¿Seguro que el examen era difícil, o es que no habías estudiado lo suficiente? ¿Seguro que ha sido el estrés, y no ha sido tu incompetencia?

Dicen que una buena forma de explicar las cosas son las analogías, así que antes de hacer amigos entre los que se puedan dar por aludidos, veamos si conseguimos explicarnos medianamente bien. Imagina que te juegas el puesto de trabajo de tu vida, haciendo algo que te apasiona y con un muy buen sueldo vitalicio con el que poder vivir más que holgadamente, tanto tú como tu familia ─mujer y cuatro hijos─. La asignación del puesto depende de un examen que solo tienes que aprobar con un 5 y eres el único candidato que se presenta al puesto. No solo tienes el puesto de trabajo de tu vida al alcance de la mano, sino que dependes íntegramente de ello para poder salir adelante, porque de lo contrario tú y tu familia os quedaréis en la calle, sin nada ni nadie a quien acudir, sin futuro ─digamos que se trata de un examen a vida o muerte─. Vamos, que tienes encima una gran presión ─llámalo estrés si quieres─ a la hora de realizar el examen. Tienes 100 días para preparar el examen. Tienes una última cosa a tu favor: si el examen es «demasiado» difícil quedará invalidado y te asignarán el puesto automáticamente. Te dicen que basta con que estudies un par de horas diarias a la semana para superar el examen. Si aún así no lo superas, entonces se considerará demasiado difícil y te asignarán el puesto automáticamente. Lo que no te dicen es que para determinar si el examen es «demasiado» difícil, posteriormente realizarán ese mismo examen un total
Has superado el límite de 1 artículo gratis al día (vuelve mañana, gracias), o es que este artículo es exclusivo para suscriptores. Para continuar leyendo sin límites, ¡suscríbete! ─por solo 0,83€/mes (9,99€/año)─. ¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión aquí.