Internet está lleno de sorpresas ─buenas y malas─ y abunda la información ─buena y mala─. A veces nos encontramos artículos que están bien escritos, con coherencia y lógica, y cargados de argumentos ─de los de verdad─. Vamos, que a veces nos encontramos cosas que merece la pena leer. Y no creas que son tantas las veces, porque escribir es gratis y cualquiera puede hacerlo, pero de ahí a escribir bien hay un buen trecho. El caso es que nos encontramos este artículo ─y una secuela de otro autor cuya traducción ya publicamos también─ y nos llamó mucho la atención lo bien que razona las cosas esta mujer, tiradora e instructora. El tema no deja de ser controvertido, porque se refiere al hecho de apuntar la boca de fuego hacia arriba en el campo de tiro ─por encima del talud─, ya no como una posición/postura preparatoria, sino al realizar una recarga, sin tener en cuenta el peligro que plantean las balas perdidas, como ya tratamos en este artículo ─único en su especie─.
Este artículo es una traducción de su original en inglés Keep the Muzzle Below the Berm, publicado en el blog The Cornered Cat con fecha 18 de octubre de 2017. La traducción y publicación de este artículo cuenta con la autorización de su autora Kathy Jackson.
Mantén la boca de fuego por debajo del talud.
Por Kathy Jackson. 18 de octubre de 2017.
Pues esta semana publiqué en Facebook una cuestión que ya sabía yo que iba a mosquear a muchas personas que me importan. Aún así lo publiqué ─no porque disfrute mosqueando al personal, sino porque es un tema importante que muchas personas no se han planteado nunca─.
Esto es lo que escribí en mi primera publicación en Facebook.
Posiblemente el tema de hoy levante algunas ampollas entre mis amigos. Así que me voy llamar tu atención sobre la cuestión: considero que la forma de recargar la pistola en la que la boca de fuego apunta por encima del talud constituye una práctica básicamente insegura que no debería permitirse en los campos de tiro a cielo abierto.
Esta cuestión salió a relucir por dos motivos. El primero consiste en la noticia del niño de 8 años alcanzado por una bala que se escapó de un campo de tiro cerca de donde recogía manzanas. Tal y como ese niño y su familia dijeron, «fue sin querer» no borra el dolor y los daños de la herida de una bala que impacta en un inocente.
Es más, hay datos. Las últimas dos semanas estuve repasando los literalmente cientos de casos de descargas involuntarias (descargas negligentes, descargas accidentales y descargas por varios motivos) que he ido recopilando durante los últimos años de noticias en foros sobre armas y otras fuentes.
Se dan muchos más casos en los que una pistola se dispara al ir la corredera hacia delante (por ejemplo, por «slam fire» ─cuando se libera la corredera al montar el arma─) de los que yo pensaba, y muchos casos en los que por prisa o falta de experiencia con el arma una persona sufre una reacción simpática de presión con el dedo y disparan el arma cuando lo que quieren es liberar la corredera o el cargador. En la mayoría de estos casos, lo único que evitó graves lesiones o incluso la muerte fue que el usuario por casualidad (a veces deliberadamente, pero más veces por casualidad) apuntó el arma en una dirección segura.
[Balas perdidas y rebotes de proyectiles de armas de fuego: ¿qué peligro plantean en realidad?]
¿Por qué son tantos los instructores y consumados tiradores que enseñan a la gente a no mantener el arma apuntando en la dirección más segura posible ─hacia el talud─ durante una recarga? ¿Qué beneficio puede compensar el riesgo de violar deliberada, repetida y habitualmente una de las normas básicas de seguridad frente a las lesiones o muerte durante el manejo de armas de fuego reales?
A continuación incluyo algunas capturas de pantalla de varios vídeos aleatorios. He borrado las caras porque sinceramente no quiero que se desvíe la atención hacia las personas. Se trata sencillamente de una cuestión de si esta práctica ampliamente enseñada y aceptada es de verdad una buena idea, y quiero que quede claro de qué estamos hablando. Algunas de estas imágenes proceden de vídeos de competiciones, mientras que otras están sacadas de vídeos instructivos.
