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Escribo este artículo con la intención principal de asesorar en la medida de mis posibilidades a todos aquellos interesados en adquirir un arma corta a título particular. Lo hago con el único ánimo de ayudar y con mis propias limitaciones en cuanto a experiencia y conocimientos. Es también mi intención el compartir ideas, intercambiar opiniones y ofrecer mi punto de vista sobre una cuestión tan importante como la decisión de adquirir un arma personal. Me centraré específicamente en el arma corta, y aunque haré mención al revólver, enfocaré más este estudio en la pistola semiautomática, por razones que expondré más abajo.
Aunque habitualmente los artículos que publicamos en nuestro Blog son de un único autor ello no quiere decir que este Blog no esté abierto a otros. De hecho, en esta ocasión estrenamos un nuevo autor en nuestro Blog con este artículo y quién mejor que él para presentarse a sí mismo:
«Saludos a todos. Me llamo Alfonso y soy militar desde el año 2003. He pasado los últimos cinco años trabajando en el seno de las operaciones especiales de nuestro ejército. Estoy destinado en Alicante, en el GOE XIX del Mando de Operaciones Especiales. Siempre he sentido verdadera pasión por todo lo relacionado con armamento, tiro y tácticas, razón entre otras que me llevó a elegir mi presente destino. Tuve la suerte de conocer a Jorge Tierno en el año 2010 y desde entonces he venido siguiendo asiduamente su magnífico blog de tiro táctico. He escrito este artículo a petición de compañeros y amigos tanto militares como civiles, siendo todo lo relacionado con el tiro uno de los denominadores comunes a todos nosotros. Es por ello que Jorge amablemente me invitó a publicarlo en su blog, por lo cual le estoy muy agradecido. Espero que sea del agrado de todos, o que al menos proporcione una lectura entretenida.»
Un cordial saludo,
Alfonso
–
No entraré en cuestiones básicas como la fiabilidad o la precisión que debemos buscar en un arma corta y que esta debería tener, sencillamente porque hoy en día la calidad de la mayoría de estas armas es tan alta que elijamos lo que elijamos, casi con toda seguridad estaremos adquiriendo ante todo un arma fiable y precisa. Es cierto que hay modelos de referencia en esos dos aspectos, pero hoy en día la fiabilidad y la precisión son factores que literalmente se dan por hechos y que todos los buenos fabricantes cuidan hasta el extremo. La mayoría de las armas son fabricadas con las últimas y más modernas tecnologías; disponen de armazones de polímero, mecanismos de seguridad internos, cañones poligonales y tratamientos antióxido y anticorrosión, entre otras muchas características, que las hacen sobradamente fiables y precisas en la gran mayoría de los casos.
Para finalizar esta introducción, y con ello entrar ya en materia, me gustaría destacar una serie de afirmaciones o motivos, muchos de ellos falsos mitos y creencias, que en mi opinión no justifican adecuadamente la elección concreta de un arma u otra, o tan siquiera la decision de adquirirla o no. Estas afirmaciones nos pueden llevar a error y a tomar una decisión de la que posteriormente podríamos arrepentirnos, por no haber dispuesto de la información adecuada en su debido momento. Repasemos algunas de ellas a continuación, con objeto de no caer nosotros en esos mismos errores:
- «Me compré ésta pistola porque a los de mi promoción nos hicieron una oferta o un descuento muy bueno, pero nunca la he probado ni la conozco».
- «Me dijeron que esta era muy buena y por eso me la compré».
- «Una vez la probé y me gustó, pero no he probado ni conozco ninguna otra».
- «Si esta marca es la que fabrica nuestros fusiles, seguro que sus pistolas son muy buenas también y se ajustan perfectamente a mis requerimientos personales. No quiero probar ninguna otra cosa ni complicarme».
- «Esa pistola es más cara que tal o cual otra y además está hecha en tal o cual país, así que tiene que ser muy buena».
- «Esa pistola es de las más baratas, así que muy buena no puede ser».
- «Esa pistola es el último modelo de la marca, así que seguro que es la mejor que hay».
Por mucho que algunas de estas afirmaciones puedan parecer algo ambiguas, o incluso difíciles de creer, seguro que muchos hemos escuchado todos estos argumentos y otros aún más chocantes en varias ocasiones y pronunciados por personal procedente de colectivos muy diferentes entre sí, tanto civiles como militares. Siendo honestos, seguramente muchos de nosotros también hayamos actuado alguna vez según una o más de estas pautas equivocadas. A fin de cuentas, ¡nadie está exento de cometer errores!
Una vez analizadas estas posibles fuentes de error, entremos en materia realizándonos esta primera y FUNDAMENTAL pregunta:
¿Qué tipo de uso vamos a dar al arma?
Para responder a esta cuestión clave, vamos a enumerar y estudiar los posibles usos que podemos darle a un arma corta adquirida a título particular:
- Uso en nuestro trabajo diario como miembros de las FCSE o Fuerzas Armadas, de uniforme y con el arma a la vista en su funda de cintura o pernera.
- Ídem de lo anterior, pero con la necesidad de llevarla oculta y vistiendo ropa de paisano.
- Uso para la práctica del tiro deportivo o de competición, ya sea en precisión, recorridos de tiro u otras modalidades.
