Ya sabes cuál es la tercera norma de seguridad con las armas de fuego: «mantén el dedo fuera del disparador ─y del guardamontes─ hasta que los elementos de puntería estén sobre el blanco y realmente vayas a disparar». No vale estirar el dedo índice y mantenerlo sobre el disparador, sino que tiene que ir totalmente fuera y por encima del guardamontes. Se trata de evitar que ante una contracción muscular involuntaria el dedo pueda presionar inadvertida y/o involuntariamente el disparador, por lo que si solo se estira el dedo podría acabar presionando el disparador si se contrae (el Dr. Roger M. Enoka lo explica mejor que nadie).
El dedo índice tiene que permanecer estirado y por encima del guardamontes hasta el momento en que los elementos de puntería se encuentren sobre el blanco y pretendamos disparar inmediatamente. Si no se dan ambas condiciones, el dedo no se mueve de su posición estirada por encima del guardamontes. Por lo tanto, puede que los elementos de puntería se encuentren sobre el blanco, pero si no pretendemos disparar inmediatamente el dedo no se mueve. Dicho llanamente, «encañonar» a una potencial amenaza no implica llevar el dedo al disparador hasta que no vayamos a disparar. Resulta fácil decirlo, pero hacerlo es algo más complicado. Más difícil aún resulta saber si lo estamos haciendo bien.
Dicho esto, ya conocido por todos, ¿estás seguro que no llevas el dedo al disparador antes de tiempo? ¿y si inadvertidamente llevas el dedo al disparador en cuanto sale el arma de la funda? ¿y si lo llevas cuando la pistola va de camino a su posición al frente para apuntar? En tal caso se podría producir una descarga involuntaria sin necesidad, visto lo fácil que puede ser evitarlo. No es ninguna tontería.
Así que conviene percatarse del problema, antes que se convierta en una descarga involuntaria en el peor momento. Como todavía no podemos arrancarnos un ojo y alejarlo de nosotros para ver cómo lo hacemos, lo mejor y más práctico es grabarnos en vídeo y analizar en qué momento llevamos el dedo al disparador. Lo bonito es que a día de hoy todos los móviles llevan una cámara incorporada más que decente para grabarnos en vídeo. Para sujetar el móvil en un buen sitio, solo necesitamos algún tipo de trípode y un soporte para el móvil, toda una inversión reutilizable que no llega a 30€.
Te grabas en vídeo. Te ves por ti mismo. Analizas tus movimientos. Y actúas en consecuencia. Para todo lo demás, ¡practicar! No lo hagas una única vez, sino ocasionalmente para comprobar cómo va la cosa. Esto te va a servir, no solo para ver si el dedo va al disparador antes de tiempo, sino también para ver todos tus movimientos durante el desenfunde y primer disparo. Aprovecha los medios que tenemos actualmente.
Por último, practica el primer disparo tras desenfundar y comprueba que el dedo va al disparador solo cuando los elementos de puntería ya están sobre el blanco y realmente vas a disparar. Pero practica también el desenfunde sin disparo, es decir, para quedarte apuntando al blanco con el dedo estirado por encima del guardamontes. Aún mejor, practica también con un paso intermedio por la posición de guardia baja, que te permitirá empuñar el arma sin vulnerar ninguna norma de seguridad y estar en disposición de usarla inmediatamente. A ver qué pasa.
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