Así que esa es la técnica de la que estamos hablando. Y la pregunta es, ¿las ventajas de levantar la boca de fuego por encima del borde del campo de tiro durante una recarga compensa que se sacrifique una norma básica de seguridad ─la regla de la dirección segura─?
¿Tan reducido es el riesgo derivado de utilizar esta técnica que nunca debería plantearse el problema de no respetar dicha norma de seguridad?
¿Nos pensamos que «hacia alguna parte por encima del talud» es una dirección tan segura como «apuntar directamente hacia el talud»?
¿O qué?
Esta pregunta generó mucho debate. A la publicación en Facebook le siguieron más de 100 comentarios, la mayoría muy razonados. Posiblemente deberías leer todo lo que escribieron en los comentarios sobre este tema, especialmente si alguna vez te toca asumir la responsabilidad de velar por la seguridad de los demás en un campo de tiro. Existen muchos puntos de vista diferentes y aspectos realmente importantes en los que pensar cuando alguien opta por una determinada «dirección segura» hacia la que apuntar su arma de fuego en los diferentes tipos de campo de tiro.
Aquí tienes mis conclusiones (que también publiqué en Facebook):
Ten paciencia, porque voy a extenderme un poco con un par de comentarios.
En primer lugar, mi más sentido y sincero «¡gracias!» a todos los que dejaron un comentario razonado en esta publicación de facebook, tanto si estábamos de acuerdo como si no. La verdad es que aprecié mucho tus comentarios, mientras que aportaras algo en lo que pensar sin insultar a ningún otro participante en el debate. Gracias.
Creo firmemente en el tipo de discusiones en las que se hace que la gente piense de verdad, y al mismo tiempo tengo una norma personal a la hora de publicar algo controvertido. Me pregunto a mi misma, «¿estoy dispuesta a dejarme convencer en este tema?» Si la respuesta es que no, normalmente ni lo publico porque no supondría una discusión honesta por mi parte. Si la respuesta es que si, la siguiente pregunta que me hago es «¿qué evidencia (o tipo de evidencia) me convencería para cambiar de opinión?»
Así que esta tarde he estado pensando en la clase de razones que podría aceptar ─frente a la clase de razones que categóricamente rechazaría─ a la hora de apuntar deliberadamente la boca de fuego de una pistola por encima del talud durante una recarga.
Entre la clase de razones que rechazo de inmediato se encuentran «las normas básicas de seguridad no se aplican a mí porque soy demasiado listo como para cometer un error», «el peligro que supone una bala perdida no es para tanto» y «esto es más práctico y/o más rápido». Tampoco admito eso de que «las normas de la competición no lo prohíben» ─porque eso plantea la pregunta central de si las normas de la competición y del campo de tiro deberían prohibir dicha práctica─.
La clase de razones que podría aceptar consistirían en argumentos basados en la cuestión fundamental de cuál es la dirección más segura en virtud del entorno del campo de tiro (hasta ahora nadie me ha convencido con este tipo de argumento, pero es una clase de razones a tener en cuenta que podría llegar a convencerme).
También podría aceptar argumentos que se basen en sustituir con alguna otra la capa de seguridad que proporciona la regla de la dirección segura. Por ejemplo, durante una recarga de revólver, el arma apunta hacia el cielo ─pero eso «únicamente» sucede cuando los dedos del tirador han ocupado el espacio de las partes móviles del arma al abrir el tambor─. Y cuando los cartuchos están en su sitio, el revólver apunta exclusivamente hacia el suelo o hacia el talud del fondo, «no» por encima del talud. Por lo tanto, la regla de la dirección de la boca de fuego se sustituye por los dedos del tirador que ocupan el espacio del tambor y por el hecho de que durante ese momento crítico el arma de ninguna manera puede disparar un cartucho.