- Utilización durante nuestro tiempo libre como herramienta de entrenamiento personal y perfeccionamiento de nuestras habilidades en el empleo del arma corta.
- Utilización como medio de autoprotección.
- Cualquier combinación de los anteriores.
Si mi intención de adquirir un arma corta NO está motivada por alguno de los posibles usos anteriores, quizá debería reflexionar acerca de si simplemente voy a comprarla «porque me apetece» o «porque me gusta tenerla», lo cual tarde o temprano puede tener como consecuencia venderla o inutilizarla porque nos habremos cansado de ella y nos supone una carga y una responsabilidad no deseada, con lo que habremos perdido tiempo y dinero, o peor aún, guardarla en su maletín y sacarla de vez en cuando para ver lo bonita que es y enseñarla a los compañeros y a las visitas. Cierto es, que si estamos en este caso, la ventaja que tenemos es que… ¡podemos comprarnos literalmente el arma que más nos guste en el mundo, ya que el resto de consideraciones no son importantes para nosotros! Pero no debe ser esta la mentalidad, ni es esta la manera correcta y responsable de proceder. Adquirir un arma de fuego es una decisión seria, así que una vez dicho esto, ¡que cada uno sea consecuente!
Empecemos por la primera categoría, utilización en nuestro trabajo diario, de uniforme y con el arma a la vista. Si pretendemos adquirir un arma y utilizarla de esta manera, es de entender que dicho uso estará permitido en nuestra unidad, es decir, que las normas o nuestros superiores nos amparan y se nos permite descartar nuestra arma reglamentaria y emplear la nuestra propia en el trabajo, tanto en instrucción como en misiones reales… ¿o quizá solo en instrucción? Esto es algo que debemos tener en cuenta, porque quizá no sea la decisión más sabia sustituir nuestra arma reglamentaria por una que después no podremos (o no deberemos) llevar a una misión real. Quizá nuestros motivos sean otros, como que, por ejemplo, a lo mejor en nuestra unidad hay un 50% de pistolas viejas y obsoletas y otro 50% de pistolas nuevas y modernas, y como no se nos ha asignado una de las nuevas, pedimos permiso para llevar la nuestra particular porque es mucho más fiable que el arma obsoleta que nos han dado de dotación, o porque quizá no se nos haya proporcionado una funda de seguridad adecuada para portarla, o porque quizá prefiramos que otro miembro de la unidad utilice la pistola buena mientras nosotros nos arreglamos con la nuestra propia y así descartamos otra pistola vieja o poco segura.
Si este es nuestro caso, puede ser una buena idea adquirir una pistola igual o similar a la que tenemos de dotación o a la que nos asignarían para una misión real. Si bien no es imprescindible proceder de ese modo, no deja de ser cierto que ese criterio de elección contribuirá favorablemente a mejorar nuestro nivel de instrucción con el arma de dotación o aquella que emplearíamos en una operación real.
Para las Fuerzas Armadas o FCSE, la elección más lógica en este sentido serían armas de calibre 9x19mm como HK (Heckler & Koch) USP, HK USP Compact, HK P-30, Glock 17, Beretta M92FS, Walther P-99, Walther PPQ o cualquier otro modelo de dotación en estos colectivos. Nos interesan factores como: alta capacidad del cargador (15 o más cartuchos en el caso del 9x19mm), y muy alta fiabilidad y seguridad. En este caso no nos preocupan demasiado otros factores como el tamaño o la portabilidad, siempre dentro de unos límites.
No obstante, es conveniente recordar que si nuestra arma de dotación reúne las condiciones de fiabilidad, precisión y seguridad adecuadas, por ejemplo en el caso de la HK USP, probablemente no deberíamos adquirir un arma particular, por ejemplo una Glock 17, solo con intención de utilizarla en favor de la de dotación por el mero hecho de que «yo prefiero usar la mía». Si el arma reglamentaria es buena, en teoría debemos poner todos los medios para utilizarla e instruirnos con ella todo lo posible.
El mismo principio básico se aplica en el segundo tipo de utilización, el porte oculto estando de servicio. Este caso difiere del anterior en que la elección del arma será ahora más selectiva y con otro tipo de opciones disponibles, ya que la portabilidad es uno de los factores más importantes, con lo cual el tamaño ahora adquiere relevancia. Por lo tanto deben tomarse en consideración factores como el tipo de funda que necesitamos para el porte oculto si es que la necesito, la ropa que visto habitualmente durante este tipo de trabajo o instrucción, y básicamente todos los condicionantes que afecten a la portabilidad segura y discreta del arma, empezando por el propio tamaño de la misma. También, quizá en lugar de una funda prefiramos utilizar una riñonera o algún tipo de bandolera o «bolso» en el que pueda llevar el arma cómodamente y -muy importante- que no me dificulte su utilización inmediata en caso necesario. Algunos modelos que cumplen estos requerimientos son: HK USP Compact, Glock-19, Glock-26, Walther PPS, Kahr CM9, S&W (Smith & Wesson) MP9 Compact, Sig Sauer P250 o Springfield XDM entre otros muchos. Cabe destacar que algunos de ellos, como la Glock-26 o la Walther P-99C ya entran en la categoría de «subcompactas», pues son de un tamaño aún más reducido y pensado específicamente para el porte oculto o como arma de apoyo (back-up gun) incluso llevando ya otra arma corta.
