Entrenamiento vs Experiencia. Por Greg Ellifritz.

«Los malos son malos, pero no tontos». Además, no están obligados a ponértelo fácil si eres su víctima, seas un ciudadano corriente o un profesional de las armas. No es raro que tu adversario pueda tener más formación y experiencia que tú en combate con armas de fuego y en tiro. No es ningún secreto que los terroristas tienen sus propios cursos de formación y sus sesiones periódicas de entrenamiento, además de prepararse específicamente para perpetrar un atentado. La única forma de tener opciones es intentar al menos entrenar más y más, con la esperanza de estar por encima de tu adversario llegado el momento. Ahí las excusas no sirven de nada. En el siguiente artículo tienes algunas evidencias que te pueden convencer.

 


 

Entrenamiento vs Experiencia

Por Greg Ellifritz. 18 de diciembre de 2019. (Artículo original en inglés)

Muchos de mis alumnos son practicantes serios del arte de la autoprotección. Se han formado en varias escuelas de tiro and tienen cinturones negros en varios sistemas de artes marciales. Aunque disfrutan del proceso de entrenamiento en general, su principal objetivo es convertirse en mejores combatientes. Tienen la esperanza que las habilidades que adquieran a través del entrenamiento frecuente les dará un mayor nivel de habilidad que el de los agresores a los que se enfrenten.

La mayoría de personas «saben» que los delincuentes no reciben entrenamiento formal y asumen que si un ciudadano honrado tiene un par de cursos buenos en su haber, vencerá al delincuente poco hábil y sin entrenamiento en un enfrentamiento. Puede ser verdad, pero en algunos casos no lo es. Veamos algunos datos.

El FBI publicó hace varios años un documento titulado «Violent Encounters: A Study of Felonious Assaults on Our Nation’s Law Enforcement Officers» [enfrentamientos violentos: un estudio de agresiones criminales con policías de nuestro país]. En ese estudio, los investigadores identificaron 40 casos de agresiones graves contra policías y, a continuación, entrevistaron tanto a los policías como a los agresores implicados en cada caso. Hablaron con ambos sobre el entrenamiento que recibieron, uso de armas, hábitos de práctica y actitudes hacia la violencia. Los resultados fueron llamativos.

Lo primero que descubrieron los investigadores es que nuestras suposiciones sobre que los delincuentes no entrenan estaban equivocadas. Casi el 40% de los agresores criminales en este estudio habían recibido entrenamiento FORMAL con armas de fuego (principalmente en las Fuerzas Armadas). Más del 80% de los agresores criminales practicaban regularmente con sus armas de fuego, con un número medio de 23 sesiones de prácticas al año. Realizaban estas sesiones de entrenamiento en vertederos, arboledas, patios traseros y «esquinas de calles en conocidas zonas de tráfico de drogas». Lo que esto quiere decir es que las sesiones de entrenamiento tenían lugar en entornos realistas, en condiciones similares a las que los agresores posiblemente se enfrentarían en combate.

¿Cambia eso tu opinión sobre las habilidades de tu potencial agresor? Debería. Comparemos el programa de entrenamiento de los delincuentes con los programas de los policías a los que atacaron.

Los policías implicados en estos incidentes todos tenían algún tipo de entrenamiento formal en sus unidades, pero, de media solo disparaban la pistola 2,5 veces al año. Todo ese entrenamiento se realizaba en un campo o galería de tiro estático que poca similitud guardaba con las condiciones del entorno en el que combatirían realmente los policías.

Entonces, ¿quién crees que está mejor entrenado? ¿el delincuente o el policía? En este estudio de ejemplo, quedó claro que el delincuente. Si no eres policía y llevas una pistola oculta para defenderte frente a una agresión criminal, ¿qué tal es tu entrenamiento comparado con el de los malos de este estudio? Cualquier instructor de tiro decente difícilmente consideraría un curso estatal para porte oculto como «entrenamiento formal». Normalmente los cursos de porte oculto van dirigidos a novatos y se centran en el manejo seguro de un arma de fuego más que en enseñar algo que pueda considerarse «táctico». Sin embargo, muchos tiradores terminan ahí su formación. No es suficiente.

¿Y qué sucede con el hecho de practicar? ¿Cuántas personas disparan con su pistola 23 veces al año en un entorno realista? No conozco a muchas que lo hagan, salvo tiradores deportivos. La mayoría de personas titulares de licencia de armas para porte oculto [en España serían las licencia A o B] está claramente superadas por cualquier delincuente similar a los entrevistados en este estudio.

Hay otro factor que resulta incluso más importante que el entrenamiento. Es la EXPERIENCIA. Todo entrenamiento no es más que un intento artificial de simular una experiencia de combate con armas de fuego. Sin ninguna duda, la experiencia importa; nos esforzamos por acercarnos a combates reales con armas de fuego para adquirir tanta experiencia como sea posible en nuestras sesiones de entrenamiento. En el estudio «Violent Encounters» [enfrentamientos violentos], ¿cuál crees que es el grado de experiencia de los delincuentes comparado con el de los policías?

Más del 40% de los delincuentes identificados en el estudio tenían experiencia como mínimo en un combate con armas de fuego previo a la agresión al policía. El 25% de los agresores habían estado implicados en más de cinco combates con armas de fuego.

