibrio del sistema nervioso autónomo es la responsable de los cambios en cómo la lente del cristalino dentro del ojo modifica su forma y potencia óptica. Durante los primeros momentos de la RAC, la lente se hace menos convexa en su forma y esto desemboca en un desplazamiento óptico del enfoque que implica un enfoque nítido únicamente al ver blancos distantes.

[…]

¿Por qué algunos tiradores son capaces de mantener la precisión visual-motora (ojo-mano) a pesar de la alta agitación, tal como la que se experimenta durante la RAC, que conlleva un menor control del enfoque visual? Existen varios modelos que ayudan a explicar esta relación paradójicamente confusa del control de la puntería regulada visualmente durante la RAC. El argumento más consistente que forma parte de la mayoría de explicaciones lo constituye un entrenamiento deportivo con armas de fuego comprensivo y profesional, además de saber cuándo y cómo implementarlo con confianza. Las actuales investigaciones de bioretroalimentación neurobiológica han demostrado claramente que las personas pueden ser entrenadas para controlar ciertas funciones del sistema nervioso autónomo. Esto implica que con el entrenamiento adecuado, especialmente bajo condiciones de estrés, se puede mantener una imagen bien formada de la alineación espacial visual correcta como un sistema coordinado ojo-mano-cuerpo-mente consistente. Aquellos tiradores que puedan mantener un control suficiente y eficaz de la coordinación ojo-mano-cuerpo-mente y una atención visual adecuada durante la RAC serán capaces de apuntar con precisión bajo alto estrés de combate. Cada vez se hace más evidente que puedes aprender a «visualizar» una imagen visual incluso sin tener acomodación directa (enfoque directo) sobre el objeto en cuestión. La aptitud para visualizar y desarrollar habilidades mejoradas de coordinación ojo-mano-cuerpo-mente se puede entrenar utilizando varias técnicas de entrenamiento visual.

[…]

Por último, que ya basta de citas, la traducción de un pequeño extracto del artículo Officer-Involved Shootings: What We Didn’t Know Has Hurt Us [Enfrentamientos armados con policías implicados: lo que no sabíamos nos ha hecho daño], publicado en la web de The Police Policy Studies Council, y escrito por Thomas J. Aveni.

El Sr. Aveni entrenó a más de 12.000 policías y militares cuando trabajaba como coordinador de formación en la Academia Smith&Wesson entre 1990 y 2001. Está graduado en Derecho Penal y tiene un máster en Psicología Forense. Ha trabajado como policía en tres estados (New Jersey, Utah, New Hampshire) a lo largo de tres décadas. Desde 2001 dirige The Police Policy Studies Council, del que es cofundador. Cuenta con una abultada formación y además de conferenciante es autor de multitud de trabajos (Curriculum Vitae).

[…]

Tiro apuntado versus tiro no apuntado [Sighted Versus Unsighted Shooting]

Existen pocos datos a nivel nacional respecto a las veces que los policías han utilizado los elementos de puntería de su pistola en enfrentamientos armados. La información disponible ofrece una interesante aunque no concluyente perspectiva sobre el tiro apuntado.

El informe sobre disparos con armas de fuego [Firearms Discharge Report] de la Policía de Nueva York, conocido como SOP-9, correspondiente al año 1981 afirmaba que «para disparar a un blanco resulta fundamental una buena alineación de los elementos de puntería, pero el 70 % de los casos aquí analizados indicaron que no se alinearon los elementos de puntería cuando se disparó el revólver». Asimismo, en dicho informe se reflejaba que la tendencia a utilizar el tiro apuntado aumentaba a medida que aumentaba la distancia a la amenaza. «Apuntar» se describía de formas muy diversas, tales como simplemente utilizar el cañón como referencia para apuntar, utilizar únicamente el punto de mira como una referencia de puntería, o utilizar completamente el punto de mira y el alza. Un número considerable de policías (el 10 % en 1981) afirmaron que no lograban recordar si utilizaron o no los elementos de puntería.

Hasta la fecha, el autor ha sido incapaz de encontrar evidencias relevantes sobre la eficacia del tiro dirigido [point-shooting] o cualquier copia razonable del mismo (tal como el tiro enfocado en la amenaza [threat-focused shooting], y otros). Ninguna de tales evidencias ha estado a mi alcance. Intenté infructuosamente disponer de las evidencias de un gran cuerpo de policía de la costa oeste al que supuestamente le han ido bien dichas técnicas. Pero, o bien no se dedican a conservar los datos sobre enfrentamientos armados, o bien los tienen bien guardados bajo llave. Aunque admito que la viabilidad del tiro enfocado en la amenaza resulta muy creíble, también he de destacar que no se ha encontrado nada destacable con lo que acreditar su utilidad.