Por supuesto, también entra en juego en este caso la complexión física de las personas, ya que cada uno tendrá más o menos facilidad para llevar tal o cual arma con discreción. Hay quien puede ocultar perfectamente una P-30 o una Glock 17 a pesar de que no son armas de tamaño compacto, y hay quien tiene más dificultades por una simple cuestión de constitución física.
El tercer uso es el relativo a la competición o el tiro deportivo. Si bien escribimos más arriba que la precisión y la fiabilidad son factores hoy por hoy sobradamente conseguidos por la gran mayoría de fabricantes, en este caso concreto la precisión, la ergonomía y sobre todo el sistema de funcionamiento adquieren un papel protagonista, y podemos poner en un segundo plano o descartar completamente factores como el tamaño, la portabilidad o casi cualquier cosa que tenga que ver con nuestro trabajo como miembros de las FCSE o Fuerzas Armadas. Básicamente, vamos a utilizar el arma durante nuestro tiempo libre, entrenando tiro de precisión, recorridos de IPSC o alguna modalidad similar. Queremos que sea fiable, queremos que sea precisa, y queremos que su sistema de funcionamiento sea favorable de cara a aumentar la precisión y la velocidad de tiro. Para estos cometidos, algunas elecciones buenas serían: CZ-75 SP, Sig Sauer P220, Glock 17, Glock 34 o algunos modelos derivados de la Colt 1911, populares por su sistema de simple acción. Este es el único ámbito de uso en el que las pistolas con sistema de funcionamiento por simple acción son recomendables, ya que favorecen la precisión. A pesar de que ciertas unidades aún mantienen este tipo de armas en servicio, hoy por hoy no es ni mucho menos la tendencia normal como todos sabemos.
Los seguros manuales también pueden ser requeridos según la modalidad deportiva, y por supuesto no todos los modelos de armas se pueden utilizar en todas las modalidades, categorías o divisiones. Por ejemplo, la Glock 34, pensada para la competición, está autorizada para recorridos de tiro (IPSC), pero no en la división de Producción, sino solo en la Standard. También es importante recalcar que muchas de estas armas utilizadas en competición son inicialmente diseñadas para las FCSE o FAS, como las Sig Sauer, HK o Glock, y que existen muchas otras diseñadas específicamente para la competición, armas especializadas como las Infinity o Hammerli, o algunos modelos específicamente deportivos como por ejemplo la Walther GSP Expert, este último en calibre .22, entre muchos otros que podemos encontrar.
El cuarto uso que podemos dar a un arma corta particular es como herramienta para nuestro entreno personal. Aquí vuelve a entrar en juego la consideración de elegir un modelo igual o similar al que se nos asigna de dotación. Si procedemos de ese modo, evidentemente nuestro rendimiento y nuestra habilidad con el arma de dotación mejorarán, y estaremos cumpliendo la popular máxima de «entrena como combates» incluso en nuestro tiempo libre. No hay ningún problema en proceder de esta forma, pero quizá la pistola que tenemos de dotación no es la que más nos gusta, ni aquella que «siempre hemos querido tener». Hay quienes defenderían este criterio diciendo «es la que tengo en mi unidad, por lo tanto si además la tengo en propiedad y entreno con ella, mejoraré», y por otro lado quienes dirían «si ya la tengo en mi unidad, ¿para qué voy a comprarme yo una igual? Prefiero comprar otra que me guste más».
Ambos argumentos son lógicos y válidos, y en este aspecto, a la hora de decidir, es uno mismo el que tiene que escoger aquello que más le guste o más le convenza. Por ejemplo, puede ser que yo tenga de dotación una HK USP, pero disfrute más en mi tiempo libre entrenándome con mi Sig-Sauer 228, o puede ser que me haya comprado una completamente distinta a la que tengo de dotación porque quiero conocer este otro modelo que también me gusta.
Personalmente, y después de haber tirado con más de 30 modelos distintos, creo que la adaptación de una pistola a otra no es algo tan difícil de conseguir con el entrenamiento adecuado. No obstante, si bien podemos entrenar con otro modelo que sea más de nuestro gusto, no debemos olvidar que nuestra arma de dotación es aquella que en teoría debemos conocer mejor y con la que más deberíamos practicar.
En mi opinión es bueno conocer muchas armas, pero debemos centrarnos en aquellas que tienen más posibilidades de ser empleadas en una situación real, y no en un entreno personalizado de fin de semana, por muy bueno o táctico que este sea. Para este tipo de uso de un arma particular, el modelo que debemos elegir es sencillamente el que más nos guste, teniendo en cuenta una serie de consideraciones que veremos más adelante.
El quinto modo de utilizar el arma corta es como medio de autoprotección. Lo más importante en este aspecto, mucho más que cualquier factor relacionado con el arma, es tener perfectamente claro el marco legal en el que nos estamos moviendo. Esta muy bien llevar el arma siempre encima «por si pasa algo», pero… ¿conocemos todas las cuestiones legales que implica este controvertido hábito? ¿Realmente tenemos la necesidad absoluta de llevar siempre con nosotros el arma? Para algunos es una cuestión de simple costumbre, de mentalidad táctica, personalidad tipo «A», o como prefiramos llamarlo. Para otros es absurdo e innecesario. Cada uno es responsable de sus actos, pero esa responsabilidad no consiste solo en ser un usuario seguro de las armas de fuego, sino también en conocer el marco legal aplicable a las mismas. Si no sabemos nada sobre las leyes en las que nos estamos inmiscuyendo, ¿cómo sabremos si las estamos infringiendo o no? Como todos sabemos, el desconocimiento de una norma no nos exime de cumplirla ni de las responsabilidades legales que puede acarrear el no hacerlo.
