Los males de enfundar rápido, por Ed Head, para Down Range TV.

Las descargas involuntarias de un arma de fuego no son algo extraño. Se producen con demasiada frecuencia, normalmente por deficiencias de formación y entrenamiento, que implican que no se llegan a inculcar buenos hábitos en los usuarios de un arma de fuego. Cuando la descarga se produce con la boca de fuego apuntando en cualquier dirección, se pone una bala perdida en el aire que puede alcanzar a cualquiera. Pero, cuando la boca de fuego apunta hacia uno mismo, como cuando el arma sale o entra de la funda, al menos es el propio usuario el que se lleva la peor parte. Una de las causas más habituales de heridas autoinfligidas con un arma de fuego radica en introducir el dedo en el disparador prematuramente al desenfundar, o bien llevarlo sobre el disparador al enfundar más rápido de lo que se debiera. Este artículo trata precisamente sobre este segundo caso y cuestiona que haya razones de peso para enfundar rápido. La única que se nos ocurre es que haya que guardar el arma para pasar a las manos, pero ni siquiera eso sirve de excusa para llevar el dedo sobre el disparador.

 


 

(Este artículo es una traducción NO autorizada de su original en inglés The Evils Of Speed Holstering, escrito por Ed Head y publicado en el blog de Down Range TV con fecha 3 de julio de 2012)

 

Muy bien, señoras y señores, admitámoslo: todos aprendimos a disparar viendo a nuestros ídolos en la tele y el cine. Cuando era joven, intentaba desenfundar antes que el agente Dillon al principio de cada episodio de la serie La ley del revólver [Gunsmoke] y luego valientemente metía la pistola en la funda, como lo hacía Paladín en la serie El pistolero de San Francisco [Have Gun, Will Travel]. Este juego infantil con una pistola de juguete era inofensivo, pero plantea serios problemas en lo que se refiere a meter una pistola cargada en la funda. Guardar la pistola de una forma rápida o enérgica es lo que llamo enfundar rápido, quizás el peor de los malos hábitos que uno puede adquirir como tirador. Enfundar rápido es tácticamente absurdo, peligroso y probablemente sea la causa de la mayoría de las heridas autoinfligidas al entrenar con pistola.

Aunque puede haber muy buenas razones para desenfundar rápido una pistola, pocas veces habrá una razón para ir con prisa a la hora de enfundar la pistola y nunca hay una buena razón para meter la pistola en la funda a lo loco. Al hacerlo se corre el riesgo de tener la pistola en la funda cuando puede que todavía no haya terminado el combate y se aumenta considerablemente el riesgo de sufrir una herida autoinfligida en la pierna, el pie o el trasero.

 

Caso número 1

La personalidad de los medios de comunicación estaba en el segundo día de un curso para principiantes cuando se distrajo con pensamientos relacionados con la familia y el trabajo. Sin darse cuenta, no llegó a apartar el dedo del disparador antes de enfundar y realizó un disparo mientras metía la pistola en la funda. Su reacción inmediata fue lanzar la pistola, llegando incluso a darle a otro alumno. Con dos agujeros en el muslo, fue atendida en el sitio y después en el hospital antes de volver esa misma noche para cenar con el resto de alumnos del curso. Cuando le preguntaron qué se sentía al dispararse a una misma con una punta hueca calibre 9 Luger, dijo que dolía.

Lecciones aprendidas: aunque lo intentemos, no podemos controlar totalmente la mente y las emociones de nuestros alumnos. Incidentes como este nos recuerdan a todos que tenemos que estar muy pendientes y vigilar atentamente cualquier señal de falta de atención o cansancio. Lo hacemos lo mejor que podemos, pero hay veces en las que aunque estés a solo un par de metros de alguien y veas lo que se viene encima no es suficiente para impedirlo a tiempo.

 

Caso número 2

El buen doctor tenía mucho dinero y poco tiempo, así que se apuntó a una clase privada. Con la intención de aprovechar al máximo el tiempo de entrenamiento, se trajo varias pistolas para probar. Poco después de cambiar de pistola, enfundó con el dedo en el disparador y se disparó en la pierna con un proyectil blindado calibre .45 ACP. Como era médico y no quería pasar la vergüenza de ir a un hospital, habló con el instructor para que le dejara atenderse a sí mismo. Después de vendarse las heridas de entrada y salida del proyectil, se fue en coche a ver a un colega para que le curara. De camino a ver a su amigo médico, se dio cuenta que estaba sangrando por todo el coche de alta gama. En un examen más minucioso encontró otros dos agujeros en la parte inferior de la pierna que había pasado por alto inicialmente.

