«¡Suelta el arma!» ordenas. Ignorándote la amenaza apunta con su pistola y avanza. Deslizas la aleta del seguro para desactivarlo al mismo tiempo que levantas la boca de fuego de tu fusil, buscas el punto rojo de tu visor y presionas el disparador. Nada. Nothing. No hay «¡pam!». No sientes un retroceso satisfactorio. Extrañado te percatas que la amenaza sonríe mientras empieza a correr hacia ti. El espacio existente entre tú y ella va decreciendo rápidamente. ¿Qué haces? Ha lugar para una transición del fusil a la pistola, ¡inmediatamente!
(Este artículo es una traducción de su original en inglés con la autorización de su autor)
Cuando sabemos que un combate está próximo es preferible tener un fusil a mano. Comparado con una pistolas un fusil le da mil patadas, siempre y cuando dispare proyectiles de fusil. Un proyectil de pistola disparado a través de un cañón largo continúa siendo un proyectil de baja velocidad. Un fusil dispone de cargadores de gran capacidad, nos permite batir blancos con precisión desde distancias de contacto hasta cientos de metros y la balística terminal (o de efectos) del proyectil de fusil incrementa la probabilidad de detener a la amenaza. Cuando tu fusil deja de funcionar -y te encuentras a una distancia apta para pistola- la forma más rápida de obtener impactos sobre el blanco es realizar una transición a la pistola (podemos utilizar el término “transicionar” si españolizamos el verbo anglosajón “transition” creando así un anglicismo). Me refiero a aquellas situaciones en las que si no les envías proyectiles, inmediatamente, ¡mueres!. Independientemente del motivo, cuando tu fusil deja de funcionar tu habilidad para realizar una transición (transicionar) a tu arma secundaria se convierte en una habilidad esencial.
Las transiciones, como la mayoría de las técnicas, funcionan mejor cuando resultan simples. Las acciones o secuencias de movimientos complicados consumen tiempo de más, suponen un mayor número de oportunidades para que cometas un error y resulta difícil retenerlas en la memoria y aplicarlas bajo tensión. Sin embargo, para estar preparado para afrontar las realidades del combate, necesitarás varias técnicas de transición. Las transiciones con una correa portafusil táctica, de esas que rodean el cuerpo, son bastante sencillas, pero habrá ocasiones en las que no tendrás la oportunidad de colocarte bien la correa. Las transiciones a plena luz del día serán diferentes de las realizadas en entornos de poca luz. Incluso no tienes la garantía que vayas a combatir con tu propio fusil. Por ejemplo, dispongo de una pistola y durante el combate tengo la oportunidad de “hacerme” con un fusil, que probablemente no estará equipado del mismo modo que el mío propio. Debemos adiestrarnos en y practicar una amplia variedad de técnicas para poder estar preparados para afrontar cualquier situación.
Imagina que ahora mismo sólo dispones en tu fusil de una correa de transporte de cuatro euros. La forma más sencilla de realizar una transición (transicionar) del fusil a la pistola consistiría en tirar el fusil y utilizar ambas manos para empuñar la pistola, pero existen varias razones por las que no debemos deshacernos de nuestro fusil. Predecir cuánto durará el combate es imposible, por lo que puede ser que durante el mismo tengas la oportunidad de retomar el fusil y solucionar la interrupción. Durante el combate te mueves continuamente, bien creando distancia, bien buscando una cubierta o bien simplemente intentando resultarle a la amenaza un blanco más difícil de batir. Tira tu fusil y dalo por perdido. Cuando puedas recogerlo ya no estarás cerca de donde lo dejaste caer. Además, siempre existe la posibilidad que tus oponentes recojan tu fusil, solucionen la interrupción y lo utilicen en tu contra. Así que conserva tu fusil contigo y realiza la transición.