Por ejemplo, ¿soy consciente de las consecuencias que puede tener el hecho de que otra persona me vea el arma corta yendo de paisano por la calle, o en un supermercado o una cafetería? Si alguien, en su derecho, da la voz de alarma, ¿estoy amparado por la ley, o por el contrario la estoy infringiendo? ¿Cuándo puede un agente de la autoridad considerar que estoy alterando el orden público por llevar mi arma particular por la calle? ¿Qué puede ocurrir si por cualquier motivo, por improbable que sea, desenfundo mi arma particular en la vía pública o en un establecimiento, no digamos ya si realizo uno o varios disparos? ¿Qué es la defensa propia? ¿Que es la proporcionalidad? ¿Es posible que por defender mi propia vida pueda acabar en un juicio o incluso en prisión? Es nuestro deber, como propietarios de un arma particular, tener al menos unas nociones básicas y fundamentales sobre estas y otras responsabilidades y cuestiones legales.
Dejando aparte ese aspecto que considero fundamental, y ciñéndonos solo a lo que afecta al arma en sí, para este tipo de uso lo recomendable sería un arma con buena portabilidad, sencillez de uso, seguridad, discreción y como siempre fiabilidad. Los revólveres no han dejado de ser una alternativa válida para la autodefensa, por razones que detallaremos más adelante como la sencillez de uso o la gran fiabilidad, y más especialmente por la posibilidad de disparar cartuchos de gran potencia como el .357 o .44 Magnum, menos frecuentes en el mercado de las pistolas. Hoy por hoy, considerando el alto nivel de fiabilidad de las pistolas modernas, esta última es la única ventaja real que mantiene el revólver sobre ellas. No obstante no debemos olvidar que disparar cartuchos de gran potencia como los anteriores por lo general suele requerir más instrucción con el arma.
El sexto y último tipo de uso no es más que una combinación de algunos o todos los anteriores. Por ejemplo, es posible que yo adquiera un arma y pueda utilizarla en mi trabajo de uniforme, competir con ella en recorridos de tiro y después llevarla oculta por razones de autoprotección. También es posible que me interese llevar un arma para mi autoprotección y los fines de semana practicar el tiro de precisión con ella, etc.
La cuestión es que, si queremos combinar varios usos para el arma personal, tendremos que decantarnos por algunos modelos que son más «todo-terreno». Estas armas serán buenas para todos los usos, pero no serán las mejores en casi ninguno en concreto. Por ejemplo, si adquiero una Walther PPS tendré una de las mejores armas del mercado en cuanto a portabilidad y discreción, pero no puedo pretender realizar con ella un recorrido de tiro y esperar salir victorioso por encima de quien utilice una Sig Sauer 226 o una CZ-70. Por el contrario, si adquiero una Glock 19 o una USP Compact, tendré un arma fiable, con buena portabilidad, buena precisión, quizá valida para el trabajo de uniforme, con posibilidades de hacer buena puntuación en un recorrido de tiro, o para entrenar un fin de semana algún aspecto táctico que me interese. No será la mejor en nada, pero me valdrá para casi todo. La Glock-19, la USP Compact, la MP-9 Compact y por lo general toda la gama de pistolas de dimensiones ligeramente inferiores a las estándar son buenas opciones como armas «todoterreno».
Llegados a este punto, y una vez he reflexionado sobre el tipo de uso que pretendo dar a mi arma personal, entran ahora en juego una serie de factores a tener en cuenta. Pasaremos a enumerarlos y a contestarlos uno por uno:
1. ¿Qué tipo de calibre me interesa y por qué?
A la hora de hablar de calibres y municiones, no entraremos en conceptos tan controvertidos como el “poder de parada” ni cuestiones similares ya que no son objeto de este artículo. A modo de apunte y siendo totalmente objetivos, lo que importa no es el calibre, sino el tirador. Mucho más importante que las características de la munición es EL LUGAR en el que impacta esa munición.
Salvo que tenga la intención de hacer tiro deportivo en modalidades de precisión y similares, para lo cual el calibre más popular sigue siendo el .22 LR, lo normal sería que adquiriese un arma del calibre 9x19mm Parabellum. Sencillamente, este tipo de munición sigue siendo en nuestro país el más conocido y asequible para todos aquellos interesados en adquirir un arma corta. ¿Podemos preferir un arma de otro calibre? ¡Por supuesto! Nada nos lo impide. Sin ir más lejos, no deja de ser una realidad que el calibre 9×19 está cuanto menos en entredicho en EE.UU. en favor de otros como el .40 SW y cada vez más el .357 Sig, cartuchos muy similares entre sí pero con un rendimiento teóricamente superior al 9×19. El problema en nuestro país es que casi cualquier munición diferente del 9×19 o el .22 LR será generalmente más difícil de adquirir y casi con toda seguridad nos supondrá un desembolso económico significativamente más elevado. Si compramos un arma del .45 ACP sin lugar a dudas tendremos un calibre muy potente y eficaz, pero podemos estar hablando de pagar 1€ por cada cartucho disparado, siendo igual en el caso de, por ejemplo, un revolver del calibre .44 o una Desert Eagle del calibre .50.
