Protege tu audición con cascos o tapones, activos o pasivos. ¡Son tus oídos y quedarse sordo no mola!

Ya lo decíamos en otro artículo, «cada vez que se realiza un disparo ─y da igual si se trata de un enfrentamiento armado en la vida real o de un ejercicio de tiro en la galería/campo de tiro─ dos son los órganos de nuestra anatomía que directa e irremediablemente pueden sufrir daños a consecuencia de nuestro propio disparo: los oídos y los ojos. Ni qué decir tienen las implicaciones derivadas de los posibles daños en estos órganos: la pérdida o disminución del oído y de la vista. Para reducir nuestra vulnerabilidad lo fácil y evidente consiste en utilizar el equipo de protección individual adecuado, es decir, protección auditiva y protección ocular». En aquella ocasión hablamos de la protección ocular, así que en esta ocasión toca hablar de la protección auditiva.

Para garantizar nuestra protección auditiva podemos confiar en dos soluciones bien diferentes ─tapones y cascos─, cada una con sus ventajas e inconvenientes.

Los tapones de protección auditiva se caracterizan por ir introducidos ligeramente en el propio canal auditivo y ocupar parte del pabellón auditivo ─lo que viene siendo la cara exterior de la oreja─. Esto puede resultar ligeramente o muy incómodo, según la persona. Llevar tapones durante horas ─lo que al fin y al cabo supone llevar algo metido dentro de la oreja─ puede acabar siendo un poco coñazo, además de la cuestión de higiene ─que hay tapones que salen del oído con una cubierta de cerumen un tanto desagradable a la vista─.

Así que en este sentido los cascos de protección auditiva van a resultar más cómodos, dado que envuelven toda la oreja y presionan contra la cabeza a través de un acolchado que suele ser bastante cómodo y aisla el oído del exterior. Cómodos salvo cuando se llevan ─que debe ser siempre─ gafas de protección, que en algunos casos ─según el tipo de patilla─ puede llegar a ser verdaderamente molesto e incluso doloroso si el acolchado de los cascos presiona demasiado la patilla contra la cabeza. Para comprobarlo no queda otro remedio más que acudir al viejo método ensayo-error y probar qué tal conjugan gafas y cascos. Si las gafas no tienen una patilla demasiado dimensionada, o si los cascos utilizan un acolchado suficientemente blando, no tiene por qué haber problema. Siempre puedes optar por gafas de protección de patilla plana como el modelo Aegis Echo de la marca Smith Optics Elite, u otras gafas de protección con una gran relación calidad-precio como las Swiss Eye Raptor.

Por otra parte, los tapones tienen la ventaja de que cuando la temperatura es alta no dan tanto calor como los cascos, dado que la oreja se encuentra a la intemperie y cuenta con algo de ventilación. Así el sudor no llega a los tapones como sí sucede con los cascos, que no es raro que acaben goteando sudor ─sin que ello suponga otro problema más allá de tener que secarlos un poco al terminar y dejarlos a la intemperie un rato para que se aireen antes de guardarlos─. En invierno sucede lo contrario, y se agradece el calorcito que dan los cascos, que cubren toda la oreja y la aíslan del frío exterior.

No hay que olvidar que en el caso de disparar con fusil los cascos ─especialmente los modelos más voluminosos─ puede que no sean una opción, porque interfieran o impidan el correcto encare del arma. Lo mismo sucede en el caso de utilizar casco, que puede imposibilitar el uso de cascos ─valga la redundancia─, salvo que debajo exista espacio suficiente, como suele ser habitual con los cascos modernos ─que llevan la zona de la oreja expuesta (casco tipo OpsCore) o que cuentan con un ensanche en dicha zona (casco tipo MICH o ACH).

En cuanto a la verdadera misión de tapones y cascos ─la protección auditiva─, ambos proporcionan niveles de atenuación de 20 dB para arriba ─que es lo mínimo que se le debe pedir─, con modelos que pueden llegar a más de 30 dB de atenuación. Si bien, los tapones ─al ir introducidos en el canal auditivo─ suelen brindar una mayor capacidad de atenuación del sonido y por ello son la opción preferida si se requiere tal nivel de protección auditiva. Para alcanzar mayores niveles de atenuación se puede simultanear el uso de tapones y cascos, especialmente si estos últimos son electrónicos o activos, dado que la amplificación del sonido permitirá escuchar aquellos sonidos por debajo de los umbrales dañinos.

Tapones de protección auditiva SureFire EP6

En cuanto a precios la variedad es tan amplia como la variedad de modelos, pero los tapones ─en sus modelos más básicos─ suelen ser más o mucho más baratos que los cascos, salvo los modelos electrónicos o activos, que resultan más caros ─mucho más especialmente en el caso de los tapones, supongo que por aquello del coste de miniaturizar toda la electrónica─. En cuanto a tapones especialmente diseñados para la práctica del tiro destacan los de la serie EarPro de SureFire, que dan muy buen resultado, ─aún siendo más caros que tapones más básicos─ no suben demasiado de precio y ofrecen una probada comodidad y protección. 

Los modelos electrónicos o activos se caracterizan ─tanto tapones como cascos─ por incorporar una serie de componentes electrónicos que amplifican aquellos sonidos que se encuentran por debajo de los umbrales dañinos, tales como voces o ruidos ─algo que resulta de gran utilidad o imprescindible en el campo de tiro, o en la vida real─.

Con la información anteriormente expuesta ya estás en disposición de elegir qué protección auditiva quieres utilizar en tus prácticas de tiro en el campo o en la galería. Creo que la opción más socorrida y práctica son los cascos electrónicos ─o activos─ de protección auditiva, por las ventajas que aportan por un precio asequible. Y es que no hace falta gastarse demasiado dinero para disponer de unos cascos electrónicos de calidad. Entre las múltiples opciones disponibles te puedes encontrar unos clásicos como los cascos electrónicos Honeywell Howard Leight™ Impact® Sport que ya analizamos en este artículo.

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