¡Dichosas estadísticas! Abiertas a la interpretación: «las estadísticas dicen que la mayoría de policías no necesitan una pistola».

Los números abundan a nuestro alrededor y mires donde mires puedes encontrar todo tipo de estadísticas. El problema es que los números y las estadísticas están abiertos a la interpretación y, por tanto, las conclusiones obtenidas pueden resultar muy subjetivas, condicionadas, parciales o erróneas.

Dos amigos se reúnen para comerse un pollo asado. Uno se lo come enterito, mientras que el otro no prueba ni un bocado. Las estadísticas dirían que cada uno se ha comido medio pollo o el 50%. Sin embargo, la realidad es bien diferente.

En el ámbito del combate con armas de fuego también pueden encontrarse múltiples estadísticas que analizan los números obtenidos a partir de hechos o experiencias. Una interesante estadística que el FBI realiza cada año es la que bajo el nombre Law Enforcement Officers Killed and Assaulted (LEOKA) [Policías Fallecidos y Agredidos] recopila los números relativos a policías fallecidos accidental o criminalmente y policías agredidos mientras ejercían sus funciones. Esos números permiten realizar múltiples estadísticas ─abiertas a la interpretación─. Hay una conclusión que resulta indiscutible y que no requiere aplicar ningún método inductivo neurocientífico: el trabajo policial es peligroso y puede implicar graves heridas o incluso la muerte.

Son tantas las variables extrañas que influyen en esos datos empíricos (LEOKA) que difícilmente se puede aplicar el método inductivo para sacar conclusiones, aunque pueden servir como referencia, por ejemplo, para conocer las amenazas a las que «puede» enfrentarse un policía.

Sin embargo, parece que en ocasiones se tergiversan las estadísticas con interpretaciones erróneas que se trasladan a la realidad creyendo ─unas veces inocentemente, por ignorancia, otras veces intencionadamente, algo propio de algunos políticos─, que las estadísticas constituyen un argumento, cuando en realidad se trata de una «falacia».

Volviendo a los datos obtenidos anualmente por el programa LEOKA, se pueden extraer múltiples cifras como referencia para analizar determinadas cuestiones, pero difícilmente se podrán inducir otras conclusiones que lleguen a ser válidas o sólidas.

Por ejemplo, durante el año 2013 fueron 33 los policías fallecidos en incidentes relacionados con armas de fuego, cuando en 2012 fueron 49, lo que supone un descenso de un 33%. Con estas cifras se puede concluir que «afortunadamente en 2013 el número de policías fallecidos en incidentes relacionados con armas de fuego ha disminuido un 33% respecto al año anterior», pero nada más. Con estas cifras no se pueden argumentar «falacias» del tipo «en 2013 los policías estaban mejor preparados que en 2012», «en 2013 la competencia de los policías fue mayor que en 2012», «en 2013 los ataques a policías fueron menos que en 2012», etc. Ese tipo de conclusiones no se pueden argumentar con estas cifras, aunque las conclusiones pudieran ser ciertas.

Los datos obtenidos por el programa LEOKA también se intentan trasladar en ocasiones al ámbito de la instrucción y/o adiestramiento en combate con armas de fuego, a veces para justificar «erróneamente» determinadas decisiones, como puede ser la distancia al blanco a la que practicar. El hecho por el que las estadísticas confirmen que la mayoría de los enfrentamientos con armas de fuego en los que se ve envuelto un policía tienen lugar a distancias menores de 5 metros, no quiere decir que la mayoría del tiempo en el campo/galería de tiro haya que pasarla a menos de 5 metros del blanco. Eso no es lo que indican las estadísticas.

Algo que resulta obvio es que la mayoría de los enfrentamientos se producen a la distancia a la que normalmente interviene un policía, lo que sí confirman las dichosas estadísticas. Puesto que dos personas necesitan encontrarse relativamente próximas para interactuar o comunicarse, parece obvio que en el momento de producirse un enfrentamiento sea a tal distancia. Como esa distancia será la distancia habitual a la que interactuar, y a la que más probablemente se producirá un enfrentamiento con armas de fuego, obviamente habrá que dedicarle tiempo en el campo o galería de tiro, pero, ¿cuánto tiempo? ¿tanto como el porcentaje de enfrentamientos que se producen a tales distancias según el programa LEOKA? Pues está claro que no. Sería absurdo.

A lo fácil no hay que dedicarle tanto tiempo como a lo difícil. Si queremos mayores garantías para vencer en un enfrentamiento, tenemos que prepararnos para lo más difícil, con la esperanza de enfrentarnos siempre a lo más fácil (aunque si es fácil para nosotros, posiblemente también lo es para nuestro adversario).

Resulta más fácil impactar sobre el blanco a distancias de menos de 5 metros, que hacerlo a distancias de más de 5 metros. ¿Quiere eso decir entonces que hay que prepararse exclusivamente para batir blancos a 50 metros? ¿o que la mayor parte del tiempo en el campo o galería de tiro ha de transcurrir a más de 5 metros del blanco? Nuevamente, está claro que no. También sería absurdo. Sencillamente hay que estar preparado para todo, especialmente para lo peor, aunque no sea lo más probable.

Por ejemplo, en este artículo Kyle Defoor nos explica las virtudes de la pistola para disparar a distancias más allá de los 5 metros.

Imagina que te enfrentas a una única pregunta de examen que si la fallas mueres y no tienes más que una oportunidad para responder. Las estadísticas indican que el 80% de las veces todas las preguntas son de los 5 primeros temas. Además, esos 5 primeros temas son los más cortos y los más fáciles de estudiar y recordar. ¿Le dedicarías tiempo a los otros 20 temas? ¿a qué temas le dedicarías más tiempo?

Por último, las mismas estadísticas que indican que la mayoría de los enfrentamientos con armas de fuego tienen lugar a distancias de menos de 5 metros, también indican que la mayoría de los policías no llegan a necesitar hacer uso de su arma de fuego en toda su carrera. ¿Quiere eso decir entonces que la mayoría de los policías no necesitan una pistola, mucho menos prepararse para usarla?

¡Mucho cuidado con las dichosas estadísticas! Sobre todo con las interpretaciones que les dan algunos «iluminados».

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