Una vez más, esto queda a elección de cada uno, pero la premisa fundamental es la misma: debo instruirme en el uso del arma, y eso requerirá gastar munición.
2. ¿Puede un revólver interesarme más que una pistola? ¿Por qué motivo?
Como ya se ha mencionado más arriba, dado el alto grado de fiabilidad de las pistolas modernas, las únicas ventajas reales del revólver sobre la pistola son la sencillez de uso y sobre todo la posibilidad de disparar calibres de gran potencia, dada la mayor robustez de sus piezas y su armazón. Pudiera ser que el revólver me interesase más como medio de autodefensa por esos motivos, pero teniendo en cuenta que saldríamos perdiendo en cuanto al número de cartuchos que tendríamos a nuestra disposición, la gran lentitud para recargar y otros factores, es raro que no haya una o varias pistolas en el mercado que cumplan todos nuestros requerimientos por encima del revólver. Otras cuestiones fundamentales de este último son la ausencia, por lo general, de seguro manual y el concepto de «arma cargada», ya que los revólveres, una vez está municionado el tambor, ya se considera tan preparado para hacer fuego como una pistola con cartucho en recámara y con el seguro quitado, de modo que en cuanto presione el disparador, el arma efectuará un disparo. ¿Podemos y queremos asumir ese nivel de seguridad? Eso es algo que debemos preguntarnos.
3. ¿Qué tipo de funcionamiento combinado prefiero? Doble acción, aguja lanzada…
Este punto suele ser el talón de Aquiles de quienes adquieren un arma sin la suficiente información o experiencia, o sin haberla disparado antes.
Debemos preguntarnos lo siguiente: ¿conocemos las características del funcionamiento por doble acción y por lo tanto con martillo exterior? ¿Hemos tenido ocasión de probar este sistema de funcionamiento y de compararlo con otros, como la Doble Acción Exclusiva (DAO) o la aguja lanzada (striker-fired)?
Es de sobra conocido que si nuestra arma corta es de Doble Acción y queremos realizar un primer disparo con el martillo abatido, deberemos realizar una presión de unos 4,5 kg sobre el disparador del arma. A continuación, y una vez efectuado este primer disparo, el muelle del martillo permanecerá en tensión y este en posición retrasada, permitiendo que los sucesivos disparos sean en simple acción, es decir, con una presión de algo menos de 2kg. Esto, nos guste o no, implicará por fuerza acostumbrarse a dos presiones diferentes de disparador; un primer disparo que «costará más» efectuar, y disparos sucesivos que serán muy sencillos de llevar a cabo debido a la poca presión que requieren. Este sistema es indudablemente más complejo que el DAO y la aguja lanzada, pero no por ello debemos descartarlo. Quizá pensemos del siguiente modo: puede ser que queramos una pistola con martillo y doble acción porque precisamente nos interesa que ese primer disparo sea algo más difícil de realizar. Quizá estemos a favor de que el disparador ofrezca más resistencia al primer disparo por razones que nosotros consideramos “de seguridad». A pesar de que a este respecto hay muchas opiniones diferentes, dicho argumento es perfectamente válido para muchos usuarios de las armas cortas y para ellos justifica sobradamente la decisión de adquirir un arma de esas características.
En el lado negativo, existe la idea de que «el primer disparo, al ser en doble acción, siempre se desperdicia». Esa mentalidad no es digna de ningún tirador que se precie. Sencillamente, si adquiero un arma de doble acción, deberé asumir la responsabilidad de instruirme específicamente en la realización correcta y eficaz de ese primer disparo, por difícil que sea manipular un disparador de más de 4 kg de presión.
Cada uno es libre de pensar lo que quiera y actuar en consecuencia, pero es un hecho difícilmente rebatible que las pistolas de aguja lanzada (striker-fired), o incluso las de Solo Doble Acción (DAO) permiten acostumbrarse antes y más fácilmente a la presión del disparador, ya que esta es siempre la misma y no varía del primer disparo al segundo, por lo tanto el entrenamiento resulta más eficaz con ellas. Casi todos conocemos casos de personal que dispara con una HK USP y por lo general no obtienen los mismos resultados en el mismo tiempo que alguien que dispara con una MP9 o una Glock, debido a la simple realidad de que en las pistolas de Doble Acción con martillo es siempre más difícil realizar un primer disparo eficaz. Esta dificultad puede superarse, pero sólo a base de entrenamiento constante.
Por otra parte, no deja de ser cierto que si utilizamos un arma de doble acción, la llevamos siempre sin cartucho en recámara y nos entrenamos en tirar de la corredera nada más realizar la extracción de la funda, nuestro primer disparo siempre será en Simple Acción. El problema es que esto supone llevar el arma en la funda sin cartucho en recámara, lo cual es un asunto que por desgracia hoy por hoy sigue suscitando controversia en muchos colectivos, y en el que no entraré ya que no constituye el objeto de este estudio.