Lecciones aprendidas: sea médico o no, no permitas que una persona se atienda a sí misma o tome decisiones importantes mientras está bajo estrés o en estado de shock. El buen doctor no pudo realizarse un examen completo, algo imprescindible ante cualquier herida de bala. Solo porque hayas localizado uno o dos agujeros de bala, no puedes asumir que no haya otros. La persona que recibe un disparo no suele sentir nada al principio y normalmente sirve de poca ayuda para determinar dónde ha recibido el disparo. Insiste siempre en que un profesional sanitario imparcial realice una valoración y nunca permitas que alguien se vaya por sus propios medios.

Ten cuidado para que no se te enganche la pistola en la ropa al enfundar.

Caso número 3

Un tirador en un curso avanzado se sintió un tanto estresado al planteársele un ejercicio que lo llevaba más allá de su zona de confort. Que estuviera bien entrenado no le impidió meter su pistola calibre .45 en la funda con el seguro quitado y el dedo en el disparador. El proyectil blindado le recorrió el muslo justo por debajo de la piel, dejando una herida de entrada y otra de salida, para entrar y salir del gemelo, antes de atravesarle el pie, rebotar en el suelo y alojarse intacto dentro de la zapatilla. Un disparo, seis agujeros, ningún hueso roto. Tras ser atendido por los servicios de emergencias sanitarias primero, y después en el hospital, pudo conducir hasta su casa al día siguiente y luego volvió a por más entrenamiento.

Lección aprendida: incluso seis agujeros calibre .45 no necesariamente producen una herida devastadora. El tirador no sintió dolor alguno durante los primeros 30 minutos aproximadamente y luego notó una molestias en forma de dolor punzante de poca intensidad. Después de recuperar la bala, el tirador se hizo un collar que lleva alrededor del cuello a modo de recordatorio permanente de prestar atención cuando maneje un arma de fuego.

Un dato interesante: tras entrevistar a varias personas que han sufrido este tipo de disparos en la pierna, todas comentaron que el tratamiento fue mucho peor que el disparo en sí. Por lo visto, que te irriguen el canal de la herida con antiséptico supone una verdadera revelación.

Hay que apartar la ropa antes de meter la pistola en una funda que va por dentro de la cintura (IWB).

Caso número 4

Un autor y oficial militar retirado estaba utilizando una funda que va por dentro de la cintura (IWB) en un curso. Yendo más allá de sus posibilidades, metió la pistola en la funda sin antes tomar la precaución de apartar el dedo del disparador. El disparo resultante no alcanzó nada vital, pero hirió gravemente su orgullo.

Lección aprendida: si quieres dispararte a ti mismo en el trasero durante un entrenamiento, la mejor forma de conseguirlo es con una funda IWB, dado que la boca de fuego suele acabar apuntando al culo. Hay que tener mucho cuidado al enfundar en una funda IWB; algunos instructores no permiten su uso en los entrenamientos.

No abatir el martillo, junto con enfundar con el dedo tocando el disparador, es algo muy malo.

Prevención

Vamos a ver, señoras y señores, así es como todos ─ya seamos tiradores o instructores─ vamos a evitar que pasen estas cosas a la hora de entrenar:

  1. Jamás enfundes rápido, ni lo permitas, en un entrenamiento.
  2. Sigue siempre una secuencia tras disparar. Vuelve a la posición de guardia baja con el dedo fuera del disparador, vigila a tu alrededor (asegúrate que el malo ya no es malo o que no tiene amigos cerca), recarga según sea necesario (no sabes si el combate ha terminado y tienes que estar preparado para lo que pueda suceder a continuación), pon el seguro o desamartilla, respira PROFUNDAMENTE y enfunda LEEEEENTAMENTE.
  3. Al enfundar lenta y cuidadosamente, evitarás que se enganche el disparador con alguna parte de la funda o la ropa, algo que no puedes impedir si metes la pistola de golpe en la funda. Mientras enfundas, si notas resistencia, PARA.

Sigue estos pasos tú mismo, haz que los sigan todos los que disparen contigo y todos estaremos más seguros y mejor preparados para la vida real.

 


 

Sobre el autor: Ed Head es un habitual de Shooting Gallery y Down Range TV. Trabajó durante casi 30 años en el sector policial, primero en el Ejército del Aire estadounidense y después en la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, donde se retiró como supervisor de operaciones sobre el terreno. Durante su carrera en la Patrulla Fronteriza, Ed trabajó en una variedad de cometidos de patrulla, investigación y formación. Ed tiene una amplia experiencia como instructor con armas de fuego, habiendo entrenado a miles de personas, desde principiantes hasta policías, militares y miembros de unidades de operaciones especiales. Antes de enseñar en Gunsite durante 20 años, primero se entrenó allí con el fundador de la mundialmente famosa escuela de tiro, Jeff Cooper, y luego dirigió la escuela como gerente de operaciones durante más de cinco años. Ed vive en Chino Valley (Arizona, EE.UU.), donde continúa enseñando y escribiendo.

.