Hoy día no se sabe lo mismo ni se dispone de los mismos medios que hace 10 o 20 años, lo cual necesariamente ha de suponer que las cosas hayan cambiado. Esto es lo que sucede con el entrenamiento con armas de fuego, que no se ha mantenido inalterado en los últimos años, sino que ha sufrido una importante evolución. Sin duda, los avances científicos también tienen algo que ver, además de la experiencia y conocimientos adquiridos. De tal forma que el hecho de conocer mejor el funcionamiento de la mente y el cuerpo humano, así como su comportamiento ante un enfrentamiento armado, permita adaptar mejor el entrenamiento a la realidad. Pero, eso no va a cambiar el grado de competencia exigible a cualquier persona armada.
Cuando se hace uso de un arma de fuego la realidad es que cada uno es responsable de cada disparo que realice y es culpable de sus consecuencias, aunque en algunas ocasiones se le pueda eximir de su responsabilidad atendiendo a las circunstancias. Sin embargo, en pocos ─o ningún caso─ van las circunstancias a justificar la incompetencia, que en muchas ocasiones nace con la falta de entrenamiento y se desarrolla con la desidia.
«Si entrenas un mojón… te sale un mojón».
(Juan I. Carrión)
Todo eso de los enfrentamientos armados, el estrés, las reacciones fisiológicas, el sistema límbico, la amígdala, las habilidades motoras, bla bla bla…, está muy bien, pero no te sirve de excusa ni te exime de tu responsabilidad en cuanto a tu incompetencia.
Hay un símil al que podemos recurrir para explicar algunas cosas, que sirve para tratar de ilustrar esta cuestión, que consiste en pensar en un médico. Imagina que uno de tus seres queridos (esposa o marido, hijo o hija, padre o madre) tiene que someterse a una operación quirúrgica sencilla y lamentablemente debido a una negligencia médica fallece en la mesa de operaciones (Dios no lo quiera, se trata únicamente de un símil), ¿aceptarías lo recogido en el párrafo anterior como excusa y eximirías al médico de su responsabilidad?.
Ahora piensa en una situación en la calle en la que una persona armada se ve obligada a disparar contra un individuo que se dirige hacia él empuñando un hacha con la clara intención de matarle. Este realiza cuatro disparos para tratar de repeler la agresión, lo cual consigue tras alcanzar al agresor con un único disparo que impacta en el ojo y penetra hasta el hipotálamo (incapacitación inmediata).
Pero los otros tres disparos fallan su blanco y lamentablemente uno de ellos va a alcanzar a uno de tus seres queridos (esposa o marido, hijo o hija, padre o madre), que pasaba por la calle 50 metros por detrás del lugar de la agresión. Fallece a consecuencia de las heridas que le produce el disparo que impacta en el pecho y le atraviesa el corazón (Dios no lo quiera, se trata únicamente de un símil). En tal caso, ¿aceptarías los términos anteriormente mencionados como excusa y eximirías a la persona que realiza los disparos de su responsabilidad?
¿Qué harías si en una situación de este tipo tienes que decidir entre la vida de la persona armada que va a recibir la agresión y la de uno de tus seres queridos? Puede que lo tengas claro y prefieras que una persona armada sufra las consecuencias de una agresión, que no que al defenderse falle un disparo y acabe con la vida de uno de tus seres queridos, es decir, igual prefieres que se deje matar antes que al defenderse mate a uno de tus seres queridos. ¡Piénsalo!
Ahora bien, así como puede que prefieras que tus seres queridos no sufran ningún daño, también puede que en determinadas situaciones y circunstancias la persona armada quedaría eximida de la reponsabilidad de las consecuencias de sus disparos. Tales circunstancias pasarían porque la persona armada sea lo suficientemente competente con el arma como para que el riesgo derivado de su uso ─la posibilidad de fallar el disparo─ resulte asumible. No es lo mismo fallar un disparo por una incompetencia derivada de la falta de entrenamiento y la desidia, que fallarlo por la situación y las circunstancias. Por decirlo de otro modo, no es lo mismo un accidente de tráfico cuando el conductor lleva una tasa de alcoholemia por encima del máximo permitido que cuando va completamente sobrio.
Queda exento de responsabilidad criminal el que, en estado de necesidad, para evitar un mal propio o ajeno, lesione un bien jurídico de otra persona o infrinja un deber, siempre que concurran los siguientes requisitos: que el mal causado no sea mayor que el que se trate de evitar, que la situación de necesidad no haya sido provocada intencionadamente por el sujeto, y que el necesitado no tenga, por su oficio o cargo, obligación de sacrificarse.
(Art. 20.4 LO 13/1995 Código Penal)
En resumidas cuentas, que la incompetencia no tiene excusa, pero sí tiene una medicina muy eficaz, que consiste sencillamente en entrenar como si tu vida dependiera de ello. No es preciso ser supermán, sino simplemente alcanzar la competencia suficiente, que necesariamente ha de ser definida en base a unos estándares rigurosos y exigentes en su justa medida.
¡Olvídate de excusas y entrena todo lo que puedas!
¡Tu vida y la de los demás depende de ello!
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La falta de concienciación en el porte, uso, manejo y conocimiento del arma/s que se tiene por aquellos que deben poseerla por razón de su cargo o profesión es asombrosa.
