
Un buen ejercicio de humildad radica en reconocer los defectos, pero también las virtudes. Sin embargo, la humildad no es compatible con la fanfarronería ─que sería reconocer las virtudes que realmente no tienes, aunque tú lo creas─. La materialización de un ejercicio de humildad puede consistir en demostrar lo que uno vale, sea para bien o para mal. Como es lógico, para que no se trate sencillamente de un ejercicio interno, hace falta demostrárselo a alguien. Si esto lo trasladamos al ámbito del combate con armas de fuego, un ejercicio de humildad consiste en demostrar tu competencia delante de otras personas ─también se puede grabar en vídeo─ según algún estándar o ejercicio de tiro como referencia. No tengas miedo ni te avergüences porque tu competencia no sea la de un campeón del mundo, porque no se trata de eso, sino de reconocer la realidad de cada uno, para poder ir a más (niveles de competencia, por Pat Rogers).










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