
Republicado desde IG @let_n_ec
La humildad es el rasgo más importante que tiene que tener un instructor. Desde una posición de humildad, el instructor continúa desarrollándose, tiene empatía y pone a sus instruidos por encima de su propia necesidad de aprobación.
Un instructor con humildad teme lo que no sabe y teme fallarles a sus instruidos, por lo que se esfuerza por mitigar ambos.
Parte de esa mitigación consiste en desarrollar su competencia. La competencia es conocimiento y habilidad. Para un instructor esto tiene que ser así tanto en el contenido que facilita como en su capacidad para facilitarlo.
Un instructor sin humildad pone su propia persona y su éxito antes que sus instruidos. Cree que está en la cima y se conforma con su conocimiento y habilidad actuales. No puede y no permitirá ningún desafío, creyéndose el gurú en la cumbre.
El instructor sin humildad no ve la necesidad de desarrollar más su conocimiento y habilidad y cree que es lo que tiene es suficiente y posiblemente no va a cambiar o mejorar.
De la humildad surge una mentalidad de crecimiento: es reconocer que puedes ser bueno, pero aun te queda mucho que aprender. Esto crea un terreno fértil para la competencia.
La falta de humildad mata la competencia. La competencia se estanca y finalmente deja de ser relevante.
En algún momento, el humilde se diferenciará del orgulloso. Al final sucede una de dos: el orgulloso se vuelve humilde o deja de instruir y le echa la culpa al mundo.
Sé humilde. Busca la competencia.
O dejas de importar lo más mínimo.
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