En el caso de utilizar una correa de transporte la transición más sencilla consiste en utilizar la mano primaria, la mano derecha en el caso de una persona diestra, para llevar la culata del fusil hacia abajo. La mano secundaria, que abraza el guardamanos, tira del fusil y lo sujeta con firmeza contra el centro de tu pecho con el cañón apuntando hacia arriba. En cuanto la mano secundaria tiene controlado el fusil la mano primaria presenta la pistola. Me pego el fusil al cuerpo porque me resulta más fácil controlarlo -mi brazo no tiene que estar extendido intentando mantener el fusil hacia arriba- y me plantea una ventaja en cuanto a retención del arma. La boca de fuego apunta hacia arriba de forma que la mano de apoyo agarre el fusil por encima de la mayor parte del peso del fusil, que es la posición que favorece la gravedad, ya que el mayor peso tiende a ir hacia abajo. Apuntar la boca de fuego hacia abajo implicaría retorcer la mano de apoyo en una posición forzada incomodísima por la que la mayor parte de la masa del fusil quedaría por encima del punto de agarre con la clara tendencia a voltear el fusil para que la boca de fuego apunte hacia arriba, o bien habría que reposicionar la mano de apoyo en el arma, lo que supone añadir un paso más a la secuencia. Recuerda que es mejor la simplicidad.
Por otra parte, al conservar el empuñe original de la mano de apoyo sobre el fusil también se reducen las acciones necesarias para realizar la transición (transicionar) de vuelta al fusil, que es lo que debes hacer a la mínima oportunidad que tengas. Si, es verdad, podrías continuar combatiendo sólo con la pistola, pero es nuestra obligación estar preparados para cualquier cosa y para ello el fusil es mucho más adecuado que la pistola.
Durante el proceso de transición también puedes utilizar una correa de transporte. Tienes varias opciones, pero no olvides que estas técnicas implican pasos adicionales en la secuencia original de la transición, lo que significa más tiempo necesario para realizar la transición (transicionar). Una opción consiste en pasar la correa por encima de la cabeza con la mano de apoyo hasta apoyarla en el cuello mientras la mano primaria lleva el arma hacia abajo de forma que el fusil quede colgado del cuello por la correa de transporte. Esto te permite utilizar ambas manos para presentar la pistola y si la correa está bien ajustada puedes dejártela alrededor del cuello y utilizarla como si fuera una correa portafusil táctica. En el caso de utilizar una correa portafusil táctica -cualquier correa que pase alrededor del cuerpo- la transición es la misma. Simplemente lleva el fusil hacia abajo con la mano de apoyo mientras con la mano primaria presentas la pistola y tan pronto como te sea posible empuña el arma con ambas manos.
Las transiciones en condiciones de poca luz con una correa de transporte y una linterna de mano son básicamente las mismas con algunas ligeras modificaciones. Por ejemplo, en la primera técnica descrita, en la que el fusil se lleva al cuerpo con la mano de apoyo, sujetamos el guardamanos del fusil con el codo del brazo de apoyo presionándolo contra nuestro cuerpo. Con la mano de apoyo manejas la linterna y la mano primaria queda libre para presentar la pistola. Como ya se ha mencionado previamente esta técnica resulta más eficaz si la boca de fuego del fusil apunta hacia arriba. También pueden utilizarse las mismas técnicas para correa portafusil descritas anteriormente, con la salvedad que en lugar de tener ambas manos en la pistola la mano de apoyo maneja la linterna.
Para poder utilizar una linterna instalada en el fusil junto con la pistola necesitamos técnicas en las que la linterna del fusil permanezca dirigida hacia la amenaza. Una posible opción consiste en dejar la culata del fusil en el hombro controlándola con la mano de apoyo. La mano primaria presenta la pistola mientras la mano de apoyo maneja la linterna instalada en el fusil, asumiendo que tu fusil esté configurado para que la mano de apoyo maneje la linterna. Ésta es la técnica más simple y, por tanto, la más rápida, pero tiene el inconveniente que la mano de apoyo ha de ejercer bastante presión para garantizar que la culata del fusil no se deslice fuera del hombro mientras te mueves y además tienes que asegurarte que la boca de fuego de tu pistola no cruza por delante de la mano o el brazo de apoyo. Cuando te rodea una correa portafusil táctica puede que ésta sea tu única opción.