Creo que no somos conscientes, o no queremos serlo, de que es una herramienta de trabajo que en un momento dado nos puede salvar la vida a nosotros o a terceros, o bien, «arruinarnosla».
Resulta extraño ver que en el ámbito civil y/o deportivo hay una mayor preocupación e interés en conocer y manejar un arma con seguridad que en ciertos ámbitos profesionales.
Personalmente lo he podido constatar, así como qué cuando he seguido un entrenamiento riguroso o eficaz, los resultados han sido exponenciales y satisfactorios.
Un saludo
Precisamente esa es la cuestión, remover conciencias, y que cada uno asuma la responsabilidad que le corresponde.
Hola.
Creo que nadie debería sentirse ofendido por un comentario duro, pero realista, que únicamente llama la atención de los profesionales sobre una de sus herramientas más peligrosas: el arma de fuego.
No parece que tenga la intención de molestar. Únicamente la de remover conciencias, para que éstas, a su vez, muevan a los profesionales a un entrenamiento continuado en aras a su propia seguridad y la de quienes les rodean.
Saludos.
Carlos, no sé si es que no me he explicado bien o es que no has leído todo el texto. Creo que no está tan mal explicado lo que quiero decir y en ningún momento digo que se dejen matar o que no se defiendan si no están absolutamente seguros de que con su defensa van a poner en peligro a alguien inocente, aunque defenderse tiene que ser compatible con no generar más mal del que se pretende evitar, como es evidente.
Lo que se pide a las personas armadas, profesionales armados o no profesionales armados, es que sean competentes con las armas que portan antes de aventurarse a utilizarlas, porque son responsables de lo que hagan con ellas lo quieran o no, y el hecho de que las utilicen para defenderse no les excusa de hacerlo con la suficiente competencia para minimizar daños a terceros.
Así que haz el favor de volver a leer todo el texto antes de decir lo que no se dice ni se quiere decir.
«Prefiero que se deje matar antes que al defenderse mate a uno de mis seres queridos».
No se si la frase es suya o del señor Carrion pero no me puede parecer mas desafortunada.
Me parece muy fuerte el mensaje que se transmite, ya que ni mas ni menos estamos pidiendo a las personas que sirven a la sociedad ( en este caso profesionales armados) que se dejen matar y no se defiendan si no estan absolutamente seguras de que con su defensa van a poner en peligro a alguien inocente.
Resulta que ese profesional tambien es un ser querido para los suyos (seguro que tiene padre, madre, hermanos o incluso hijos ) o a lo mejor usted se cree que los que trabajan con un arma nacen por generacion espontanea o se crian en los arboles.
Flaco favor hacemos transmitiendo ese mensaje en vez de reclamar mejor formacion y mejores medios para todo aquel que porte un arma.
Un saludo.
Recuerdo hace muchos años.Cuando los policías municipales podían llevar casi cualquier arma corta.
Un amigo policía vino conmigo a la galería de tiro.
Llevaba una Star del 9 corto de la que estaba muy orgulloso pues perteneció a su padre que fue
Somatén.
En aquel tiempo yo usaba una 686 de 6″ para las tiradas y recargaba mi munición aunque ese día llevé munición magnum que en aquellos tiempos se vendía en la galería .
Dejemos el asunto de la precisión porque mi colega de 15,quince veces que apretó el «gatillo» . solo tres veces 3 veces percutió la aguja el pistón y salió una bala del cañón de su arma corta.
Nunca había (creo) disparado con ella . Le convencí de que (viendo el nivel ,poco y no es broma), que comprara un revólver del 357 mag. con el que podía entrenar (y mucho tendría que hacerlo ) con el 38 especial.
En unas semana me llama, volvimos a la galería con su flamante nuevo (de secunda mano) ,revólver del 38. Era una ocasión ,le dijeron en la armería, poco usado y con unas cachas preciosas de nácar.
Bueno hicimos una pequeña tirada y el puso alguna bala en el cartón a 25mts.
Eso si el estilo era muy peliculero.
Lo mas importante es que me dijo que había conseguido disparar un cartucho del 357 en su revólver aunque admitió que le costó mucho cerrar el tambor.
No se si eso era verdad ,si si. Dios estaba de su parte ese día.
Quiero decir que entonces este policía llevaba una herramienta, de la que ni se ocupaba de aprender a usarla ni creía que tuviera que hacerlo nunca.
Ya está jubilado y gracias a Dios y a la suerte nunca tubo necesidad de usar en su trabajo el revolver con su bonita cacha de nácar.
Espero que fueran otros y lejanos tiempos.
Saludos.
Buenísima entrada, debería exponerse en todos los sectores en los que se trabaje con armas de fuego.
La desidia, la prepotencia y la valiente ignorancia es un coctel que hoy día recorre los puestos de trabajo en los que se opera con armas y por desgracia en muchas ocasiones en los que se denominan «formadores».
Preocupémonos por formarnos, reciclarnos y ser cuanto antes un incompetente consciente para solucionar esa incompetencia y evitar accidentes.
Tu compañero, tu amigo del club de tiro, los que te rodean y los ciudadanos no se merecen que les causes un daño innecesario.