Casi todo tiene sus ventajas y sus desventajas. La proliferación de las redes sociales ha supuesto una revolución en cuanto a la comunicación, permitiendo compartir abundante información, sin límites, sin que existan fronteras, sin restricciones por cantidad, forma o contenido. Sin embargo, esa abundancia de información ha traído consigo una saturación por la que difícilmente se puede atender a toda la información que deambula por múltiples redes sociales. «El exceso de información causa el síndrome de la infoxicación, que está caracterizado por la ansiedad y la angustia». «La infoxicación es la incapacidad de análisis eficiente de un flujo de información elevado». Al final, ante la imposibilidad de procesar tantísimas publicaciones realizadas en un sinfín de perfiles en diferentes redes sociales, se acaba por simplemente darle a me gusta, en un juego que consiste en deslizar el dedo o el ratón por la pantalla a toda velocidad y pararse únicamente si hay algo que llame la atención «visualmente».
Esta dinámica de darle a me gusta, sin leer ni prestar atención, supone que realmente no se recibe información. Somos prisioneros y esclavos del algoritmo de las redes sociales, que quieren tenernos cada vez más enganchados a la pantalla pasando páginas y dándole a me gusta. ¡Piénsalo!
¿Alguna vez has abierto una red social (Instagram, facebook, YouTube, Twitter) con la intención de repasar rápidamente las últimas noticias o informaciones sobre algún tema, para acabar pasando no minutos, sino horas, deslizando pantallas y dándole a me gusta?
Multiplica esa práctica por todas las veces a lo largo del día, de la semana, del mes, del año, en las que caes en la tentación del algoritmo, y puedes hacerte a la idea del tiempo que dedicas a pasar pantallas y darle a me gusta. ¿Qué provecho le has sacado a todo ese tiempo en redes sociales? Difícilmente se le puede sacar provecho a algo cuando eres esclavo de un algoritmo y no haces más que pasar pantallas y darle a Me gusta sin pararte a leer.
El algoritmo de las redes sociales es muy listo y no va a dejar de alimentarte con todo lo que pueda atraer tu atención. Así que esto no tiene fin. Además, el algoritmo tiene información de primera mano y trabaja muy bien la ingeniería social, que para algo está diseñado. Así que hay quien incluso podrá aprovecharse del algoritmo para difundir sus publicaciones, bien pagando, bien aplicando un buen marketing.
Al final, el grado de condicionamiento es tal que lo que empieza a hacerse popular, no para. Existe una tendencia a seguir aquellos perfiles que más seguidores acumulan, porque si algo es popular, uno no puede quedarse fuera. Lo mismo sucede con las publicaciones, que acumulan más me gusta cuantos más me gusta tienen, porque esa popularidad genera el mismo fenómeno: quiero que vean que me gusta lo mismo que le gusta a los demás.
Es curioso que haya perfiles de auténticos payasos con decenas de miles de seguidores, que acumulan miles de me gusta en publicaciones muchas veces absurdas. Luego te encuentras a auténticos figuras, que suelen publicar información útil e interesante, que no acumulan más que unos pocos miles de seguidores y sus publicaciones no suman miles de me gusta. Así están las cosas.
Por supuesto, somos lo que comemos. Así que los perfiles en redes sociales que sigue cada uno van a definirle y permitirán establecer un perfil muy preciso de cada persona. Ahí entra en juego la ingeniería social, para explotar todas esas pistas y sacarle provecho.
Como decíamos en el título, hay que leer más y perder menos tiempo en redes sociales. Cada uno tiene que ser lo suficientemente selectivo como para quedarse con lo que realmente le interese y pueda aportarle algo. Está bien pasar el rato en redes sociales con publicaciones que no aportan otro valor más que un poco de entretenimiento y/o diversión. Pero, es necesario tener unas buenas referencias y referentes a través de las que informarse y aprender cosas nuevas. Es necesario prestar atención a lo que la merezca. Antes de Internet, las principales fuentes de información eran libros y revistas, que normalmente había que pagar o consultar en bibliotecas. Con la llegada de Internet aparecieron buenas fuentes de información en forma de foros y listas de correo electrónico, y luego llegaron los blogs ─como nosotros─. A día de hoy, siguen existiendo todas esas fuentes de información, aunque hayan perdido, o no hayan ganado, tanta popularidad como las redes sociales. Merece la pena tener una buena selección de este tipo de fuentes de información y mantenerse informado de sus publicaciones, que suelen llegarte por ese medio de comunicación que llaman correo electrónico. Hay que leer. No queda otra si realmente quieres aprender algo.
¡No caigas prisionero y esclavo del algoritmo! ¡Busca y selecciona buenas referencias y referentes!
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De todos modos, respecto al número de seguidores, a mí, lo que me ponía enfermo era esa gente que un día te sigue, pone un par de likes y no vuelve a interactuar jamás. Yo me preguntaba siempre qué hacía esa gente siguiéndome, ¿les gustaban mitad publicaciones, no les gustaban? Si no les gustaban ¿por qué seguían ahí? Al final era como tener un montón de zombis siguiéndome…
Yo, es que creo que la gente no entiende bien de qué van las redes sociales.
Pues no tengo ni idea, la verdad. No lo he pensado mucho. Yo también llevo muchos años con la web (desde 2007) y, no sé si será la fuerza de la costumbre, pero no me canso. Ahora estoy rehaciéndola son ninguna prisa, limpiando mucho contenido que ya no me gusta, metiendo otro mucho más trabajado y, sobre todo, remaquetándola para que tenga un aspecto más actual.