Esa experiencia cambia la percepción de una persona sobre el hecho de combatir con una pistola. Uno de los delincuentes entrevistados lo resumió perfectamente cuando afirmó:

Decidí que nadie me volvería a disparar otra vez.

Échale un vistazo a este tipo. Tenía 29 años cuando le mató el morador de un domicilio en el que se coló. ¡Le habían disparado previamente en otros 10 incidentes y había sobrevivido! ¿No crees que algo habría aprendido sobre combate con armas de fuego durante alguno de esos 10 enfrentamiento armados?

Entreno a muchos policías. Es mi trabajo explicarles qué funciona y qué no. A día de hoy no conozco a ningún policía que haya estado implicado de servicio en 10 combates con armas de fuego.

Los policías del estudio Violent Encounters tenían mucha menos experiencia real. Menos del 25% de los policías habían estado implicados en un enfrentamiento armado antes de su agresión. El mayor número de enfrentamientos armados en los que había estado implicado alguno de los policías del estudio era de tres. De media, cada policía había estado implicado en cuatro incidentes en los que estaban justificados legalmente para disparar a un delincuente, pero optaron por no disparar.

Ambos grupos (delincuentes y policías) tenían diferentes actitudes como resultado de sus diferentes grados de entrenamiento y experiencia. Los policías se apartaron de su camino para evitar combates con armas de fuego. El estudio reseñaba que «estaba claro que ninguno de los policías estaban dispuestos a utilizar la fuerza letal contra un oponente si había otras opciones».

Compara eso con la actitud de sus agresores. El informe señalaba que «los agresores normalmente mostraban una ausencia de restricciones éticos o morales para usar armas de fuego. De hecho, los veteranos del combate en la calle sobrevivieron gracias a desarrollar una mentalidad de disparar primero».

Este estudio presentó que los policías eran superados por sus agresores criminales en cada campo de estudio: entrenamiento, experiencia y mentalidad. Si policías entrenados se ven superados, ¿dónde deja eso al ciudadano medio? Lo cierto es que resulta bastante sorprendente que los ciudadanos lo hagan tan bien cuando se enfrentan a delincuentes violentos.

Sin pretender convertirte en un matón, ¿qué puedes hacer tú, un policía o un ciudadano armado, para mejorar tu entrenamiento y experiencia?

Lo primero que podrías hacer es incrementar la frecuencia de tus sesiones de entrenamiento. En pocas palabras, sesiones de entrenamiento más frecuentes son más eficaces que sesiones de entrenamiento más largas con meses de separación. Aunque no tengas acceso habitualmente a un campo o galería de tiro, puedes practicar en seco el desenfunde y el tiro. Se ha demostrado que el tiro en seco resulta tan valioso como el fuego real para mantener las habilidades en tiro.

Busca el mejor entrenamiento que puedas permitirte. En esta imagen, los instructores de TDI son entrenados por el campeón mundial Rob Leatham.

El tiro y el entrenamiento es algo fácil. Adquirir una valiosa experiencia es más difícil. Si no te ves envuelto habitualmente en combates con armas de fuego o en peleas violentas con delincuentes es difícil adquirir esa experiencia.

Una opción consiste en aprender de las experiencias de otros. Aunque no sea una experiencia directa, hay muchas lecciones que aprender al estudiar los fallos y cosas bien hechas por otros. Yo intento entrevistar a todos los implicados (de ambos lados de la Ley) en combates con armas de fuego que puedo. Todos me han enseñado lecciones valiosas que me alegro no haber tenido que aprender personalmente en la calle. Si no conoces a ningún combatiente con armas de fuego, lee tanto como puedas sobre el tema. Muchas de las revistas mensuales sobre armas de fuego incluyen artículos que realizan un análisis detallados de un determinado combate con armas de fuego. Estudia esos artículos y lee todos los libros que puedas encontrar sobre este asunto [en este mismo blog también puedes encontrar información sobre diferentes situaciones tácticas].

Otra opción para adquirir experiencia consiste en hacerlo en el contexto de entrenamiento fuerza contra fuerza. La mejor clase de entrenamiento de este tipo se realiza en escuelas profesionales y se utilizan figurantes profesionales que siguen estrictamente un guión. Tiene un elevado coste, pero merece la pena. Aprenderás más en un día de este tipo de entrenamiento que en semanas practicando por ti mismo.

Los alumnos practican un supuesto de robo del coche por varios agresores durante el curso Final Intensive Scenario Training de TDI.

Si no tienes acceso a este tipo de entrenamiento, también funciona bastante bien practicar supuestos con algunos amigos o familiares utilizando armas de airsoft. Antes de llevar a cabo este tipo de actividad, asegúrate que no hay armas reales en la zona, nombra un supervisor de seguridad que interrumpa el supuesto si se genera una situación peligrosa y comprueba que todos los participantes llevan el equipo de protección individual adecuado.

La mentalidad, el entrenamiento y las experiencias de tu adversario están fuera de tu esfera de influencia. No puedes controlarlas. Puedes controlar esos factores en tu propia vida. ¡Practica con frecuencia, estudia y haz todo lo que puedas para poner las cosas de tu favor!

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