Si utilizas una simple correa portafusil o dispones de holgura suficiente en tu correa portafusil táctica puedes llevarte el fusil hacia el lado de apoyo de tu cuerpo, deslizando la culata del fusil entre el brazo de apoyo y tu costado para trincar el fusil entre ambos. La mano de apoyo conserva su empuñe original sobre el guardamanos, dirigiendo y manejando la linterna, y la mano primaria presenta la pistola. Aunque esta técnica requiere algo más de tiempo para llevar el fusil desde el hombro hasta el costado proporciona un agarre bastante sólido sobre el fusil que se puede mantener durante tiempo prolongado.
Ahora mismo puedo escuchar a alguno de vosotros diciendo “¡pero mi fusil nunca tiene interrupciones!”. Pues entonces necesitas practicar mucho más que cualquier otro porque cuando te suceda será realmente una sorpresa para ti. Además, la mayoría de los problemas que vemos habitualmente son debidos a la munición, por tanto, tu fusil podrá ser maravilloso pero un cartucho defectuoso producirá una interrupción.
Para practicar transiciones toma todas las precauciones posibles para garantizar la seguridad. Yo hago que mis alumnos descarguen sus fusiles y empiecen despacio según el procedimiento, practicando primero en seco antes de los ejercicios con fuego real. Siempre que sea posible también les insto a activar el seguro; aquí me refiero al trabajo con un AR. El seguro puede activarse o no en función del estado en el que se encuentre el fusil (un AR sólo permite que se active el seguro si el martillo está montado, de lo contrario no será posible desplazar la aleta de la posición de fuego a la posición de seguro). Tras muchas prácticas en seco lo probamos con fuego real, pero retirando los cargadores de los fusiles para garantizar que los alumnos realizan las transiciones con un fusil no operativo. Nunca realices una transición con un fusil que realmente todavía se encuentre en estado operativo. Además, no olvides que este artículo no es sustitutivo de un adiestramiento adecuado y que las prácticas sólo deben realizarse bajo la supervisión de un instructor cualificado. Como es habitual la mejor forma de practicar es en seco con armas inertes. Y no es preciso que te gastes mucho dinero para conseguir armas inertes. Yo tengo pistolas inertes de madera y fusiles que consisten en palos de madera montados sobre viejas culatas de madera que pude encontrar muy baratas.
Normalmente nuestro adiestramiento segrega el fusil de la pistola. Lo que tenemos que hacer es combinar ambos en un mismo paquete sin diferencias. Tienes que practicar transiciones de fusil a pistola, de pistola a fusil, e incluso de pistola a cuchillo. Lo que buscamos es un movimiento suave de un arma a otro sin interrupción alguna.
Para alcanzar este nivel de competencia debes unificar cuerpo y mente. No sólo segregamos nuestro adiestramiento con diferentes armas sino que desde hace demasiado tiempo hemos separado lo mental de lo físico. La mente ha de adiestrarse para evaluar y decidir con rapidez ante cualquier situación y el cuerpo para realizar acciones físicas sin demora ni vacilación. Es fundamental que adquiramos la habilidad de pasar de un arma a otra pero incluso aún más importante es que nuestra mente y nuestro cuerpo funcionen como un todo.
“En un combate a muerte”, afirma Musashi en su Libro de los Cinco Anillos, “uno quiere emplear todas sus armas al máximo”. Continúa diciendo que “morir con tu espada todavía envainada es lo más lamentable”. En este contexto la “espada” es tu arma y tu mente. Aunque Musashi, un samurai en el Japón feudal, combatía con espadas lo mismo se puede aplicar hoy día al combate con armas de fuego. Adiestrarse para el éxito en el combate significa llegar a ser competente con todo arma que esté a nuestra disposición.
