Ante cualquier incidente, sea del tipo que sea, para conocer los detalles de lo sucedido y llegar a comprender todos los factores implicados, se suele acudir a los testigos, directos u oculares, para recabar su versión de los hechos. Dicha versión y la información vertida en ella van a depender de lo que recuerden esas personas (testigos) que han participado directamente en el incidente o lo han presenciado. Pues bien, parece ser (cosa que no resulta ningún secreto ni nada nuevo) que tales versiones han de considerarse con cautela dado que no siempre serán de fiar y pueden incluir datos poco o nada precisos y carecer de algunos detalles de vital importancia para esclarecer los hechos, aunque los testigos ni siquiera sean conscientes de ello. Pero es que además estas circunstancias se agravan especialmente en el caso de incidentes con una gran carga de estrés, como puede ser un enfrentamiento armado.
Esto quiere decir que durante la investigación de un enfrentamiento armado no siempre las versiones de los testigos, ni siquiera los directamente implicados, se ajustarán plenamente a la realidad. Posiblemente no recuerden todos los detalles y/o aquellos que recuerden no se ajusten con precisión a la realidad, por lo que si es posible se hace necesario contrastar a través de otros medios la información aportada por los testigos.
Entre los detalles de vital importancia que pudieran tergiversarse en las versiones de los testigos se encuentran aquellos relativos al a
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