Además del sistema de funcionamiento y la presión a ejercer sobre el disparador, debemos examinar cuidadosamente el «recorrido» del mismo y el «reseteo» del disparador. Sin entrar en tecnicismos, definiremos «recorrido» como la distancia que debemos mover el disparador con nuestro dedo índice desde que establecemos contacto con el mismo hasta que se produce el disparo. Por otra parte, el «reseteo» puede definirse como la distancia que, una vez realizado el disparo, debemos dejar que el disparador recorra de vuelta impulsado por su muelle hasta que el mecanismo de disparo vuelva a estar preparado para hacer fuego, momento en el que se escuchará un característico «click», y que llegará mucho antes de que permitamos al disparador volver a su posición inicial relajada. Pretendo que estas definiciones sean más intuitivas que técnicas.
Estos factores parecen secundarios frente a muchos otros, y es posible que muchos ni siquiera nos paremos a contemplarlos, pero son importantes. No tiene absolutamente nada que ver presionar el disparador de una Walther P-99 con presionar el de una Sig 228 o el de una Glock 17. Además de la presión del disparador, tanto el recorrido como el reseteo son completamente diferentes en cada una de esas armas, y es el usuario el que debe emplear tiempo en experimentar esas sensaciones y compararlas. Por supuesto, si es posible, lo ideal sería también disparar con fuego real. Esto nos ayudará a elegir BIEN un arma con la que nos sintamos cómodos disparando.
Sencillamente, hay muchos tipos de disparadores y cada uno tiene su recorrido, y sólo a un tirador con muy bajo nivel de instrucción le parecerá este un asunto irrelevante. Una vez se prueban las armas, nos damos cuenta de que «esta se dispara mejor que esta otra», o que «esta tiene un recorrido tan largo que me duermo antes de que salga el disparo». Como ya se ha mencionado al principio, no es una sabia decisión adquirir un arma sin haberla probado antes, sin haberla comparado con otras, o «porque me dijeron que era muy buena».
La conclusión sobre esto es clara: es una lástima adquirir una pistola para luego probar la de un compañero y descubrir que el sistema de funcionamiento me convence más que la de la mía, el tiro me resulta más sencillo y consigo mejores resultados en mi entrenamiento.
4. ¿Armazón de polímero o armazón de metal?
Los armazones de polímero llevan en el mercado mucho más tiempo del que quizá pensemos. Este tipo de material se popularizó a principios de los años 80 con la primera generación de pistolas Glock. Sin embargo, diez años antes, la empresa alemana Heckler & Koch había desarrollado la VP70, una peculiar pistola con cargador de 18 cartuchos y capacidad de fuego automático, que fue la primera arma corta con armazón de polímero. Su producción cesó en 1989, en pleno auge de las pistolas Glock.
Básicamente, la principal ventaja del armazón de polímero es la reducción del peso total del arma. La mayoría de pistolas con este tipo de armazones apenas rondan los 600-700 gramos de peso descargadas, y no llegan a un kilogramo con el cargador lleno. Esto proporciona mayor comodidad y portabilidad a la hora de trabajar con el arma, lo cual puede ser muy importante en aspectos como el porte oculto con ropa civil. El polímero es, asimismo, muy resistente y duradero, insensible a agentes químicos, corrosión, óxido, cambios de temperatura y otros factores, pero sin embargo vulnerable al fuego.
El armazón de metal, por otra parte, incrementa notablemente el peso del arma, pero tiene una ventaja significativa: por lo general, tiende a disminuir la reelevación del arma tras el disparo. Cuanto más pesado sea el armazón, más se opone al movimiento ascendente de la boca del cañón producido por el desplazamiento de la corredera hacia atrás después del disparo. Debido a ello, la sensación del tiro con un arma de este tipo es algo más estable, menos brusca, como si el arma fuera, en términos coloquiales, “menos nerviosa” o “más dócil” en el tiro. Es importante destacar que por lo general solo los modelos más antiguos tienen un armazón completo de acero. Lo habitual son las aleaciones de aluminio, las cuales se crearon ya con objeto de reducir el peso total del arma. La Sig-Sauer P226 es uno de los mejores ejemplos de arma equilibrada y de fácil control de disparo.
Debemos tener en cuenta que esta característica de las armas con armazones metálicos, si bien es digna de mención, por lo general no es muy significativa. La tendencia actual de la mayoría de fabricantes es decantarse hacia el armazón de polímero, ya que una notable reducción de peso parece ser una ventaja más aprovechable que una ligera reducción de la reelevación del arma. Lo recomendable en este caso es comparar varios modelos, y si es posible, realizar una prueba con fuego real.
5. ¿De cuánto presupuesto dispongo para adquirir el arma?
Hoy en día, y tal y como está la presente situación, es posible que la mayoría de nosotros no tenga presupuesto en absoluto para adquirir un arma particular, pero en caso de tenerlo, hay una pauta que debemos tener en cuenta: el precio no es indicativo de nada. Por ejemplo, una Sig-Sauer casi siempre me costará más cara que una USP, y sin embargo la corredera de la Sig probablemente se oxidará y la de la USP no lo hará. Este hecho era por desgracia algo común en las pistolas Sig de la serie Pro y en algunos otros modelos.
