Conceptos y definiciones

¿Seguro que el examen era difícil, o es que no habías estudiado lo suficiente? ¿Seguro que ha sido el estrés, y no ha sido tu incompetencia?

Dicen que una buena forma de explicar las cosas son las analogías, así que antes de hacer amigos entre los que se puedan dar por aludidos, veamos si conseguimos explicarnos medianamente bien.

Imagina que te juegas el puesto de trabajo de tu vida, haciendo algo que te apasiona y con un muy buen sueldo vitalicio con el que poder vivir más que holgadamente, tanto tú como tu familia ─mujer y cuatro hijos─. La asignación del puesto depende de un examen que solo tienes que aprobar con un 5 y eres el único candidato que se presenta al puesto. No solo tienes el puesto de trabajo de tu vida al alcance de la mano, sino que dependes íntegramente de ello para poder salir adelante, porque de lo contrario tú y tu familia os quedaréis en la calle, sin nada ni nadie a quien acudir, sin futuro ─digamos que se trata de un examen a vida o muerte─. Vamos, que tienes encima una gran presión ─llámalo estrés si quieres─ a la hora de realizar el examen. Tienes 100 días para preparar el examen.

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¿Es el ritmo cardíaco un indicador del rendimiento de un policía durante un incidente?

«En una situación de estrés, tal como un enfrentamiento armado, te suben las pulsaciones y ello implica una pérdida de habilidades motoras a la par que una disminución del rendimiento».

Creo que casi todos estaremos de acuerdo en ello y lo habremos escuchado y/o dicho en múltiples ocasiones. Por eso mismo, no es raro utilizar el ejercicio físico para subir las pulsaciones y así simular una situación de estrés antes de realizar un ejercicio de tiro, por ejemplo. Pero, ¿existe realmente una relación directamente proporcional entre estrés, ritmo cardiaco, habilidades motoras y rendimiento? ¿tiene sentido subir las pulsaciones mediante el ejercicio físico para simular el estrés?

En el siguiente artículo Chris Butler responde a una pregunta relacionada «directamente»: ¿es el ritmo cardíaco un indicador del rendimiento de un policía durante un incidente?

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Miedo: debilidad, cobardía, regalo.

Miedo. Unos lo llaman debilidad. Otros lo llaman cobardía. Algunos lo ven como el hombre del saco que va a acabar con ellos. Incluso hay un buen libro sobre el miedo en el trabajo policial bajo el desafortunado título El Miedo: Mata [Fear: It Kills]. Pero en realidad el miedo es un regalo de la Madre Naturaleza, un regalo que te mantendrá con vida. Así como la pistola, el miedo es una poderosa herramienta de supervivencia, pero solo si la conoces y sabes utilizarla.

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Mitos y leyendas: estrés, ritmo cardiaco, habilidades motoras y rendimiento, ¿existe una relación directamente proporcional entre estos factores?

GIF Animado: Gráfica del ritmo cardiaco

«En una situación de estrés, tal como un enfrentamiento armado, te suben las pulsaciones y ello implica una pérdida de habilidades motoras a la par que una disminución del rendimiento».

Creo que casi todos estaremos de acuerdo en ello y lo habremos escuchado y/o dicho en múltiples ocasiones. Por eso mismo no es raro utilizar el ejercicio físico para subir las pulsaciones y así simular una situación de estrés antes de realizar un ejercicio de tiro, por ejemplo. Pero, ¿existe realmente una relación directamente proporcional entre estrés, ritmo cardiaco, habilidades motoras y rendimiento? ¿tiene sentido subir las pulsaciones mediante el ejercicio físico para simular el estrés?

De momento, deja tus comentarios más abajo. Más adelante buscaremos la información que confirme, desmienta, aclare, explique, …, esta cuestión.

En este otro artículo se responde a la pregunta ¿es el ritmo cardíaco un indicador del rendimiento de un policía durante un incidente?

¿Ciencia ficción o Ciencia real? Marcadores somáticos y predicción de las acciones del enemigo.

