¿Has descubierto la pólvora? Pues no, has perdido el tiempo, porque ya estaba inventada.

Si mal no recordamos, fue Scott Reitz el que en uno de sus artículos ─de la columna que escribía mensualmente para la revista SWAT─ hacía referencia a la facilidad con la que los novatos habitualmente redescubrían la pólvora ─o la rueda─ y pensaban haber descubierto una beneficiosa innovación táctica fruto de su entusiasmo y su especial interés en ello. Pero, lamentablemente, en la mayoría de las ocasiones recibían una misma respuesta de algunos veteranos: «¡chaval, eso ya lo probamos hace 20 años y no funciona!».

La verdad es que ya nada nos sorprende, ni el hecho por el que algunas personas parecen despreciar la sabiduría y conocimientos de otros que les precedieron, para intentar partir de cero en sus estudios e investigaciones, llegando en demasiadas ocasiones a conclusiones o teoremas que ya fueron superados anteriormente, o que existen desde hace algún tiempo. Casi con total seguridad la cuestión radica en el desconocimiento, que lleva a algunos pensar que han descubierto la pólvora, cuando en realidad el problema es que ellos no conocen su fórmula, pero esta ya fue inventada hace muchos siglos y perfeccionada sucesivamente. Lo que nos lleva a la conclusión que aún no pudiendo redescubrir la fórmula de la pólvora, porque ya lleva unos cientos de años inventada, cabe la posibilidad de perfeccionarla. Se suele decir, ¡qué atrevida es la ignorancia!

Por otra parte, la ignorancia también lleva a algunos a pensar en algunas ocasiones que se encuentran ante un gran descubrimiento o innovación, ya que si no saben de su existencia con anterioridad, cualquiera que les presente algo novedoso para ellos, fácilmente puede hacerles creer que él es su auténtico descubridor o inventor. No hay que olvidar que hay quien cree que la Tierra es plana. Esto quiere decir que da la impresión que existe cierta tendencia a creer sin exigir demasiados argumentos al respecto. Parece que en ocasiones se asume que una persona sabe de lo que habla sólo por hablar de algo que no conocemos. Y ya si utiliza palabras que suenen técnicas ─y lo hace bien, con suficiente grandilocuencia─ tenemos muchas posibilidades de estar ante un vendehúmos, por definición de libro.

El que «vende humo» es aquel que, basándose en sus dotes verbales y en algunos trucos no muy creíbles, se exhibe ante los demás queriendo demostrar lo que realmente no sabe o no posee; el «vendedor de humo» es esa persona que hace alarde de conocimientos, talentos, experiencias o riquezas que no puede constatar, razón por la cual es alguien al que no se le debe prestar atención o, al menos, no se le debe creer; al decir que «se vende humo» se está queriendo expresar que se ofrece un producto de escaso o nulo valor. (Sergio Vázquez)

Tampoco es extraño encontrarse a alguno que, conscientemente, le cambia el nombre más común a las cosas, en un alarde de intentar sentar cátedra y que se le conozca como el impulsor. En muchas ocasiones, alguien con cierto bagaje, fácilmente detecta el intento por ganar protagonismo. Carece de sentido cambiarle el nombre a cosas que están más que instauradas y que no lo requieren. Al final, únicamente sirve para confundir. Hay que ser respetuosos con los verdaderos artífices de las cosas y simplemente utilizar los términos establecidos. De otro modo, sería imposible la comunicación, si cada uno pretende ponerle su nombre a las cosas. Por ejemplo, existe una denominación establecida para hablar de tipos de recargas que todos entendemos porque así nos han venido dadas por sus auténticos precursores. No es necesario ahondar en buscar nuevas denominaciones. «Recarga táctica» [tactical reload] y «recarga rápida» [speed reload] ─también, pero menos habitual, «recarga de emergencia» o «recarga en vacío»─ son términos internacionalmente aceptados que todos entienden; no es necesario buscarle los tres pies al gato y plantear otra denominación «solo para ser diferente e intentar destacar». Y ya hablamos de terminología en este otro artículo

Si nos centramos en el «combate con armas de fuego», como así lo llamaba el difunto Pat Rogers ─y así lo llaman algunos, nosotros incluidos 😉─, no resulta difícil encontrar muchas tácticas, técnicas y procedimientos (TTPs), que son sometidas a crítica y discutidas por muchos profesionales, a los que les preocupa alcanzar la mayor eficacia y eficiencia y lograr el máximo rendimiento en combate. El objetivo no consiste simplemente en criticar o discutir una u otra manera de hacer las cosas (una TTP frente a otra posible TTP), basándose en meras opiniones personales o en las impresiones de cada uno, ni se trata de menospreciar lo de otros y defender lo propio, sino en buscar aquello que proporcione un mejor resultado o que garantice en mayor medida el éxito, porque cuando se trata de combatir hay vidas en juego y a todos les interesa resultar vencedores. Carece de sentido que el origen y finalidad de alguna TTP radique simplemente en ser diferente para destacar respecto a los que lo hacen de la misma forma de siempre.

