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Hace 10 años llegó a nuestras manos un interesante documento, en inglés, sobre lecciones aprendidas en la operación Hue City, narradas por algunos de sus protagonistas, que tradujimos al español por aquel entonces y que ahora reproducimos aquí en varias partes por si fuera interesante.
Aquí tienes la tercera parte que habla sobre la misión y su ejecución:
Lecciones aprendidas
Operación «HUE CITY»
Cía. Charlie, 1er Bón./5ª Brig./1ª Div. Infª. de Marina
RVN* 31 de Enero de 1968 a 5 de Marzo de 1968
*Republic of Vietnam – República de Vietnam.
3. MISIÓN.
La misión que se asignó a las fuerzas de Infantería de Marina durante la Operación «HUE CITY» fue la de atacar y destruir a las fuerzas enemigas que habían conquistado barrios importantes de la antigua capital imperial de Hue durante la ofensiva sorpresa del NVA que rápidamente se apodó la Ofensiva del Tet. Debido al carácter histórico de muchos de los edificios en Hue, el empleo de armas de grueso calibre fue restringido drásticamente durante los primeros días de combate en ambas riberas del río. A medida que las bajas propias se amontonaban, y las estimaciones iniciales acerca de la entidad de la fuerza enemiga en la zona de la ciudad de Hue se incrementaban de manera alarmante, finalmente las restricciones de fuego sobre las armas de apoyo se anularon. En mi respetuosa opinión, la capacidad para cumplir con éxito la misión se vió seria y negativamente afectada por las reglas de enfrentamiento. Como se suele decir acerca de la guerra, ellos mismos eran su peor enemigo.
Aunque se entiende que la misión y las reglas de enfrentamiento no son responsabilidad exclusiva de los jefes de Infantería de Marina a nivel sección, compañía, batallón o incluso brigada, se recomienda encarecidamente que se realicen todos los esfuerzos necesarios, en cualquier nivel de la cadena de mando, para garantizar que se alcanza un equilibrio razonable entre las exigencias de la misión y el efecto de las reglas de enfrentamiento sobre la capacidad del mando para cumplir la misión con éxito.
4. EJECUCIÓN.
4.1 RECONOCIMIENTO E INTELIGENCIA.
El combate en población tiene lugar casi siempre a muy corta distancia. No es difícil encontrarse fuerzas enemigas combatiendo desde posiciones separadas entre sí sólo unos cuantos metros; la mayor parte del combate se entabla a una distancia comprendida entre los 25 y los 100 metros. Debido a esta naturaleza de cercanía, es fundamental saber dónde se encuentra el enemigo y como está desplegado. Esta lección se aprendió a base de palos durante los primeros combates dentro de la Ciudadela. Durante los dos primeros grandes enfrentamientos entre la Infantería de Marina y las fuerzas del NVA en la mañana del 13 de Febrero de 1968, el enemigo nos sorprendió e hizo importantes estragos muy rápidamente. Esto sucedió principalmente porque no sabíamos exactamente dónde se encontraba desplegado el NVA. Aunque el ARVN había participado en varios combates dentro de la Ciudadela, no recordamos haber recibido inteligencia alguna por su parte en cuanto a la localización exacta del enemigo. Además, que sepamos, no se envió ninguna unidad de reconocimiento de Infantería de Marina para comprobar la situación e identificar las posiciones enemigas antes de atacar.
Recomendamos que todos los medios de inteligencia, unidades de reconocimiento, y dispositivos de vigilancia, que puedan estar disponibles se empeñen en un esfuerzo notable por fijar las posiciones exactas de soldados y unidades enemigas. El combatiente que sabe dónde se esconde su enemigo experimenta una indudable ventaja en cuanto a la sorpresa y al empleo devastador de la potencia de fuego.
4.2 TÁCTICAS DE COMBATE EN POBLACIÓN.
Lo trágico del combate en población es que el «campo de batalla» de cada combate es un barrio; cada objetivo ocupado, es la casa de alguien, o un colegio o una iglesia, o alguna otra construcción de un significado y valor importante para la gente que vive allí. Teniendo en cuenta las posibilidades, no es difícil imaginarse combates entre carros de combate en medio del aparcamiento de un centro comercial; fuego de mortero que alcanza una iglesia, un hospital, o un centro social; intensos tiroteos con armas de pequeño calibre entre viviendas; una barrera de artillería en el patio de un colegio. Aunque estas imágenes pueden ser provechosas para las fábricas de celuloide de Hollywood, cuando se piensa en ellas en relación a nuestras casas y los colegios e iglesias de nuestros propios barrios, la tragedia se incrementa de un modo u otro, convirtiéndose en algo más político. Sin embargo, todos opinamos que la vida de un solo infante de marina es más preciosa que diez edificios, cien casas, colegios, iglesias, cementerios, centros comerciales, o cualquier otra construcción conocida por el hombre. Los edificios se pueden reconstruir, pero la vida una vez que se pierde no puede volver a ponerla en su sitio la mano humana. Por lo tanto, deberían realizarse todos los esfuerzos, empleando cualquier y todo el armamento disponible, para suprimir al enemigo y apoyar el avance de la Infantería de Marina mediante el empleo de las armas de apoyo y sin tener en cuenta el daño producido a cualquier edificio.
Al mismo tiempo, el empleo de armamento pesado en el combate en población es realmente un «arma de doble filo», tal y como lo son muchos otros medios en la guerra moderna. Los escombros pueden ser casi tan efectivos como un edificio para proteger las posiciones enemigas. Además, la artillería y otras amas de «tiro tenso» pueden estar algo limitadas por la altura de los edificios y la distancia entre ellos. En muchos casos, los morteros, aunque más pequeños en calibre, son mejores que la artillería debido a sus trayectorias más altas y por lo tanto pueden disparar sobre blancos enemigos que están protegidos eficazmente de las armas de fuego directo por edificios y otras construcciones.
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