
No hay atajos que valgan. No puedes hacer milagros para vencer en un combate. El deseo de derrotar al enemigo ha de venir de dentro.
La habilidad en el tiro es algo que no solo se puede medir y evaluar, sino que resulta imprescindible hacerlo para no engañarse a uno mismo ni a los demás. Por un lado tiempo y distancia, y por otro lado impactos y blancos, son las variables que definen el rendimiento de un tirador y, por tanto, su nivel de habilidad. Cualquier persona en disposición de hacer uso de un arma de fuego, y muy especialmente los profesionales armados (bien sean militares, policías, escoltas, o vigilantes de seguridad privada, etc.), ha de entrenar para alcanzar y mantener un alto nivel de habilidad, y no hay excusas que valgan, porque el día de la verdad de poco van a servir (es que…, pero…, yo no sabía…, la realidad es…, a mi me dijeron que…, blablabla). En fin, mejor que nos lo explique alguien como Tom Givens, que conoce de buena tinta el problema y al menos parte de la solución. Seguir leyendo…
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