Por supuesto, algunos hay que solo quieren dar la nota, alimentar su afán de protagonismo, fundar su propia secta táctica, cueste lo que cueste. Dicho de otro modo, los hay que trafican con la confianza de los demás para ganar dinero y/o protagonismo. Volvemos a lo de siempre, ¡vendehúmos!

De esta forma, para poder valorar y evaluar con buen criterio cualquier TTP, hay que contar con los conocimientos necesarios para ello, es decir, hay que conocer tanto el cuándo y por qué como las ventajas e inconvenientes de esa y otras TTPs similares. Así es como se ha evolucionado en lo que a combate con armas de fuego se refiere, ya que ni mucho menos hoy día se sabe todo lo que se sabía hace unos años, sino más, ni se utilizan las mismas TTPs; algunas sí, otras son totalmente nuevas y otras han sido modificadas o adaptadas.

Ten en cuenta que la experiencia no otorga directamente los conocimientos necesarios. 30 años haciendo lo mismo no implican más conocimientos ni saber hacer. Hay diferencia entre experiencia y maestría.

Ahora bien, ¿es necesario que valore y evalúe por mi mismo cada TTP hasta dar con la que me resulte más eficaz? ¿realmente hay que conocer todas las TTPs habidas y por haber, aunque siempre hayn sido una chorrada? La respuesta es rotundamente no. Sería una tremenda pérdida de tiempo. Resulta suficiente con conocer aquellas TTPs que indudablemente funcionan y practicarlas hasta la saciedad. No merece la pena, ni resulta relevante, tener que probarlo todo por uno mismo para llegar a la misma conclusión a la que ya otros llegaron antes. No obstante, sí que es cierto que en algunas ocasiones cada uno tendrá sus propias preferencias personales por unas determinadas TTPs y posiblemente haya de adaptar a sus propias características (habilidades, características físicas, armamento y equipo, situación táctica) algunas de ellas, aunque en esencia serán las mismas. No se puede olvidar que el objetivo final de toda TTP es lograr la máxima eficacia en combate. No se trata de una cuestión de innovar para ser diferente ni para vender el producto, sino para mejorar.

¡Piénsatelo bien!,¿seguro que quieres probarlo todo por ti mismo antes de descartarlo? Aquí tienes la respuesta analógica.

Existe un dicho, muy recitado en sus tiempos por el difunto Pat Rogers, que dice: «un tío listo aprende de sus propios errores, pero un tío inteligente aprende de los errores de los demás». La cuestión es que no es necesario que uno mismo tropiece en una piedra para no volver a tropezar en ella, sino que es mejor que evite ese primer tropiezo si ya otro tropezó en esa misma piedra. Si ya otro ha probado una determinada TTP sin demasiado buen resultado, no es necesario que tú mismo la pruebes para llegar al mismo resultado.

No tiene sentido que alguno tenga como principal objetivo apartarse de una tendencia en cuanto a TTPs, con el único objetivo de ser diferente. Normalmente una determinada TTP se convierte en tendencia porque son muchos los que la siguen y evidentemente sus razones habrá para ello, sin que siempre sea necesario cuestionarlas. Es totalmente lícito pensar que todos esos profesionales que han optado por una determinada TTP es porque en su búsqueda de la eficacia han llegado a ella, lo cual muy posiblemente también se aplique a nosotros, simples mortales con unos conocimientos y práctica quizás más limitados, lo que no nos permite disponer de todos los elementos de valoración necesarios.

Por otra parte, aunque no siempre sea así y no haya de confundirse con la eterna justificación «porque siempre se ha hecho así», una buena pista para saber si un determinado falso profeta (vendehúmos) pretende vender una moto, consiste en valorar si realmente se aparta sin motivo justificado de lo que viene siendo una tendencia.

Si circulas por una autopista en un determinado sentido de la marcha y no haces más que cruzarte con vehículos que circulan en el sentido contrario al tuyo, ¿eres tú o son ellos los que circulan incorrectamente? Normalmente serás tú el que va en sentido equivocado, aunque no siempre.

Cuando Galileo Galilei enunció la teoría heliocentrista (la Tierra gira en torno al Sol), fue tachado de hereje por los seguidores de la teoría geocentrista (el Sol gira en torno a la Tierra). Galileo circulaba en sentido contrario al de la mayoría, la cual no tenía mejor argumento que el «porque siempre se ha hecho así» y no supieron valorar los argumentos debidamente fundados que manejaba Galileo Galilei.

