El control de sangrados en entorno táctico (II): los agentes hemostáticos. Por Juan I. Carrión.

Hola a todos. Con este artículo continúo relatando los procedimientos para el control de los sangrados de riesgo vital en entorno táctico. Todo lo escrito es una simple aproximación a los conocimientos necesarios para poder afrontar una situación de este tipo con suficientes recursos, es por ello que insisto en que todo aquel que esté interesado en estos temas, debería formarse apropiadamente, Si la agencia a la que pertenecen no les provee de esta formación, búsquenla por su cuenta, el dinero invertido en esta formación no es nunca dinero desperdiciado, sobre todo si salvan su vida o la de una tercera persona.

Debo añadir que existen otros dispositivos para el control de sangrados como son la ITClamp y el XSTAT recientemente aprobado para su empleo en combate.

Como dije en el anterior artículo sobre el control de los sangrados, estas técnicas solo deberían ser empleadas en entornos tácticos/combate, debiendo utilizarse las técnicas de primeros auxilios estándar para el resto de las situaciones.

Recordando lo dicho en ese artículo, el control de las hemorragias exanguinantes en las extremidades en entornos tácticos debe realizarse por medio de la aplicación de un torniquete (ex profeso o improvisado), bien por el propio herido o por una tercera persona. Ese torniquete debería ser el del herido (si es otro operador), debería ser colocado al menos a 5 cm. entre la herida y el corazón (ante la duda, lo más alto posible sobre la extremidad) y ser apretado hasta parar por completo la circulación a esa extremidad (arterial y venosa). No olvidar anotar la hora de aplicación y en caso de que con un solo torniquete no se controle la hemorragia, colocar un segundo por encima junto al primero.

Pero ¿qué pasa si el sangrado se produce en una zona donde la aplicación del torniquete no es anatómicamente viable? En otras palabras, ¿si el sangrado se produce en las ingles, axilas, base del cuello, zona del perineo, glúteos, …? En estas zonas una solución más que efectiva es la aplicación de la presión directa en combinación con los agentes hemostáticos en gasa.

NOTA: Los sangrados en el tronco no deben ser controlados por agentes hemostáticos de uso externo. En estos casos la presión directa y la evacuación urgente a los centros hospitalarios son las medidas de actuación.

 

LOS AGENTES HEMOSTÁTICOS

Son uno de los grandes desarrollos médicos en el siglo XXI. Por suerte o por desgracia, las guerras de Irak y Afganistán han provocado que diferentes empresas farmacéuticas hayan invertido grandes cantidades de dinero en desarrollar sistemas para luchar contra la primera causa de muerte evitable en combate: las hemorragias de riesgo vital. De este esfuerzo de investigación y desarrollo han surgido los Agentes Hemostáticos (HE).

¿Qué es exactamente un HE? No voy a extenderme en la explicación médica de cómo funciona un HE. Para el personal no sanitario basta con saber que es una sustancia química que acelera el proceso de coagulación natural de la sangre, consiguiendo el cuerpo consiga coagular en pocos minutos hemorragias que a priori son de riesgo mortal. Pueden ser de origen mineral (kaolín) o de origen animal (chitosán – sacado del exoesqueleto de los crustáceos) y teniendo un sistema de actuación distinto, el resultado final es el mismo, la coagulación rápida de la sangre. Si uno es mejor que otro, no me compete a mí decirlo. Hay estudios sobre efectividad en la aplicación, pero no son claros en sus conclusiones y los que lo son, parece que están promovidos por alguna de las empresas farmacéuticas que los fabrican.

Lo que tiene que quedar claro es que es mejor tenerlo (de la marca que sea) que no tenerlo, pero con una salvedad. Debe ser un agente hemostático que venga impregnado en una gasa o venda y no en un sobre con polvo simplemente, debido a las dificultades que genera la aplicación de ese polvo.

