La mediocridad como excelencia. Por Juan I. Carrión.

Pat Rogers enseñando

Hola a todos.

Después de un tiempo analizando diferentes ejemplos de cómo está el nivel de entrenamiento de aquellos que emplean las armas de fuego en nuestro amado país, voy a comenzar a relatar en cuáles aspectos creo que se debería incidir para alcanzar la excelencia en su empleo.

ACTUAR BAJO ESTRÉS

Siempre que he leído algo sobre este tema, he pensado lo mismo «yo he estado en situaciones de alto estrés y no he sufrido todos los síntomas que ahí se relatan». Tradicionalmente se habla de taquicardia, respiración acelerada, exclusión auditiva, desaparición de musculatura fina, disminución de capacidad de razonamiento lógico, etc.
Creo que esos estudios no tienen en cuenta dos cosas: cuánto estrés y cuánto entrenamiento.

Los síntomas que normalmente se reflejan son síntomas habitualmente encontrados en situaciones de estrés total y que llevan al bloqueo o a la expresión máxima de esos efectos. No se contempla el hecho de que existen grados de estrés que si son inferiores a ese máximo permiten hacer cosas que parece que no se pueden hacer. Este aspecto va muy relacionado con el siguiente, el entrenamiento. Aquellos que se han visto envueltos en varias situaciones de enfrentamiento con su vida en peligro, siempre dicen lo mismo, «el entrenamiento es lo que me hizo superar el miedo y sobrevivir a la situación». El gran Jeff Cooper lo decía en sus conferencias: «cuando sabes lo que tienes que hacer, no tienes tiempo para que el miedo te paralice».

Por lo tanto, para mí, la solución a ese problema está clara. Mi entrenamiento debe ser tan bueno que me permita actuar cuando me encuentre bajo estrés y no debe basarse en lo que personas que no están entrenadas dicen que les ha pasado.

Yo he estado en unas cuantas situaciones bastante estresantes. He hecho fast rope desde un helicóptero a casi 20 m. de altura, en donde solo tus manos y tus pies son los que te separan de la muerte por caída. Puedo asegurar que mi corazón latía con fuerza, que mi respiración se aceleraba, que tenía hormigueo en mi estómago, pero aun así conseguí realizar la acción encomendada. Lo mismo me ha sucedido cuando he tenido que actuar en detenciones y asaltos a viviendas, pero aun así, realicé mi acción, incluyendo el empleo de mi musculatura fina. ¿Qué es lo que sucedía? Tan sencillo como que mi entrenamiento es lo que me hacía actuar de manera adecuada. No hay más misterio.

Entrenamiento con fusil

LA TOMA DE MIRAS

Este es el gran caballo de batalla de aquellos que nos dedicamos al entrenamiento de gente que quiere aprender a utilizar su arma de fuego. ¿Se toman miras o no en un enfrentamiento armado? Nótese que no he mencionado «se pueden tomar», y me he ido directamente a la opción de «tomar o no tomar», ya que creo firmemente que la primera opción es dejar a circunstancias externas la posibilidad de hacerlo, mientras que la segunda está más relacionada con la decisión de cada uno de hacerlo o no.

¿Por qué esta diferenciación? Fácil, en la primera, la respuesta para muchos es sencilla: «no se puede», con lo que es una cosa menos de la que me tengo que preocupar, a saber, tomar miras y acertar exactamente donde estoy apuntando. La segunda opción, «sí se puede», por supuesto, exige de un esfuerzo añadido al hecho de simplemente dirigir el arma hacia donde se quiere y apretar el disparador. Ese esfuerzo es lo que diferencia la mediocridad de la excelencia. Muchos tiradores son capaces de dirigir el arma hacia una silueta que mide 1,8 m. de alto y 50 cm de ancho, a una distancia de 3 m., disparar 3 veces en 3 segundos e impactar en algún punto. No todo el mundo es capaz de hacer lo mismo e impactar esos tres disparos a un círculo de 3 pulgadas. Sinceramente, ¿en cuál de los dos casos consideraríamos a un tirador como excelente? Yo lo tengo claro.

