Una mala estimación puede tener graves consecuencias, tal y como les sucedió, por ejemplo, a los estadounidenses en Tarawa, cuando subestimaron a su enemigo, los japoneses.
En nuestro caso, una forma habitual de subestimar al enemigo consiste en suponer que no será capaz de alcanzarnos a distancias más largas de 5 o 10 metros, que son las habituales distancias de entrenamiento con pistola. Lo que no se entrena difícilmente puede lograrse, así que en el caso de un enfrentamiento a una distancia no entrenada, puede que el enemigo cuente con la ventaja.
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