
Imagina por un momento que cualquier policía o militar tuviera la posibilidad de ir al campo o galería de tiro siempre que le apeteciera, fuera de su jornada laboral, sin coste, con munición de sobra, ¿cuántos la aprovecharían?
Posiblemente los mismos que ya lo hacen ahora sin poner excusas. Los que ahora ponen excusas siempre encontrarán excusas.
Es como ofrecerle un gimnasio gratis y abierto 24/7 a la gente: los que ya corren por las mañanas lo devorarán, y los que «no tienen tiempo» (o prefieren Netflix) seguirán buscando excusas y diciendo que el sofá es su zona de entrenamiento personal.
La motivación no se compra con servicios gratuitos, sino que se forja en el carácter.
Al final, los que quieren ser competentes en alguna materia, como el tiro, lo hacen porque lo ven como una extensión de su identidad, no como una obligación extra.




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