Hace un tiempo hablamos en forma de reflexión acerca de la proliferación de instructores y escuelas de formación, sin saber muy bien si este auge se debe a vocación, al interés por aprovechar una oportunidad de negocio, o a ambas cosas. Junto a este fenómeno surgen lo que se podrían llamar escuelas tácticas, que en algunos casos comparten una serie de características. Incluso en ocasiones se puede hablar de vendehúmos tácticos.
Una escuela táctica es un grupo de personas que comparten una metodología táctica, como puede ser «rociar y rezar», y tienen afinidades en común, que les diferencian de otras escuelas tácticas. Algunas escuelas tácticas surgen como un grupo minoritario que se escinde de otro más grande o que sigue una metodología táctica diferente a la de la mayoría. Hay escuela tácticas que representan agrupaciones cerradas, que no permiten que el resto conozca sus prácticas en detalle.
Las escuela tácticas pueden captar a sus seguidores a través de diferentes métodos. Por lo general desarrollan tareas de persuasión y convencimiento sobre personas con menos formación y experiencia, prometiéndoles una mejor formación si se unen a su escuela táctica. En muchos casos, esta intención de sumar gente a la escuela táctica obedece a una razón comercial, ya que la escuela táctica puede resultar un gran negocio para su maestro.
Las escuelas tácticas cuentan con un maestro supercarismático, aparentemente maravilloso, que logra que poco a poco confíes en él como confías en tu madre. Cuando entran a formar parte de una escuela táctica cambian su forma de hablar, se expresan como otra persona y repiten frases armadas, se distancian de sus compañeros, se vuelven monotemáticos y se interesan por bibliografía y autores que hasta ahora no habían leído, son más esquivos, hablan poco y se irritan fácilmente si se habla mal de su metodología táctica, cambian su vestimenta.
Normalmente, las actividades de estas escuelas tácticas tienen lugar lejos del entorno habitual de los nuevos miembros y las sesiones son prácticamente ininterrumpidas. En resumen, se crean toda una serie de «inconvenientes» que favorezcan que sus miembros se tengan que quedar todo el día allí, en contacto constante con la escuela táctica.
Durante la primera sesión, los nuevos miembros se verán tremendamente arropados y adulados por el resto. Los abrazos y el sentimiento de compañerismo serán constantes. Los maestros no necesitarán convencerlos con argumentos, ya que su labia será suficiente para hacerlos sentir especiales. Tras el primer día, se habrá sembrado en los nuevos miembros un falso pero intenso sentimiento de pertenencia al grupo, que hará que vuelva a futuras clases y cursos. La escuela táctica a la que ha entrado a formar parte, le será presentada como la única que puede dar respuesta a lo que busca. Se fomentará una determinada jerga propia, que acentúe aún más la separación entre los miembros de la escuela táctica y quienes no pertenezcan a ella. El maestro será la fiel representación de las aspiraciones que tienen los miembros de la escuela táctica, por lo que estos harán todo lo que les pida para poder llegar a ser como él. El amor que se les brindó al principio, se descubre como un amor condicional: sólo se mantendrá si siguen las pautas que se les marcan. Esto instaurará en ellos el miedo a perder el amor y la aceptación del grupo, estrechando así los lazos de dependencia con la escuela táctica y su maestro.
Como última instancia, se le hará un «lavado de cerebro» prolongado en el tiempo: cada vez que algo sea cuestionado, se le hará creer que es la envidia de otros y que tiene que implicarse más con la escuela táctica y hacer oídos sordos. De este modo, se va anulando el carácter del miembro, que plenamente convencido de que obtendrá beneficios si sigue a pies juntillas todas las instrucciones que le son dadas, deja de cuestionarse las cosas o de acudir al pensamiento crítico. Así, poco a poco, se crea una pseudopersonalidad que bloquea todo rasgo de la persona que era antes de entrar a la escuela táctica, convirtiéndose en una especie de clon del maestro que centra su vida en contentarlo y perseguir los ideales de este.
