España no participó oficialmente en la Segunda Guerra Mundial ─porque ya tenía bastante con recuperarse de su propia Guerra Civil─, pero sí que hubo voluntarios españoles combatiendo en el bando del Eje que llegaron a forjar leyenda por su valía.
(Reproducción del artículo en español publicado en War Is Boring con fecha 17 de enero de 2018, traducción del original en inglés escrito por Robert Beckhusen)
La muerte de la División Azul española
En 1943 voluntarios españoles del Eje detuvieron un avance soviético a un enorme coste
En la gélida mañana del 10 de febrero de 1943, los 5.900 soldados de la 250ª División de Infantería «Azul» ─voluntarios españoles que luchaban por el Eje en el frente oriental de la Segunda Guerra Mundial─ estaban sentados en sus trincheras y búnkeres cuando les cayeron del cielo los proyectiles de alto explosivo disparados por cientos de piezas de artillería soviéticas. Para aquellos soldados, el mundo se convirtió en fuego.
Dos horas más tarde, tres divisiones de infantería soviéticas irrumpieron en las posiciones defensivas del Eje, marcando el comienzo de la batalla de Krasny Bor, una batalla oscura pero significativa cerca de Leningrado ─todavía asediado en aquel momento─ que culminó en una victoria del Eje a costa de la División Azul, que quedó prácticamente destruida.
Krasny Bor formaba parte de la gran ofensiva soviética Operación Estrella Polar, obra del general Georgy Zhukov tras el éxito dos semanas antes de la Operación Iska, que abrió un estrecho pasillo de tierra ─y pronto de tren─ hasta Leningrado, que llevó aprovisionamientos muy necesarios a la ciudad.
No obstante, la Operación Estrella Polar era mucho más ambiciosa y Zhukov ordenó abrir tres frentes soviéticos para hacer nada menos que atravesar los Estados Bálticos en otro ejemplo de «operaciones en profundidad» soviéticas y así atrapar y aniquilar al Grupo de Ejércitos Norte de Alemania en los bosques al sur de Leningrado. Un segundo objetivo era cortar el saliente cercano de Demyansk, protrusión en forma de pulgar muy metida en las líneas soviéticas.
Krasny Bor, algo más de 30 kilómetros al sureste del centro de la ciudad de Leningrado, era un punto estratégico próximo a la autovía que conectaba la sitiada Leningrado con Moscú. Aquí era donde se encontraba la División Azul cuando le cayó encima toda la artillería del 55º Ejército del General Vladimir Sviridov ─unos 38.000 soldados en conjunto─.
Las descripciones de la batalla, obra del historiador estadounidense especialista en el ejército soviético David M. Glantz, señalan que los soldados españoles ─armados con fusiles, ametralladoras y cócteles Molotov─ se vieron superados y pasados por la bayoneta tras rechazar múltiples ataques de la infantería y los carros de combate soviéticos.
Posiblemente las mayores pérdidas en la División Azul fueran durante la descarga inicial de artillería. Las tropas del Ejército Rojo ejecutaron a los heridos. Las tropas españolas que se dirigían en esquís hacia la línea del frente recibieron el ataque de medios aéreos soviéticos.
El primer día de la batalla llegó a conocerse como «Miércoles Negro» para los españoles. La batalla fue más sangrienta para los soviéticos, que pudieron haber sufrido unas 20.000 bajas después de penetrar cinco kilómetros en las líneas del Eje antes de que se detuviera la ofensiva. En Steven’s Balagan, sitio web dedicado a la historia militar española y portuguesa, se encuentra disponible un detallado resumen día por día y descripciones de las unidades específicas implicadas.
El 55° Ejército se quedó sin fuerzas y detuvo sus operaciones en este importante flanco de la Operación Estrella Polar, lo que supuso también un sangriento parón de las operaciones en otros sectores. No obstante, la derrota soviética no desbarató la estrategia de operaciones en profundidad, dado que el Ejército Rojo confió en ella para sus ofensivas posteriores. Si Krasny Bor y Estrella Polar se pueden considerar victorias del Eje, éstas fueron pírricas.
Tres cuartas partes de las tropas de la División Azul murieron, resultaron heridas o fueron echas prisioneras, lo que a todos los efectos puso fin a la división como una fuerza de combate, y los supervivientes pronto se retiraron a España desde Alemania. En enero de 1944, los soviéticos levantaron por completo el asedio de Leningrado gracias a una gran ofensiva de más de 800.000 soldados y 500 carros de combate.
Los lectores interesados en el arte militar pueden apreciar que la acción de la División Azul en Krasny Bor fuera objeto de varios cuadros dignos de mención. En la cabecera de este artículo se incluye una acuarela de Mario Treviño que se encuentra en el Museo del Ejército de Tierra español de Toledo. Bajo estas líneas aparece la imagen de otra obra de Augusto Ferrer-Dalmau, pintor al óleo hiperrealista reconocido como quizás el mejor ilustrador militar de España.
La obra captura la terrorífica desesperación en los rostros de los soldados españoles ─uno de los cuales empuña un subfusil soviétivo PPSh-41 capturado al enemigo─.
Varios factores contribuyeron al fracaso de Estrella Polar. Una de las razones fue que la División Azul opuso una gran resistencia, sin embargo, varias unidades soviéticas se encargaron de acabar con ella, incluida la 45ª División de Fusileros, que había aniquilado previamente a la 3ª División Panzer de las SS «Totenkopf» en 1941 ─incluso combatiendo para salir de un cerco durante aquellos angustiosos primeros meses de la invasión alemana─.
No ayudó a Sviridov que el Eje detectara la reunión de tropas soviéticas y se esperara una ofensiva. Las tropas del Eje reforzaron sus fortificaciones.
También tuvo mucho que ver el mal tiempo y los aprovisionamientos intermitentes, que retrasaron la ofensiva y concedieron a las fuerzas del Eje tiempo suficiente para abandonar el saliente de Demyansk. Esa rápida decisión proporcionó territorio para reforzar las principales líneas defensivas del Eje, lo que provocó entonces que Zhukov adelantara la operación ─a lo que contribuyó su carácter «inconexo», según la biografía de Zhukov del historiador Robert Forczyk─.
La desorganización supuso la condena de muchas operaciones en profundidad soviéticas, que se basaban en la aniquilación del enemigo a través de una serie de ataques apoyados mutuamente o «sucesivos», todos ellos conectados entre sí, y cada uno con objetivos limitados pero dirigidos hacia un objetivo mayor ─y ni una sola «batalla decisiva»─.
En muchos casos, el núcleo del fracaso de las ofensivas de la Unión Soviética se debió a la confusión en el nivel de Mando y la escasez de aprovisionamientos. Cuando la estrategia funcionaba, acababa con los ejércitos alemanes. Finalmente, en conjunto, ganaron la guerra.
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