  • El polvo es difícil de aplicar cuando el herido se encuentra en una posición que no sea decúbito supino (en el interior de un vehículo volcado, por ejemplo).
  • Con el polvo se corre el peligro de que en situaciones donde corre el viento, el HE acabe siendo aspirado por el herido o por el que lo asiste o en contacto con los ojos, pudiendo generar una complicaciones no deseadas.
  • En algunos casos, como sucedía con el QuickClot, la disposición en polvo tenía el efecto secundario de generar calor, llegando a alcanzar temperaturas de más de 45º C y por lo tanto causando quemaduras en la zona de aplicación.

Figura 1. QuikClot Combat Gauze.

Figura 2. Celox Gauze.

Actualmente en el mercado, al igual que con los torniquetes, dos marcas son las que predominan sobre las demás, el QuikClot Combat Gauze de Z-Medica y el Celox Gauze de Medtrade Products (ver Figuras 1 y 2).

A diferencia del torniquete, el HE no debería ser empleado en situaciones donde la agresión/ataque es explícita. El método de aplicación y el tiempo de espera hasta que actúa se hace incompatible con un escenario en donde lo más importante es dedicar los esfuerzos de todos los operadores presentes a suprimir la amenaza//agresor. Una vez que la amenaza ha sido neutralizada o que el herido ha sido extraído a una zona relativamente segura («zona templada»), es cuando debería ponerse «manos a la obra» con este tipo de heridas, pero entonces… ¿qué pasa hasta que llega ese momento? La solución es ejercer presión directa en la herida, normalmente por el propio herido una vez que se ha puesto a cubierto. Un compañero podría ejercer esa presión pero hay que tener en cuenta que principal misión de ese operador debería ser neutralizar al enemigo con lo que opciones como hacer presión directa con la rodilla sobre la herida pueden valer como medida temporal para intentar reducir la pérdida de sangre.

Figura 3. Instrucciones de empleo del Celox Gauze.

Con el herido en esa «zona templada», el proceso de aplicación del HE consiste en (ver Figura 3):

  • Exponer la herida quitando la ropa (cortándola normalmente) para dejar una zona amplia de trabajo.
  • Identificar el punto de sangrado de la herida, si es grande y está llena de sangre, retirar esa sangre y buscar por donde sangra (donde está la arteria cortada). Una vez identificado, ejercer presión directa en ese punto.
  • Extraer el HE de su funda y aplicarlo en el punto de sangrado, rellenando con la venda en que va impregnado la herida. Meter la venda desenrollándola poco a poco y asegurándose de dos cosas; no perder la presión en el punto de sangrado y rellenar el hueco entero, sin espacios que permitan escapar a la sangre. De la ejecución correcta de este paso depende en gran medida la eficacia del HE.
  • Una vez relleno, ejercer presión directa sobre todo el paquete. La presión directa debe ser al menos de 3 minutos y debe realizarse con toda la fuerza que sea posible. Terminado el tiempo, comprobar si sigue sangrando sin quitar el paquete de HE. Si sangra aún, ejercer otros 3 minutos de presión adicional.
  • Cuando el sangrado esté controlado, aplicar un vendaje compresivo para mantener el HE dentro de la herida.

En caso de que no se disponga de un HE, pero sí de vendas estándar (crepé o algodón) el proceso es el mismo, pero el tiempo de compresión de la herida deberá ser superior (10-15 minutos). Es importantísimo que la presión directa sea realizada de manera correcta (apretar a conciencia y sin aflojar hasta que el tiempo se haya completado) porque si no solo se conseguirá empapar la venda y que la arteria siga sangrando.

 

CONCLUSIÓN

El desarrollo de los sistemas de control de sangrados ha evolucionado enormemente en los últimos 15 años, reduciendo las tasas de muertos en combate a niveles hasta ahora nunca alcanzados. Hay que aprovechar esas ventajas para nuestra labor como miembros al servicio de la sociedad, sin importar si la inversión económica es propia o pagada por otros. Emplear la «técnica de la avestruz» escondiendo nuestra cabeza en un agujero no va a impedir que un día alguien esté desangrándose a nuestro lado… en ese momento, y sólo en ese, es cuando todo lo aprendido en esta materia cobra su importancia y merece la fuerza el esfuerzo realizado para adquirirlo.

«Prepárate para lo peor y nada te sorprenderá».

Gracias a todos por la atención.

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