En realidad, todo el texto que acabas de leer está extraído de las fuentes indicadas más abajo ─con alguna ligera modificación─. Si en algún momento has identificado alguna escuela táctica que se ajuste a lo anteriormente expresado, se trata de «sectas tácticas», y no de verdaderas «escuelas tácticas» ─que para serlo han de escapar totalmente de cualquier comportamiento o práctica sectaria y/o adoctrinamiento persuasivo-sugestivo táctico dinámico proactivo blablabla─. Lo cierto es que no hemos hecho mucho más que sustituir en el texto original la palabra «secta» por «escuela táctica». Así que si te identificas ─o identificas a alguien─ al leer el texto, puede que tengas razones para preocuparte, tantas como el hecho de entrar a formar parte de una secta, sea religiosa, o táctica, en este caso. Al menos, espero que dentro del ideario de una posible «secta táctica» no se incluya el suicidio colectivo.
Se trata sencillamente del dicho: «Dios los cría, y ellos se juntan», o su variante moderna, «las Redes Sociales los crían, y ellos se juntan». Este dicho «alude con cierta ironía a la inclinación natural que lleva a juntarse a los de un mismo genio y temperamento. Se aplica más bien a personas de conducta censurable» (Centro Virtual Cervantes).
Ahí tienes una buena pista que puedes seguir fácilmente para separar el trigo de la paja. Los tierraplanistas se juntan con tierraplanistas. Los vendehúmos se juntan con vendehúmos. Los deficientes tácticos se juntan con deficientes tácticos. Los profesionales se juntan con profesionales. Etc. Así que solo tienes que seguir las miguitas de pan para identificar/detectar a tierraplanistas, vendehúmos, deficientes tácticos, profesionales, etc.
Esto se aplica también a las Redes Sociales. Cada uno sigue los perfiles en redes en los que mejor encaja. ¡Tú decides con quién te juntas! ¡o a quién sigues en Redes Sociales!
Fuentes: Definición de secta. Sectas: mecanismos de captación. Las sectas no tienen un cartel en la puerta.
.
Gracias por su respuesta. Deseo que a nuestros pilotos de las FSE , les proporcionen el mejor entrenamiento posible, y de calidad y pagado o dentro de sus horarios de trabajo para que sepan que hacer si en algún dasgraciado caso necesitan hacer uso de sus alguna de sus herramientas de trabajo . Y que se sientan respaldadoa pos sus superiores y jueces cuando actúan .
Gracias por tu comentario, Santa.
Pues la pregunta no tiene una única respuesta. El arma a elegir sería la mejor de todas las disponibles, en el sentido de que ofrezca fiabilidad, facilidad, comodidad, eficacia.
En fusiles el HK416A7 es una opción muy utilizada, 5,56×45. En pistolas Glock es una opción muy utilizada, en 9 Luger.
Pero más que la máquina, lo importante es el piloto.
Por supuesto, todo esto te lo digo desde la ignorancia de alguien sin experiencia en combate, pero creo que viene siendo lo que pueden decir los que sí la tienen.
Un saludo.
He leído que la mejor arma es la que uno tiene. Y es mas verdad que todos los días sale el sol. en mi pueblo,por el este.
En artículos , opiniones de compañeros, libros y en documentales,se vierten opiniones sobre que arma principal(fusil de asalto,rifle de combate o como deban llamarse),es la mejor. De todo,he leído de todo. Y tengo muchas curiosidades.
Mi opinión es que en caso … . Mi opinión no cuenta .
Nunca he estado en combate ,ni ganas.Ni he necesitado para defender mi vida civil mas que una CZ75 que de milagro llevaba en el maletín y descargada ,en un atraco que evité, sin mas que un miedo posterior que me duró meses y una navaja en un ataque de rottweiler durante mi trabajo y que quedó malherido por culpa del imbécil del dueño que ni lo tenía atado ni entrenado.Suerte que lo vi venir.
Disculpe este taco de letras. Mi pregunta es: Soldados, profesionales, en caso de poder elegir arma para el combate,¿que armas, que modelos y que calibres eligen los que pueden elegir.?.
saludos.