La casa Glock bajó el precio de sus pistolas a menos de 500 euros hace pocos años, lo cual fue motivo suficiente para que muchos «entendidos» se permitieran la licencia de decir cosas como «esa pistola es muy barata, con lo cual seguro que es mala», cuando la realidad era que Glock se preparaba para lanzar la 4ª generación del mismo modelo, a un precio nuevamente superior a 500 euros. El precio de las armas no solo tiene que ver con la calidad o fiabilidad de las mismas, sino con los costes de fabricación, los contratos de ventas, las importaciones, el valor de la propia empresa en el ámbito de la economía, la aceptación del arma en el mercado, las patentes y un sinfín de factores.
Como conclusión, podemos tener un presupuesto más o menos ajustado para adquirir un arma personal, pero no debemos dejar que el precio del arma nos condicione ni para bien ni para mal, porque seguramente nos estaremos equivocando.
6. ¿El hecho de que tenga seguro manual externo es importante para mi?
El seguro manual externo es un elemento que cada vez se contempla menos en las pistolas actuales. En algunos casos nunca o casi nunca se ha contemplado, como con las fabricadas por Glock o Sig Sauer, ambas marcas de gran prestigio.
Hoy en día la mayoría de los últimos modelos que salen al mercado carecen de seguro manual, sirvan de ejemplo la HK P-30 en muchas de sus variantes, la MP9 de Smith and Wesson, la Walther PPQ y muchas otras. En algunos casos, como en las HK, existen varias versiones, con o sin seguro, en función de los requerimientos del usuario. Este tema es algo muy personal que cada uno debe valorar objetivamente. Para arrojar algo de luz sobre ello, dividiremos los elementos de seguridad de toda arma en dos categorías:
1) Elementos de seguridad activos: aquellos que el usuario debe manipular para su funcionamiento y que tienen una influencia directa en la posibilidad de que el arma efectúe o no un disparo. En esta categoría están los seguros manuales de aleta, los seguros de cargador que impiden que el arma haga fuego sin estar el mismo insertado, los seguros de empuñadura estilo Colt-1911 y de otros tipos.
2) Elementos de seguridad pasivos: aquellos cuyo funcionamiento no depende de la manipulación del usuario, sino que son automáticos y sólo se desactivan mediante la acción del disparador. Ejemplos de este tipo son los seguros de caída, los seguros de bloqueo de la aguja percutora, o el sistema «SAFE Action» de Glock.
Los seguros activos proporcionan al usuario una seguridad «visual» del estado de su arma. Si vemos un seguro de aleta puesto, sabemos que el arma no hará fuego (o no debería) si presionamos el disparador, pero… ¿por qué íbamos a presionarlo a no ser que quisiéramos hacer fuego? La única respuesta válida, aparte del disparo en seco, sería el disparo accidental, la negligencia. La experiencia demuestra que al final, en la mayoría de los casos, los usuarios no utilizan el seguro manual de sus armas, sino que simplemente lo llevan desactivado y con el arma en la funda. No está de más decir que la propia funda es, ante todo, el primer elemento de seguridad de que disponemos, el primer eslabón de la cadena de seguridad. El hecho de que la mayoría de empresas ya no incluyan el seguro manual en sus armas es un claro indicativo de que la mentalidad general cada vez evoluciona más hacia no necesitarlo. No obstante, algunas marcas como HK aún siguen incluyéndolo en muchas de sus armas, muchas veces por requerimientos específicos militares o policiales en los que tampoco entraremos en este estudio.
Los seguros pasivos son los verdaderamente importantes e imprescindibles en toda arma que se precie, y la razón es muy sencilla: un arma no puede bajo ningún concepto dispararse debido a una caída, un golpe, una presión lateral sobre el disparador o cualquier otra causa similar. Un arma debe hacer fuego única y exclusivamente cuando el usuario presione el disparador, y ya otra cosa es si lo ha hecho por voluntad propia o por negligencia. ¿Necesitamos entonces los seguros manuales? Depende de nuestro nivel de instrucción, las circunstancias, el entorno en el que trabajemos, los requerimientos que tengamos impuestos y otra serie de factores, pero en cuanto a los seguros pasivos no hay duda: son imprescindibles. Un arma corta que se me cae de las manos, golpea el suelo y se dispara, es un arma cuya mejor utilidad es como pieza de museo o como material de reciclaje.
7. ¿La capacidad del cargador y la ergonomía son también importantes?
La capacidad del cargador suele ser, hoy por hoy, alta en la mayoría de modelos. El estándar más habitual son 15 cartuchos, aunque hay modelos como la Glock 17, que desde sus primeros días incluyen 17 cartuchos en el cargador (como anécdota, comentar que la designación «Glock-17», no tiene nada que ver con la capacidad del cargador ni con el tamaño del arma, sino que simplemente es el número de la patente correspondiente a ese modelo en concreto, por pura casualidad). En términos generales, la capacidad del cargador tendrá influencia en el tamaño total del arma, lo cual influirá a su vez en la portabilidad de la misma. Una alternativa a tener en cuenta en el caso de que un usuario necesite un arma fácilmente ocultable pero con buena capacidad de cargador es utilizar, si el arma lo permite, cargadores más largos de otro modelo, como hacen algunos usuarios de Glock 26 que emplean los cargadores de la propia arma y otros de mayor capacidad como los de la Glock 17 ó 19.
