En su momento ─allá por 1990─ el innovador fusil HK G11 y su peculiar munición embutida sin vaina no llegó a ser más que una anécdota. El proyecto se abandonó por falta de presupuesto ─y de interés─. Ahora, tras más de 20 años, resurge la idea de la munición embutida sin vaina como uno de los avances en cuanto a armas portátiles por suponer una considerable reducción de peso, volumen y coste de la munición. Pero va a llevar algo de tiempo comprobar en qué queda la cosa.
(Reproducción del artículo en español publicado en War Is Boring con fecha 1 de diciembre de 2017, traducción del original en inglés escrito por Charlie Gao)
La Justificación de la Munición Embutida Sin Vaina [Caseless Telescoped Ammunition].
Sin embargo, la inercia institucional supone un obstáculo para la adopción de cartuchos más ligeros.
Últimamente se le ha prestado mucha atención al estado del arsenal militar estadounidense de armas portátiles. Tras el anuncio y posterior cancelación del proyecto 7.62 Interim Combat Service Rifle [Fusil Reglamentario de Combate Provisional 7,62] del Ejército de Tierra estadounidense, muchos se quedaron con la pregunta de cuál era el verdadero plan del Ejército de Tierra estadounidense respecto a un futuro fusil reglamentario.
Una posible respuesta fue la presentada por Textron en la reunión anual de 2017 de la Association of the United States Army (AUSA) [Asociación del Ejército de Tierra Estadounidense] ─utilizar la tecnología Cased Telescoped Ammunition [munición embutida en la vaina], o CTA, en las armas portátiles.
A diferencia del uso de la CTA con cañones automáticos en vehículos, la CTA con armas portátiles es un avance bastante reciente. Si bien algunos diseños más antiguos de cartuchos podrían considerarse técnicamente CTA, estos primeros diseños no incluían muchos de los beneficios que aporta la tecnología moderna de CTA.
Durante la Guerra Fría, el desarrollo de armas portátiles se centró principalmente en la munición sin vaina [caseless ammunition]. Esto llevó finalmente al desarrollo del H&K G11, un fusil que utilizaba munición embutida sin vaina [Caseless Telescoped Ammunition].
El G11 se presentó al programa Advanced Combat Rifle [Fusil Avanzado de Combate] del Ejército de Tierra estadounidense y fue aceptado para su entrada en servicio en la Bundeswehr. Sin embargo, el G11 cayó víctima de los recortes presupuestarios tras la reunificación de Alemania, y desde entonces los militares no han realizado demasiados intentos hacia la munición sin vaina.
Entra en escena el programa Lightweight Small Arms Technologies [Tecnologías de Armas Portátiles Ligeras], o LSAT.
Al principio, el LSAT era solo un intento para desarrollar armas portátiles más ligeras. Con el tiempo, por los conflictos con el programa XM8, el alcance del programa LSAT se limitó a ametralladoras ligeras. Aunque durante un tiempo el programa LSAT intentó utilizar la tecnología de munición sin vaina para lograr este objetivo, al final abandonaron el uso de CTA.
El programa LSAT ─que se centró en el calibre 5,56─ se convirtió entonces en el programa Cased Telescoped Small Arms Systems (CTSAS) [Sistemas de Armas Portátiles de Munición Embutida en la Vaina] en 2016. Esto amplió además el alcance del proyecto para incluir otros calibres.
Actualmente, el programa CTSAS, dirigido por Textron, ha desarrollado con éxito una línea de CTA eslabonada con vaina de polímero, junto con una serie de ametralladoras alimentadas por cinta y carabinas alimentadas por cargador que disparan esta munición. La munición se encuentra en el nivel 7 de preparación tecnológica, lo que significa que ha superado varias pruebas de resistencia y durabilidad ambiental.
Entonces, ¿qué beneficios aporta la CTA a las armas portátiles? El principal punto a favor de la CTA del programa CTSAS consiste en, en virtud de su propio nombre, una reducción del peso del 41% y una reducción del volumen del 12% respecto a la munición convencional.
El propio diseño de ametralladora del programa CTSAS también pesa menos ─6,5Kg de peso el modelo en calibre 7,62mm, mucho menos que los 10Kg de la M240L, la actual ametralladora 7,62mm del Ejército de Tierra estadounidense, y que los 8Kg de la PKP Pecheneg, la actual ametralladora calibre 7,62mm de los militares rusos─.
Esta ametralladora ha reducido además el riesgo de autoencendido [cookoff], dado que la recámara está separada del cañón.
Asimismo, los cartuchos de CTA del programa CTSAS utilizan propelente compactado, que presenta mejores características de combustión y ocupa menos volumen de vaina respecto al propelente tradicional en grano. Otros cartuchos de CTA, incluidos los utilizados en el cañón CT40, utilizan propelente en grano.
El diseño del cartucho incorpora además un tapón en su extremo que hace que el cartucho se alinee con el cañón. Esto mitiga el potencial problema de que el cartucho «martillee» contra el cañón y su estriado, y provoque un desgaste excesivo del ánima.
Teóricamente otra de las ventajas de la CTA con vaina de polímero es la reducción del coste por cartucho, debido a la menor cantidad de materia prima y energía necesaria para fabricar cada cartucho. No obstante, esto aún está por ver, según vaya la economía de escala.
El cartucho CTA y el diseño de ametralladora ligera LMG han demostrado ser muy versátiles, con versiones en calibre 5,56mm y 7,62mm de la ametralladora CTSAS y la munición CTA en fase de fabricación y pruebas. La CTA se ha fabricado en un nuevo calibre 6,5, que se supone que tiene una balística superior a los calibres actuales.
El principal problema que impide la adopción generalizada de la tecnología de armas portátiles CTSAS es la inercia sistémica. Dado lo difícil que resulta para las Fuerzas Armadas estadounidenses estandarizar un simple cargador de fusil, la posibilidad de cambiarlo todo drásticamente ─armas, munición eslabonada y munición─ es sumamente desalentadora. Se trata de un coste evidente que es poco probable que las Fuerzas Armadas estadounidenses estén dispuestas a asumir en este momento, por lo limitado de los beneficios que aporta la tecnología CTSAS.
Además, la tecnología CTSAS «rompe las reglas» en cuanto a la idea tradicional que se tiene sobre armas portátiles. Las primeras versiones de la carabina CTSAS que se alimentaban de un cargador no se podían recargar hasta vaciar el cargador. Lo cierto es que la forma ideal de alimentar cualquier arma CTSAS es con munición eslabonada.
Sin embargo, la idea de dotar a cada soldado con un fusil alimentado por cinta es un plato difícil de digerir para algunos, que asumen que siempre se tardará más en recargar un arma alimentada por cinta que un arma alimentada por cargador. El CTSAS no está del todo maduro en su versión carabina, que aún pesa más que la carabina M4 actualmente reglamentaria.
En general, la CTA para armas portátiles es una tecnología prometedora que podría reducir significativamente el peso con el que carga un soldado en combate, al tiempo que proporciona otros beneficios menores. Sin embargo, no está claro si esto constituye una mejora suficiente para que los militares estadounidenses la adopten.
Este artículo fue publicado por primera vez en The National Interest.
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