Mike Day, 27 impactos en el cuerpo, se va por su propio pie y sobrevive. ¡Vive otro día, Mike!, le dijo Dios.

El brigada de los SEAL de la Armada estadounidense Mike Day narra la desgarradora historia sobre cómo sobrevivió en la inestable provincia Anbar, en Irak, tras recibir 27 impactos de bala.

(Este artículo es una traducción NO autorizada de su original BREATHTAKING: Navy Seal Shot 27 Times, Survives – Hear His Story)


Mike Day, 27 impactos en el cuerpo, se va por su propio pie y sobrevive.

¡Vive otro día, Mike!, le dijo Dios.

«Allí donde pongas un dedo sobre mi cuerpo, me dieron» (DAY, Mike).

En 2007, durante una misión, Mike Day abrió una puerta de una patada y se encontró en una habitación con cuatro líderes de Al Qaeda fuertemente armados a corta distancia.

Los insurgentes la tomaron con el señor Day e inmediatamente entró en erupción un volcán de proyectiles en la habitación. Day entró por la puerta y se dio de bruces con una pared de plomo.

«Al entrar en aquella habitación de 4×4 metros me dispararon veintisiete veces a corta distancia y me hirió también la metralla de una granada. Me dieron en ambas piernas, en ambos brazos, en el pulgar de la mano izquierda, que quedó casi amputado, en el abdomen, por lo que tuve que llevar una bolsa de colostomía durante un año, en el omóplato derecho, que quedó destrozado, en las nalgas por dos veces, en el escroto una vez, y en el blindaje personal múltiples veces (11 impactos), lo que me produjo varias costillas fracturadas y contusiones en los pulmones».

Cuando este SEAL de la Armada estadounidense se dio cuenta de que le habían dado, «le pedí a Dios que me llevara a casa con mis chicas», lo que Mike Day reconoce que fue su primera oración fidedigna.

Ese fue el momento en el que la memoria muscular y el adiestramiento de este SEAL salieron a relucir.

Day sacó su pistola y luchó con tenacidad para abrirse paso y salir de la habitación.

Aunque había recibido 27 disparos a muy corta distancia, este SEAL de la Armada estadounidense se las arregló para derrotar a los terroristas, despejar el resto del edificio, y caminar hasta el helicóptero MEDEVAC, todo ello por su propio pie.

Todo esto fue en un único combate con armas de fuego de un día normal en la oficina.

«Yo estuve allí y todavía no me lo creo».

«Salí de aquella casa por mi propio pie hasta el helicóptero MEDEVAC y me llevaron al Centro Médico Militar Nacional [National Military Medical Center] de Bethesda, MD (EE.UU.), vía Baghdad y Landstuhl (Alemania)».

En el siguiente vídeo, Mike Day narra lo sucedido aquel fatídico día:

Tras un par de años de recuperación en el hospital, Mike Day participó el 15 de abril de 2015 en el triathlon Ironman 70.3 de Florida (113Km de recorrido total: 1,9Km nadando, 90Km en bicicleta y 21,1Km corriendo) con el fin de recaudar fondos para la atención y el tratamiento de combatientes heridos y niños dependientes que sufrieran graves daños cerebrales.

«¡Mi supervivencia fue un auténtico milagro! ¡Soy un milagro y me salvé para  hacer grandes cosas!»

Siente que fue llamado a recaudar fondos para la organización sin ánimo de lucro Carrick Brain Treatment Center a través de su campaña Mike Day’s Tri Challenge.

Este antiguo SEAL de la Armada estadounidense ha inspirado a millones de personas con su desgarradora historia, pero no ha dejado de ser un auténtico patriota estadounidense y líder:

«Ahora mi misión en la vida no va sobre mi, sino sobre cuidar y guiar a mis hermanos y hermanas heridos. Mis compañeros combatientes merecen el mejor tratamiento disponible para sus heridas».


El difunto Louis Awerbuck decía que la victoria en un combate es un 95% de suerte.

«No importa lo mucho que te adiestres y te prepares, el resultado de un combate se basa principalmente en la suerte. Puedes hacerlo todo correctamente y, aún así, perder el combate. Murphy nunca se va de vacaciones» (AWERBUCK, Louis).

Indudablemente Mike Day tuvo mucha suerte aquel día y quizás el 95% de su supervivencia se deba a ello. No obstante, casi seguro que el 5% restante se debe a su determinación por sobrevivir y a la aplicación de su instrucción y adiestramiento. Seguramente el estrés de combate no dejó de estar presente en ningún momento, pero su determinación y voluntad de victoria le llevaron milagrosamente a salir airoso de una situación táctica casi imposible. ¡Bravo!

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