Lo que podríamos interpretar libremente a partir de los limitados datos de la Policía de Nueva York es que en un sentido estricto los policías (el 70 % de las veces) realmente ya utilizan el tiro dirigido, y que esa podría ser la razón por la que las probabilidades de impacto resultan tan deprimentes. Indudablemente los practicantes del tiro dirigido podrían alegar que tal interpretación resulta inconsistente, puesto que oficialmente la Policía de Nueva York no entrenó a sus policías en tiro dirigido. Sin embargo, los defensores del tiro apuntado podrían contestar a eso que si el tiro dirigido realmente requiere una formación considerable, entonces no resulta tan «instintivo» como aseguran sus partidarios. Desafortunadamente, este debate no tendrá solución en este artículo, pero puede constituir la base de futuras investigaciones.

[…]

No podemos terminar sin nombrar el excelente trabajo que llevan a cabo en el Force Science Institute [Instituto Ciencia de la Fuerza], bajo la dirección del Dr. Bill Lewinski. Este centro se dedica a la investigación y aplicación de procesos y principios científicos imparciales para determinar la verdadera naturaleza del comportamiento humano en enfrentamientos con alto estrés y fuerza letal. Los innovadores estudios del Force Science Institute abordan problemas reales que los policías se encuentran en la calle y se documentan meticulosamente. En el apartado de noticias de su página web puedes encontrar abundante información de referencia. Entre sus interesantes artículos, lamentablemente solo disponibles en inglés, como es habitual salvo alguna traducción al español que puedes encontrar en este mismo blog, puedes encontrar alguno relacionado de algún modo con el tema de este artículo, como el titulado Performing under pressure: Gaze control, decision making and shooting performance of elite and rookie police officers [Actuar bajo presión: control de la mirada, toma de decisiones y rendimiento en el tiro de policías principiantes y policías de élite]. En resumen, la conclusión que se recoge en dicho artículo es que la formación y el entrenamiento juegan un papel decisivo al actuar bajo presión, de tal forma que los policías de élite tienen un rendimiento superior al de los policías principiantes.

En lo que parecen estar de acuerdo la amplia mayoría de autores es en la necesidad de prepararse para un enfrentamiento armado a través de la reproducción de situaciones similares en el entrenamiento, en el campo/galería de tiro, para inocular estrés en los ejecutantes de tal forma que de algún modo se habitúen a ello y realmente entrenen a su cuerpo también para hacer frente a tales situaciones. De ahí la idea de entrenar el tiro apuntado. Por supuesto, esto no quiere decir que haya que inocular estrés en todo momento, sino que habrá de incluirse cuando corresponda, sin olvidar nunca que la instrucción y adiestramiento exige una progresión (gatear, andar, correr). Tampoco parece recomendable el uso de estímulos dolorosos para inducir estrés.

Por último, asumiendo que todos estén en lo cierto, tanto los que afirman que bajo estrés no se pueden utilizar los elementos de puntería (tiro dirigido), como los que afirman que sí se pueden utilizar (tiro apuntado), ¿cuál es la conclusión? ¿cómo lo trasladamos al entrenamiento para un enfrentamiento armado? ¡Tú dirás!

Lo más sensato y eficaz parece ser utilizar los elementos de puntería, que para eso están, y ya veremos si llegado el momento los utilizas o no. Nos vamos a fiar un poco de lo que dicen algunas personas reputadas, tales como las ya mencionadas, o de lo que dice Tom Givens sobre el tiro dirigido y el tiro apuntado, o lo que explica Paul Howe en sus ideas sobre el tiro táctico. Todo ello, aún a riesgo de equivocarnos, sencillamente porque sus argumentos resultan bastante razonables y coherentes.

Incluso el gran Jeff Cooper, considerado el padre de la técnica moderna del combate con pistola [The Modern Technique of the Pistol], abogaba ya en los años 1960-70 por el uso de los elementos de puntería (tiro apuntado), incluso en enfrentamientos a corta distancia. Tras descartar el tiro dirigido [point shooting] por su menor eficacia, el difunto Sr. Cooper inventó UNA técnica (que no LA técnica, porque habrá muchas más) que podríamos llamar imagen fugaz de los elementos de puntería, de su denominación original en inglés Flash Sight Picture (FSP), que consiste básicamente en centrar la atención sobre el punto de mira y alinearlo con el blanco, tomando una imagen fugaz de los elementos de puntería, antes de presionar el disparador inmediatamente (o algo así sería).

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