Haz todo con Excelencia

Ahora nos vamos al mundo de «lo real», y lo pongo entre comillas porque ese «real» tiene cantidad de diferentes aspectos que hacen imposible determinar qué lo es. En una situación de enfrentamiento «real» donde haga falta el uso de un arma de fuego, ¿quién será más competente, aquél que permite que en el entrenamiento la precisión no sea imperativa o el que siempre intenta colocar sus impactos con el máximo de precisión en el tiempo necesario para hacerlos? Si en mi entrenamiento intento no salirme de un agrupamiento determinado (el ejemplo de las 3 pulgadas), ¿cuánto más se separarán en una situación real donde el objetivo se mueve, yo me muevo y encima no quiero morir? Yo entiendo que se separarán, pero debido a que mi parte no consciente ha aprendido a hacerlo siempre de manera excelente, mi resultado será mucho mejor que el de un tirador que ha acostumbrado a su parte no consciente a impactar donde sea a un blanco.

Llegados a este punto, entraremos en otro escabroso tema. ¿En quién me fijo para fundamentar mi entrenamiento para prepararme para resolver un enfrentamiento de estas características? La respuesta puede ser una de estas dos: en mucha gente que solo ha sufrido una desgraciada situación de esta naturaleza en su vida, o por el contrario, en los pocos que han vencido a muchas situaciones de este tipo.

JD Potynsky enseñando

 

El primer caso no termina de convencerme. Basar mi entrenamiento en lo que han hecho personas, cuyo entrenamiento previo desconozco, en una situación muy determinada, solo me sirve para alegrarme de que sigan vivos y para darme cuenta de que hay que entrenar mucho para condicionar al cerebro a responder de la manera adecuada. En el segundo caso, aquellos que han sobrevivido a varios enfrentamientos, mi opinión está clara: si sobrevives una vez, puede ser incluso suerte, si lo haces varias veces, es que tu método de prepararte es el adecuado. En este grupo están John «Shrek» McPhee, Dave Spaulding, Wyatt Earp, Jeff Cooper, Kyle Defoor, Kyle Lamb, Paul Howe y otros cuantos. Todos ellos tienen sus peculiaridades en cuanto a la manera de entrenar, pero hay algo en lo que están todos en la misma línea, entrena siempre a tomar miras, para ser lo más letal posible, que cuando te toque hacerlo bajo estrés, lo harás, aun cuando ni siquiera te estés dando cuenta que lo haces.

 

LA MANERA DE ENTRENAR

¿Para qué se entrena? Mi respuesta es rápida, se entrena para condicionar a la parte no consciente de nuestro cerebro a actuar de la manera que queremos cuando sea necesario.

Este proceso debe estar basado en:

– La perfección de la técnica y no en la velocidad.

– Las repeticiones deliberadas y no en la cantidad de munición que se dispara.

 

La perfección de la técnica es la base de todo. Si la técnica no es lo más perfecta posible, los cimientos de la casa son débiles y cuando toque construir los pisos superiores (la velocidad) la casa se caerá ante el primer temporal (el enfrentamiento bajo estrés). Cuando se trabaja la eficiencia, reduciendo al máximo los movimientos innecesarios y cuando se ejecuta la acción al máximo de perfección posible, se dispara rápido aunque parezca que no. Pero lo mejor de todo, es que se dispara impactando donde se desea, que es el meollo de la cuestión.

Kyle Defoor

Las repeticiones deliberadas deben imponerse a la cantidad de munición que se dispara. 300 cartuchos por sesión de tiro es pasárselo bien, pero si lo que se busca es la perfección de cada disparo, ese volumen es demasiado. La repetición deliberada consiste en ser consciente en cada momento de lo que está haciendo cada una de las partes de nuestro cuerpo. Si se hace de esa manera, siempre se podrá determinar que la repetición es perfecta. Tras muchas repeticiones perfectas conscientes, vendrá la repetición perfecta de manera no consciente, nuestro objetivo. Esas repeticiones deliberadas no pueden ser rápidas, ni siquiera a media velocidad. Nuestro cerebro consciente es lento dándose cuenta de lo que se está haciendo, con lo que la velocidad de la repetición deberá ser muy lenta, a un 20% de nuestra velocidad natural.

 

Sin técnica perfecta no hay excelencia. Sin precisión no hay excelencia. Busquemos la excelencia y dejemos de pensar en la naturaleza de lo divino y lo terrenal.

Un saludo a todos.