La ergonomía es un factor clave, por desgracia no siempre tenido en cuenta. Debemos conocer el arma, empuñarla con una y dos manos, empuñarla desde la funda, ver si se adapta bien a nuestras manos o si requiere modificaciones. Debemos sentir claramente la comodidad en el empuñamiento, debemos fijarnos en si se adapta bien a la mano o si por el contrario hay una esquina, arista o cualquier otra parte que nos incomoda, si el dedo índice puede alcanzar bien el disparador, si nos sobra o nos falta empuñadura, si puedo manipular eficazmente los seguros, palancas de desamartillado.. .etc. Todo esto tendrá mucha influencia en el tiro, con lo cual es muy importante. Hay pistolas que siempre han destacado por su buena ergonomía, como la Walther P-99 y posteriores versiones, y otras cuya ergonomía ha estado algo más en entredicho, como la Glock 19. Una vez más, debemos PROBAR y COMPARAR, no fiarnos de terceros, y estudiar con calma todos los factores.
8. ¿Hay en el mercado una amplia variedad de accesorios para mi arma personal?
Esta cuestión incluye accesorios absolutamente imprescindibles como la funda (salvo que prefiera o deba llevar mi arma siempre en su maletín de transporte), y otros no tan relevantes como un módulo láser o unas miras de tritio. Debemos tomarnos la molestia de conocer los accesorios disponibles en el mercado y sus precios, no solo a través de internet sino también de una armería especializada. ¿De qué modo puede influir esto en decantarse por uno u otro modelo? Básicamente, debemos tener en cuenta que si adquirimos una USP Compact o una Glock 17, el mercado nos ofrecerá infinidad de accesorios para casi cualquier circunstancia, desde fundas hasta piezas personalizadas, mientras que si adquirimos una Walther PPQ o una Smith and Wesson MP9, probablemente me cueste bastante más encontrar incluso una funda en condiciones. Las pistolas más modernas requieren siempre un tiempo «de rodaje» en el mercado, no solo para la fabricación de accesorios por parte de otras empresas, sino para poder constatar que son armas fiables y responden bien a lo anunciado por el fabricante. ¿Cuánto cuesta un cargador extra para nuestra arma? ¿Existen portacargadores de calidad para llevarlo? ¿Hay alguna empresa que fabrique fundas de ocultación para nuestro modelo en concreto? ¿Tenemos la posibilidad de colocar un alza micrométrica en el arma? A medida que avancemos en la instrucción y el entrenamiento con el arma, estas pequeñas cuestiones de seguro irán cobrando importancia.
A modo de resumen, y con objeto de determinar unas pautas básicas a seguir para todo aquel interesado en adquirir un arma personal, propongo las siguientes recomendaciones:
- Determinar claramente el uso que pretendo dar al arma.
- Informarse todo lo posible a través de todo tipo de fuentes, pero no fiarse enteramente de las opiniones de terceros ni de aquellos que creen que su arma es la mejor «porque sí», sin tener argumentos objetivos.
- Probar y comparar SIEMPRE, y tomarse el tiempo necesario. No limitarse solo a un arma, sino tener en cuenta varias marcas y modelos.
- El precio no es indicativo de nada.
- Experimentar con la ergonomía, el sistema de funcionamiento, el recorrido del disparador, el reseteo y los seguros manuales si el arma dispone de ellos.
- Siempre que sea posible, realizar una prueba con fuego real comparando diferentes armas. A ser posible, no conformarse solamente con las sensaciones que percibimos en la armería al empuñar el arma. A fin de cuentas, el fuego real es la prueba clave de toda arma, pero no solo para ver su fiabilidad o precisión, sino para ver si me siento cómodo disparando con ella.
- Informarse de la disponibilidad y el precio de los accesorios, fundas, piezas de recambio, etc. que pueda haber en el mercado para ese modelo concreto.
Espero que este artículo haya servido de ayuda a todos aquellos que tengan interés en el mundo de las armas cortas. Una vez se haya tomado la decisión y seamos propietarios de un arma personal, el siguiente paso es el más importante: entrenar, entrenar y entrenar para mejorar nuestra habilidad y, por encima de todo, ser siempre un usuario seguro y responsable de las armas de fuego.
Tte. Alfonso García
GOE XIX, UOE 936
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Gracias, Antonio.
Nos alegra que te guste.
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Magnifico artículo. Claro, preciso, exhaustivo y sistemático. Gracias
Un buen artículo mi teniente, yo estuve en el goe 1. Uoe11. Y plana año 87.
Tengo licencia F, y estoy pensando en meterme en el mundillo del ipsc.
Mi experiencia en tiro deportivo y normativa es baja. Tengo la duda de que arma escoger, para esta modalidad. También la utilizaría para precision sin competición. Pero lo que más me gusta son los recorridos de tiro. En cal 22 , me sabe a poco, sería con 9 mm. La Glock me gusta bastante. Que me recomendaría usted?
Me parece que el articulo esta muy bueno bastante completo y explicito.
Que nadie se ofenda yo soy un aficionado a las armas de fuego y no un experto.
Hola. El mejor artículo que he leído sobre armas cortas. Lo felicito.
Felicitaciones por la claridad en la exposición del tema. Pero me gustaría qcomentara sobre el revolver calibre 38 cañón corto especial, por ejemplo el Smit Wesson
Muy profesional su explicacion me gustaria seguir recibieno explicaciones o comentarios como ese mas bien parecia una clase.