(Nota del autor: aunque el principal objetivo de este artículo es el fusil, las mismas técnicas pueden aplicarse a cualquier arma larga.)
Tiger McKee es el director de la escuela de tiro con armas de fuego Shootrite Firearms Academy (www.shootrite.org), situada al norte del estado de Alabama, en EE.UU. Además, es el autor del libro The Book of Two Guns, que dispone de una edición electrónica en español con el título El Libro de Dos Armas, y forma parte del equipo de autores en varias publicaciones tácticas y sobre armas de fuego. Asimismo, fue instructor adjunto para el FBI y diseñador del fusil de asalto “Katana”, fabricado por MHT Defense.
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Gracias por tu comentario, brother.
Efectivamente la correa portafusil juega un importante papel en el tema de las transiciones. Se puede optar por una correa de un punto, una de dos o una de tres (realmente no son tres puntos, pero las llaman así no sé por qué) pero creo que lo más eficaz es una buena correa de dos puntos como puede ser la VCAS de Blue Force Gear (de Larry Vickers) o la VTAC de Viking Tactics (de Kyle Lamb). Yo tengo una BFG VCAS en Multicam, con banda acolchada, y con una suelta rápida, con mosquetones ITW MASH. El sistema de ajuste de la correa es muy eficaz y el fusil queda perfectamente estabilizado si se engancha la correa justo por delante del cajón de mecanismos (al principio del cañón) y justo por detrás (al principio de la culata). La suelta rápida tiene su utilidad en el caso de ser necesario zafarse de la correa, por ejemplo en el caso de irse al agua en el interior de un helo o un AAV.
Lo que es indudable es que la correa de dotación del HK G36 es totalmente ineficaz.
En cuanto a la transición en condiciones de poca luz, lo ideal es seguir el concepto de luz terciaria de Pat Rogers, es decir, una linterna en cada arma y otra de mano. De este modo si se realiza una transición del fusil a la pistola no hay que hacer más que desenfundar el arma y activar su propia linterna.
Ciertamente es un artículo muy bueno, muy clarificador. Apuntar que es importante enseñar adecuadamente el manejo y ajuste de las correas portafusa en servicio o las adquiridas a título particular, adaptándolas adecuadamente tanto al cuerpo del tirador como a su equipo de combate. Pienso que para poder hacer un uso adecuado de estas técnicas (o de otras existentes en este tema) es necesario ese ajuste que evite enganches, etc.
A mi parecer, y desde mi humilde opinión, siempre he llevado la correa (de 1 punto, propia obviamente) cruzada del hombro derecho a la cadera izquierda, que me permite que en las transiciones el arma quede en mi lado izquierdo sin entorpecer en los movimientos de mis piernas. Nunca me gustó llevar el fusil colgando del cuello, pero tengo compañeros que lo hacen y les va bien. Es cuestión de gustos. Obviamente es más adecuado para mayor altura.
Sobre la transición en condiciones de visibilidad reducida afirmo que es una buena opción llevar el arma a la cadera si la correa lo permite y aprovechar la linterna del fusil. Personalmente mantengo el fusil contra el hombro sujeto por el guardamanos y extraigo la pistola que sitúo junto al fusil, por lo que aprovecho esa iluminación. Pero todo es probar.
Felicitar una vez más por el artículo.
Cecilio, valoro enormemente tu opinión y me alegra que compartas el contenido de este artículo de Tiger.
Cada día me gustan más los escritos del maestro Tiger. Resultan realmente prácticos y sencillos.
Buen articulo, como todos en realidad.
Y bien planteado, no puedo decir nada pues coincido con todo lo descrito.
Que podria decirse mas.
Cuidate y sigue cuidando de los tuyos.