Con eso en mente, estaba pensando si podría aceptar aquello de «pero el arma tiene la corredera retenida atrás y el dedo del tirador está fuera del disparador» como una razón válida para permitir que la boca de fuego apunte por encima del talud. El problema es que las acciones de un tirador grabadas por una GoPro y colgadas en YouTube, ¡tiran totalmente por tierra esa idea!
Si alguien quiere verlo, estaré encantada de enviarle el enlace de un vídeo representativo en el que se puede ver a un tirador mientras ejecuta un recorrido de tiro con pistola, que pone el dedo sobre el disparador en varias ocasiones al recargar [con la boca de fuego apuntando por encima del talud en la mayoría de los casos], pero el árbitro [Range Officer] nunca le corrige. No pretendo intrigarte al no publicar el vídeo directamente aquí y ahora. Simplemente no quiero que esta discusión se desvíe hacia personas en concreto. Quiero que nos centremos en los factores del comportamiento humano y la mitigación de riesgos relacionados con dicha práctica.
Lo cierto es que con todo esto no solo me refiero a las condiciones de competición. Me refiero a todo el proceso que comprende a cualquiera ─desde el tirador inexperto que busca en YouTube o en alguna página web cómo realizar una recarga, hasta el tirador con experiencia media o baja que busca información sobre técnicas de tiro defensivo, o el tirador con experiencia media o alta que quiere mejorar en su modalidad deportiva favorita─.
Yo abogo por el concepto de las «capas de seguridad». De forma que cuando veo o pienso en el manejo de un arma de fuego en diferentes situaciones, suelo preguntarme, ¿qué capas de seguridad tenemos aquí? No solo «aquí» en lo que se puede ver en un vídeo en particular, en una competición en concreto o en un determinado campo de tiro. Sino «aquí», en lo que se le enseña a la gente a lo largo de todo el espectro, y después se espera que hagan cuando no haya una persona, con más experiencia, que vea cómo lo hacen y les corrija, si lo hacen de una manera completamente predecible en la que no están esas capas de seguridad.
En lo que respecta al tiro deportivo, en todas las competiciones hay algún mal árbitro ─ya sea por su incapacidad para ver, su falta de voluntad para actuar o algún otro motivo─. Así que no importa lo que decidamos poner en práctica como una capa de seguridad, eso no puede depender de que el personal del campo de tiro observe e impida una mala práctica. Ese plan solo funciona en competición y (como se ve en los vídeos de competiciones) no tan bien como debiera.
Resulta razonable pedirles a los tiradores que antes de optar por levantar o no la boca de fuego analicen los posibles riesgos ambientales en su campo o lugar de prácticas de tiro en particular. También resulta razonable pedirles a los tiradores que acaten la exigencia de mantener la boca de fuego por debajo del talud en aquellos campos de tiro que han llevado a cabo esa evaluación. Pero no resulta para nada razonable que haya tiradores que no se ajusten a esta práctica en aquellos campos de tiro que así lo exigen, teniendo en cuenta cómo suelen acabar las demandas por balas perdidas para los dueños del campo de tiro ─y además teniendo en cuenta la naturaleza de una evaluación de riesgos rápida de alguien que en realidad solo quiere practicar el tiro, frente a una evaluación de riesgos quizás más rigurosa de otra persona que puede que tenga más carne en el asador como para querer que todo salga bien─.
Algunos decían, o insinuaban, que no pretendiéramos que los buenos tiradores mantengan la boca de fuego por debajo del talud, porque (eso nos creemos) los tiradores buenos y experimentados tienen la habilidad de mantener el dedo fuera del disparador y además no llevar la corredera hacia delante hasta que la boca de fuego vuelva a estar por debajo del talud. El problema de tal afirmación es doble.
