En algunas ocasiones me pregunto qué hay de cierto en esos típicos enunciados, que además suelen proceder de falsos profetas/doctores liendres*, que afirman que en situaciones de estrés SIEMPRE se pierden las habilidades motoras finas y complejas. ¿No será que en ocasiones confiamos en que vamos a descubrir la pólvora en el siglo XXI?
* Para evitar malentendidos quisiera aclarar que la referencia falsos profetas/doctores liendres no va dirigida a nadie en particular y allá cuidados quién se sienta identificado. Como se suele decir «el que se tenga que dar por aludido que se dé por aludido, ¡él sabrá los motivos que tiene para ello!». Únicamente me refiero a cualquiera que pueda considerarse un experto en la materia simplemente por haber leído un par de libros.
No tengo ni la más remota idea sobre este asunto, ni lo pretendo, pero me surgen dudas al respecto cada vez que compruebo que ya existen muchos estudios científicos y prácticos en casi cualquier ámbito sobre la influencia del estrés en la actuación de un individuo que no dan por hecho que siempre se produzca tal pérdida de habilidades motoras.
Como es lógico, cualquiera que pueda estar sometido a situaciones de estrés por razón de su profesión (militares, policías, bomberos, personal de emergencias, pilotos de combate, …) estará muy interesado en conocer y tratar de contrarrestar los efectos que el estrés pueda tener sobre su actuación ante determinadas situaciones, por lo que es de suponer que esto del estrés no es nada nuevo y hay mucha información disponible.
Creo que tanto en el pasado como actualmente, y así se hará también en el futuro, parecen dedicarse muchos esfuerzos al estudio de la influencia del estrés sobre un individuo de forma que se pueda orientar su instrucción y/o adiestramiento en provecho de una mejor actuación a pesar del estrés.
Un buen ejemplo creo que podría ser un piloto de combate que a pesar del gran estrés al que se puede ver sometido durante un combate aéreo o una emergencia en vuelo, tiene que seguir toda una serie de procedimientos con precisión milimétrica que implican accionar diferentes palancas y pulsadores diminutos así como prestar especial atención a toda la información que recibe, es decir, necesita conservar su habilidad motora fina y compleja a pesar del estrés.
Me da la impresión que un individuo, especialmente si dispone de una adecuada instrucción y/o adiestramiento, sí podría llegar a mantener cierta habilidad motora fina y compleja aún en situaciones de estrés, como por ejemplo la necesaria y suficiente para manejar una videocámara.
En la siguiente grabación de vídeo se puede observar cómo una base estadounidense/macedonia recibe un ataque talibán por fuego de morteros. Los talibanes están corrigiendo su fuego de mortero aplicando el método de la horquilla. El primer impacto cae largo, el segundo corto y el tercero impacta dentro de las instalaciones.
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Como es de suponer cualquiera en tal situación sabe que desde que recibe el primer disparo su atacante corregirá el fuego hasta lograr alcanzar su blanco. Por tanto, la persona que está grabando debería ser consciente que en cualquier momento el impacto podría incidir sobre su propia posición o muy cerca, es decir, motivos tiene para encontrarse bajo los efectos del estrés que supone saber que puedes morir. Yo al menos creo que ya olería a mierda y habría manchado los gallumbos, o no, tampoco lo sé. Pues a pesar de todo este individuo parece no haber perdido su capacidad para realizar movimientos tan finos y complejos como para poder manejar su videocámara, hacer zoom, dirigir el objetivo a uno u otro lado. En realidad no parece ni siquiera demasiado alterado.
En fin, no dispongo de los más mínimos conocimientos sobre los efectos del estrés, pero me cuestiono muchos enunciados recurrentes cada vez que llega a mis ojos alguna grabación de una auténtica situación de estrés en la que el personal que interviene parece ser capaz de responder tal y como se le ha enseñado, diría yo.
A lo mejor, en lugar de preocuparnos tanto por el estrés y sus efectos deberíamos preocuparnos más de nuestra instrucción y/o adiestramiento y no tratar de reinventar la rueda sino fiarnos de aquellos que profesionalmente se dedican a preparar a otros para enfrentarse precisamente a situaciones de puro estrés como es el combate.
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No hay nada de malo, tal y como no dice la reflexión que plantea este artículo. De hecho, el artículo dice precisamente eso. El problema surge cuando los «smoke sellers» [vendehumos] hacen su magia y desvían la atención de lo importante. En fin, que lo del estrés está muy bien, sobre todo si la información es la correcta.