«Si no lo vemos, no lo creemos». Dicho de otro modo, «si solo lo leemos, no lo creemos», ¿o deberíamos creer en ello? Hay cosas que se salen tanto no solo de lo normal, sino también de lo imaginable, que cuesta creerlas. En estos casos se hacen necesarios ─y es muy sano─ contar con referencias lo más rigurosas posibles. Este tema es uno de esos casos y nos llega de la mano de Marcus Wynne, un hombre polifacético con un interesante historial que comprende una amplia experiencia y formación. Lo que plantea Marcus es algo que lleva enseñando desde hace años. Se trata de predecir las acciones del enemigo antes de que se inicien siquiera a partir de ciertos «marcadores somáticos». A nosotros no nos preguntes, porque al leerlo se nos quedó cara de haba, pero Marcus es de fiar, así que confiamos en la veracidad de lo que dice, que te traducimos a continuación sin adulterar para que lo valores por ti mismo.

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Cómo diferenciar a un instructor de un charlatán o mitómano.

Hay instructores, que se lo han ganado con su formación y experiencia, y hay quienes se creen instructores, que se han autoproclamado a pesar de su falta de formación y experiencia. Estos segundos, los autoproclamados, no suelen ser más que charlatanes que se creen sus propias mentiras, es decir, mitómanos. No es difícil diferenciarlos, basta con reconocer las mentiras, el problema es que los charlatanes se aprovechan de la ignorancia de los demás para que no lleguen a detectar las mentiras. Puede ayudar conocer los síntomas de la mitomanía:

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«Para enseñar no hace falta ser bueno», otra excusa de vendehúmos, impostores y mediocres.

Aun peor que la mediocridad son las excusas para no intentar acabar con ella. Y si hablamos de competencia con armas de fuego, las excusas no justifican el peligro que corren propios y extraños por la incompetencia de uno. Las excusas ─ni estrés, ni fisiología, ni amígdala, ni ná─ no eximen de responsabilidad al mediocre o incompetente, aunque él crea que sí. El remedio es bien sencillo: un entrenamiento adecuado ─lo cual tiene un precio─. El caso es que parece que hay algunos que pretenden instaurar la mediocridad como excelencia, y al cúmulo de excusas de los mediocres, algunos instructores vendehúmos o impostores suman la de que «para enseñar no hace falta ser bueno». Por tanto, no solo no disparan bien, sino que ni siquiera disparan ante sus alumnos ─por miedo o vergüenza─ (alguno incluso llega a decir que «en combate no hace falta agrupar»).

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¿Qué es combatir con un arma de fuego? Pues no es solo disparar, pero incluye disparar, y por eso se trata de algo que tienes que entrenar y llegar a dominar.

Siempre nos ha gustado eso de llamarlo «combate con armas de fuego», en lugar de «tiro» con un sin fin de adjetivos de lo más variado ─muchas veces estupideces─: tiro tal, tiro cual, tiro pascual, etc., ¿es absurdo o necesario contar con infinitas denominaciones o tipos de tiro para hablar muchas veces de lo mismo? Lo sentimos, pero preferimos llamarlo simplemente combate con armas de fuego, una denominación que aprendimos del difunto Pat Rogers, que lo llamaba «gunfighting» ─en inglés─. Porque combatir con un arma de fuego no consiste simplemente en disparar, aunque implique disparar llegado el caso.

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¿Cómo se manifiestan los sesgos cognitivos al hablar de combate con armas de fuego?

Homer Simpson

Nos hemos puesto a pensar ─algo que no hacemos ni mucho ni bien─ en el artículo del otro día sobre 12 sesgos o prejuicios cognitivos que te impiden ser racional. Tratándose de sesgos propios del ser humano se pueden extrapolar a cualquier ámbito. Parece interesante pensar cómo se manifiestan ─si es que lo hacen─ estos sesgos cognitivos al hablar tanto de tiro como de combate con armas de fuego. Aquí tienes algunas reflexiones que puedes hacer. La explicación de cada sesgo la tienes en el artículo original.

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Los 12 sesgos o prejuicios cognitivos que te impiden ser racional. Por George Dvorsky.

Esto no solo tiene que ver con los temas tratados en el blog, sino también con cualquier otro tema. No es raro que sesgos cognitivos y falacias nos impidan razonar correctamente. Se trata de algo completamente humano que queramos que no a veces nos afecta inconscientemente. La mejor forma de «combatirlo» ─sin garantías de éxito, pero algo es algo─ empieza por conocer de qué se trata. La cuestión es saber cómo razonar sin que se presenten sesgos cognitivos ni falacias. En este artículo el autor aborda una docena de los sesgos o prejuicios cognitivos que nos pueden llevar a sacar conclusiones erróneas ─al mismo tiempo que lees piensa cómo se traslada a nuestro ámbito─.

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