En primer lugar, como a muchos de mis amigos tiradores deportivos les gusta decirme, en competición es donde descubrimos qué técnicas de tiro y manipulación del arma resultan más eficaces, rápidas y fiables. Si (y así lo hacemos) afirmamos que las mejores técnicas se desarrollan tras ser probadas en competición, tenemos que ver qué efectos van a tener esas técnicas en una persona normal que copie dichas técnicas para su propio uso defensivo o incluso solo para pasar el rato pegando unos tiros. Si dichas técnicas desarrolladas en competición no se pueden trasladar a otras situaciones que impliquen su uso por tiradores malos o mediocres, tenemos que decir «NO, que nadie copie estas técnicas probadas en competición hasta que no alcancen determinado nivel». Pero eso rebate por completo el argumento de que las técnicas desarrolladas en competición son las mejores técnicas incluso para utilizarlas tiradores no deportivos.
En segundo lugar, estrechamente relacionado con esto, la mayoría de las modalidades deportivas de tiro de acción permiten e incluso fomentan las recargas rápidas no en vacío, es decir, antes de agotar la munición del cargador y que la corredera quede retenida atrás ─lo que significa que la pistola no siempre está vacía y la corredera retenida atrás cuando la boca de fuego apunta por encima del talud durante una recarga─. Levantar la boca de fuego de una pistola cargada con la recámara cerrada por encima del talud al tiempo que se dejar caer el cargador al suelo aumenta la probabilidad de que el tirador realice un disparo a consecuencia de una contracción muscular simpática.
Esto llega a ser especialmente grave cuando nos damos cuenta de que los mismos movimientos corporales utilizados para una simple recarga también entran en juego cuando un tirador tiene que resolver una interrupción.
Varias personas me comentaron que solo las armas averiadas se disparan por «slam fire» ─el arma se dispara cuando se libera la corredera al montar el arma─. Eso no es del todo cierto (un arma sucia se puede disparar por slam fire también). Pero, en cualquier caso, los movimientos que realiza un tirador para resolver una interrupción son casi siempre los mismos que realiza el tirador en una recarga. Y, por supuesto, algunas interrupciones se resuelven con una recarga. Así que ahora vamos a tener al tirador trabajando con un arma que sabemos que no funciona como se supone ─porque ha tenido una interrupción─, y vamos a aceptar que el tirador pueda apuntar la boca de fuego por encima del talud mientras resuelve una interrupción y (posiblemente) recarga. Aunque el tirador aún no haya diagnosticado el motivo por el cual el arma tuvo una interrupción, sabemos que en este momento el arma no funciona como debiera. ¿Y vamos a animarle a que apunte ese arma por encima del talud, aceptando ese riesgo derivado de la dirección en que apunta la boca de fuego porque solo un arma averiada se dispara por slam fire después de que el tirador inserte un cargador?
Así que ese es más o menos el punto en el que me encuentro ahora mismo. Todavía no he encontrado nada que me convenza como para cambiar de opinión al respecto, pero (por primera vez) he escuchado algunos argumentos que podrían convencerme de que algunas mentes razonables podrían diferir en esta cuestión fundamental. Gracias por cualquier aportación que haya influido en ello.
Una última cosa. Poco después de que casi estuviera cerrado ya el debate en mi perfil de facebook, un amigo mío me envió un enlace a un vídeo de una tirada. En ese vídeo podemos ver una pistola que se dispara por «slam fire» durante una competición en una galería de tiro cubierta. El tirador tenía la pistola apuntando al espaldón del fondo (no al suelo de cemento ni al techo) por lo que el proyectil inesperado acabó con seguridad en el fondo sin que nadie resultara herido.
Eso es bueno.
NUESTROS COMENTARIOS:
Kathy tiene toda la razón. Normalmente no nos preocupamos o pensamos esta cuestión. Durante las recargas rápidas la boca de fuego apunta hacia el cielo, mientras el dedo permanece fuera del disparador (algo que hay que comprobar con vídeo, porque uno mismo no siempre es consciente de lo que hace). Además, la corredera «suele» ir hacia delante cuando la boca de fuego apunta hacia el frente (algo que también hay que comprobar con vídeo).
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