Es que, en invierno, meterse en el saco de dormir a las 7 me da muchísimo tiempo que tengo que ocupar de alguna forma. Jajaja!
Fíjate que yo creo que habrá un momento en que se vuelva atrás y los contenidos webs vuelvan a ser tendencia, porque las redes sociales te hacen prisionero de un algoritmo que anula el espíritu crítico y la personalidad propia. Lo que no sé es cuando será esa marcha atrás.
Cuando empecé el blog la vida media estimada de este tipo de proyectos era de 2 o 3 años. 14 años después puedo decir que suma y sigue, no sé por cuánto tiempo. Mientras me resulte entretenido y divertido creo que seguirá.
Un abrazo.
Efectivamente, las webs tienen muy poco efecto ya, excepto si son tiendas o periódicos. Por supuesto, si hay una app «ad hoc», el tráfico de la web queda mermadísimo.
Por supuesto, si lo haces por simple afición, porque te gusta y ya está, poco importan las visitas. A mí me permite vivir mucho mejor y, además, me entretengo jugando con el diseño de la web y la firma en que se ve el contenido. Es que soy un poco maniático y, por ejemplo, la forma en que se muestra en contenido en FB, me parece espantoso. A mí me quita las ganas de leer nada, jaja.
Lo que importa, creo yo, es que hacer estas cosas te sirva para tu bienestar y no para robarte horas de tranquilidad.
Yo, personalmente, una web bien diseñada que respeta el contenido sin llenarlo de distracciones y contenido que no has solicitado, lo agradezco.
Gracias por contestar.
Tremendo comentario, Bieito.
Muchas gracias.
Explicas la realidad de las redes sociales. Yo solo tengo perfiles en redes sociales para intentar llegar a más gente y remitirles a la web. Lamentablemente es muy poco el efecto que tiene, así que las visitas a la web son mínimas. Lo bueno es que al no hacer esto para ganar dinero puedo disfrutarlo igualmente.
Un saludo.
Nunca me han gustado las redes sociales. Casi por obligación (me lo exigía una marca que me pagaba) abrí una cuenta en Instagram. Yo vivo viajando, y cada día escribía mi diario de ruta, reflexiones, etc, y publicaba alguna foto. Como eran textos enfocados a la publicación posterior de libros, estaban bastante trabajados. Dedicaba, al menos, una hora diaria a trabajar en cada publicación.
Al cabo de un par de años, consciente de que la gente no leía nada de lo que escribía y sólo miraban las «estampitas», me dediqué a publicar simples rectángulos de colores. Por supuesto, continué escribiendo mis textos. Me di cuenta de que, a pesar de eso, recibía casi los mismos likes, por lo que decidí de que era ridículo seguir publicando nada. Finalmente sólo publicaba en mi propio sitio web, que para eso lo estaba pagando (¡y a qué precio!) y lo tenía desatendido.
El día que, en el transcurso de un viaje solidario para visibilizar una enfermedad que yo también padezco, Instagram me censuró una publicación por mostrar una serie de cicatrices, puse mi cuenta en privado, vacié la cuenta de seguidores y dejé de publicar. Tuve que explicárselo a quienes ponían dinero, alguno retiró si ayuda y otros comprendieron que, después de un día entero pedaleando, dedicarle una hora o más a una publicación en redes era demasiado trabajo que se estaba yendo a un saco roto… No eliminé la cuenta porque ahí hay mucho material que, para mí y para mi trabajo, es necesario, pero jamás he vuelto a publicar nada ni a atender una sola solicitud de seguimiento. Contesto mensajes privados si los hay, pero son muy pocos y yo lo agradezco. Todo lo que mis sponsors quieren que publique, se lo envío por correo y lo publican ellos en sus cuentas o, en otros casos, los he convencido de que las redes sociales y yo no somos amigos.
Yo no considero que leer en redes sociales sea leer. En cualquier caso, no me gusta.
Yo no tengo ningún problema en encontrar qué leer interesante, soy amante de los libros, tengo una biblioteca muy externa y siempre encuentro algún libro que me interesa. Cuando no, en mis librerías de referencia me sugieren cosas sabiendo que no leo novela ni nada que sea ficción, porque no me interesa. Así, siempre tengo algún libro que leer.
En mi opinión, las redes sociales, al menos como funcionan ahora, no contribuyen en nada a fomentar otra cosa que el enriquecimiento de sus dueños. Un espacio en el que cualquiera opina sin conocer, sin capacidad de escribir correctamente y sin saber estructurar un pensamiento de forma adecuada, no son modelo de nada. Las redes sociales sólo generan confusión, pereza y adicción. El que las quiera utilizar, que lo haga, pero yo no.
Si quiero datos, los busco en webs fiables y oficiales, y las opiniones que me interesan están escritas, como digo, en libros o en columnas de medios serios que cuidan su contenido. Jamás me fío de un dato que pueda leer en redes, los youtubers e influencers me parecen de risa y no colaboro de ningún modo a que ganen dinero a costa de mis likes y de mi tiempo.
Saludos.
Uuuufff, cada día se pone más difícil seleccionar fuentes, lectura y datos.
Al final habrá que recurrir a la técnica de siempre, pasarse los documentos de unos a otros, e intentar entre todos realizar filtros de calidad.
Saludos