«En combate no hace falta agrupar. Eso es de tiro deportivo»: otra excusa de los mediocres.

Rociar y Rezar, Spray and Pray.

Seguramente habrás escuchado alguna vez aquello de que «en combate no hace falta agrupar, eso solo vale para tiro deportivo». Puede variar la forma de decirlo, pero no el contenido. Básicamente se trata de una excusa de los mediocres ante la realidad de no darle al blanco consistentemente, es decir, una y otra vez. La representación gráfica viene dada por un blanco salpicado de impactos, cada cual más separado del anterior, pero sin que exista una concentración o agrupación de los impactos en torno al punto de puntería, es decir, en torno a donde se pretende que vayan los impactos.

No queda ahí la cosa, sino que hay quien incluso adorna la excusa de su mediocridad con mitos y leyendas, convertidos en tópicos, del tipo «bajo estrés no se puede apuntar». Eso ya está más que tratado en el blog y no es raro que el estrés se utilice como otra excusa de la incompetencia, por falta de entrenamiento.

En pocas palabras, la esencia de realizar uno o varios disparos en cualquier combate con armas de fuego o enfrentamiento armado, radica en que impacten sobre el blanco y, por tanto, queden agrupados en torno al punto de puntería ─que representa el lugar al que se desea que vayan los impactos─. Dicho de otro modo, la clave de la eficacia de los disparos consiste en colocar los impactos sobre el blanco o amenaza, lo que técnicamente se llamaría exactitud. Todo tirador, instructor, combatiente, profesional armado, que se precie, aboga por ello y no hace más que perseguirlo al comprobar que los impactos están siempre, no sencillamente sobre el blanco, si no sobre una zona delimitada del blanco ─muy habitualmente un círculo de 20cm de diámetro en el pecho─.

Aquellos que niegan la posibilidad de agrupar en combate, no solo lo utilizan como excusa de su mediocridad, sino que lo utilizan como justificación de su estilo característico «rociar y rezar» [spray and pray], que se puede observar cada vez que disparan a un blanco. Rocían de disparos el blanco y rezan para que alguno le dé. El resultado suele ser un blanco en el que a duras penas se puede encontrar algún impacto, o bien un blanco que parece un colador.

Llámalo como quieras, pero entrena para darle al blanco. ¡Agrupa tus impactos!

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