Ahora resulta que para algunos la Tierra es plana y Galileo Galilei y todos los que le siguen o siguieron están confabulados con alguno extraño motivo oculto por descubrir.

Sin embargo, en el caso de las TTPs no suele haber demasiados Galileo Galilei, porque normalmente los auténticos profesionales buscan la eficacia y se autoconvencen si existe justificación para ello más allá de la mera pretensión por innovar sin necesidad.

A lo largo de los años se ha podido observar cómo en EE.UU., país que dispone de la mayor comunidad de profesionales de las armas de fuego del mundo por una cuestión estrictamente cultural, han pasado del empleo mayoritario en unidades de operaciones especiales policiales y militares de subfusiles HK MP5 en calibre 9mm Luger, al empleo de fusiles estilo AR-15 en calibre 5,56mm NATO, de emplear unas determinadas TTPs a otras, de un tipo de adiestramiento a otro, etc.. Se asume que tales cambios se deben a la experiencia, a la práctica, a las novedades técnicas, a los avances en el razonamiento, siempre en busca de una mayor eficacia y eficiencia, mayores garantías de éxito, mayor rendimiento en combate.

Una cuestión relativa al combate con armas de fuego que despertó su interés en España en su momento ─ahora parece que se ha calmado un poco la cosa─ es la que se refiere a las reacciones fisiológicas y psicológicas ante situaciones de crisis o estrés y su relación con las TTPs a emplear. Podría llegarse a pensar que se trata de algo novedoso, porque no disponíamos de demasiada información al respecto. Sin embargo, es evidente que el hombre ha estado combatiendo desde que tiene uso de razón y lleva desde entonces buscando la forma de ser más eficaz en combate, lo que pasa por el estudio e investigación del estrés y su influencia en el combate.

Se trata de una cuestión ampliamente estudiada por todo tipo de científicos y expertos en la materia, que suman muchos medios y conocimientos al respecto. Existen muchos estudios e investigaciones que se centran específicamente en los efectos del estrés sobre los profesionales de las FCS, las FAS y personal de emergencias (bomberos, ambulancias). La bibliografía es tan extensa que resulta realmente difícil que una persona pueda llegar a estudiarla en su totalidad.

¿A dónde nos lleva esto? Pues a que España no es un mundo aparte y aislado donde la gravedad funcione de forma diferente al resto del mundo. Tal y como sucede en otros ámbitos, es necesario que los profesionales intercambien sus conocimientos y experiencias internacionalmente para poder llegar a un consenso del que todos puedan beneficiarse y que siente unas auténticas bases respecto a las TTPs más eficaces. Lo mismo sucede en otros campos como la Medicina, la Psicología, la Biología, la Ingeniería, etc., en los que se dispone de publicaciones internacionales, normalmente en inglés, seguidas a nivel mundial por muchos profesionales y en las que se hacen públicas las últimas novedades y avances, estudios, investigaciones, técnicas quirúrgicas, fármacos para el tratamiento del cáncer, etc., es decir, donde los profesionales intercambian sus conocimientos en búsqueda del bien común, donde se reconoce a cada uno por su trabajo, donde se difunde la información para beneficio de todos.

Dicho de otro modo, si un médico en España crea una nueva técnica quirúrgica que resulte más eficaz que las actuales, la dará a conocer al resto del mundo en congresos y revistas profesionales internacionales. Rápidamente dicha técnica quirúrgica será adoptada por otros médicos, en su búsqueda común por lograr una mayor eficacia y excelencia en su profesión en favor de sus pacientes. Pero el éxito de esta nueva técnica no radica en su carácter novedoso, sino en su auténtica eficacia. Si, por el contrario, dicha técnica no constituyera realmente una novedad salvo en España, donde no se conocía antes por desconocimiento, esta podría convertirse en un auténtico fiasco con el agravante que podría tratarse de una técnica ya obsoleta practicada hace tiempo sin éxito por las complicaciones que generaba. Por supuesto, la técnica recibiría el nombre que le pusiera su creador y no tendría sentido que después apareciera alguien queriendo cambiarlo.

En conclusión, antes de aventurarse a descubrir la pólvora es necesario comprobar si ya fue descubierta anteriormente y, en tal caso, dedicarse a mejorar su fórmula más que a reinventarla. Resulta especialmente importante aunar esfuerzos (la unión hace la fuerza) y que todos hablemos el mismo idioma. No sirve de nada obcecarse en llamar a las mismas cosas, a las mismas TTPs, de forma diferente, o en innovar despreciando lo ya inventado.

No está todo inventado, pero casi.

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