Lo único que sé de pintura es que no sé absolutamente nada. Supongo que por ello al escuchar esta mañana el nombre Ferrer-Dalmau de boca de un buen amigo lo único que resonó en mi cabeza fue «gri-gri». Preguntado por quién era ese éste me responde «el mejor pintor de temática militar desde Velázquez». Al decir «temática militar» automáticamente despierta mi interés por descubrir quién es este pintor y cuál es su obra, decidido a darlo a conocer a través de este Blog a quienes como yo anteriormente no habían escuchado hablar de ello.
Pues resulta que Ferrer-Dalmau es un pintor de éxito gracias a sus excelentes obras que versan sobre todo tipo de contiendas militares en las que reproduce escenas de guerra con una fidelidad y realismo tan asombrosos que hace que sus cuadros se confundan con una fotografía de alta definición. Yo diría que más que un pintor este artista parece una cámara de muchos megapixeles de esos. ¡Increíble!
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Gracias a Internet es posible echar un rápido vistazo a sus cuadros y llegar a emocionarse con las escenas que reproduce con tanto realismo. Sin lugar a dudas, sabe transmitir todo ese sentimiento que albergan dichas escenas. Verdaderamente, sin que yo sepa apreciar la pintura, admiro su obra y ojalá pudiera permitirme realizar algún encargo que poder colgar orgulloso en el mejor rincón de mi humilde morada.
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Pero no queda ahí la cosa sino que Ferrer-Dalmau se encuentra tan comprometido con los soldados españoles de todos los tiempos que se ha visto alentado a reproducir una escena sobre la misión más actual y complicada de nuestras FAS: Afganistán. Para ello a finales de agosto de 2012 pasó unos días allí entremezclándose con nuestras tropas para poder imbuirse de aquel entorno hostil y del trabajo diario que allí realizan nuestros soldados. Fruto de esa visita pintó un maravilloso cuadro que tituló La Patrulla y que donó el pasado mes de mayo al Ejército de Tierra para que sea expuesto en la sala del Tiempo Presente del Museo del Ejército de Toledo.
Realmente me alegra enormemente este detalle. Que alguien se tome tantas molestias en dejar patente el trabajo de nuestros soldados dedicándoles semejante obra me resulta especialmente emotivo. Pero no es preciso que diga mucho más al respecto porque afortunadamente el ilustre Pérez-Reverte le ha dedicado un estupendo artículo que ha visto la luz hace tan sólo unos días y que se reproduce literalmente a continuación.
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Cuatro hombres en un paisaje hostil, por Arturo Pérez-Reverte.
Me telefonea Augusto Ferrer-Dalmau, nuestro pintor de batallas. El que tiene la maldita Internet saturada, entre otras cosas, de reproducciones de ese lienzo sobre Rocroi -El último tercio, es el título- al que todos los amigos se ven en la obligación de enviarme enlaces en plan «Éste te va a gustar», etcétera. Y me dice, el compadre, que vaya a Valladolid, a su estudio, que ha terminado el cuadro sobre Afganistán. Que me lo quiere enseñar antes de librarse de él. Y como los amigos están para fastidiarlo a uno, allá me voy, resignado, carretera arriba hasta Valladolid, oyendo a Carlos Herrera en la radio. Y le aterrizo al pintor en su estudio con buena luz de media mañana, perfecta para mirar bien su último trabajo. Y allí, entre sables, morriones, pistolones, pellizas de húsar y otros artilugios que Augusto utiliza como motivos para ambientar sus trabajos, está el último cuadro, grande, estupendo: La patrulla, se llama. Y muestra, en un paisaje desolado y desértico, con colinas ocres al fondo, las casas de un pueblucho mísero; y entre ellas y el espectador, como si el jefe de la patrulla acabara de volverse hacia atrás para mirar a los hombres que lo siguen, cuatro soldados españoles y uno afgano, que con equipo de combate caminan espaciados, las armas a punto, internándose cautos por territorio hostil, mientras el sol del atardecer proyecta en el suelo sus sombras largas sobre la tierra calcinada.
Sé que para Augusto es un cuadro importante. Su homenaje personal a los soldados españoles que combaten -ésa es la palabra exacta, pese al lenguaje perifrástico oficial- desde hace tiempo en Afganistán, y cuya misión se encuentra en fase de repliegue. Augusto ha pintado este cuadro para donarlo al museo del Ejército de Toledo. A fin de documentarlo pasó varios días con las tropas españolas, a tiro de los talibán. Jugándosela en posiciones avanzadas, peligrosas. He visto el álbum extraordinario de bocetos que trajo de allí como material base: retratos, apuntes, paisajes, estudios de luz, de sombras, rostros de afganos, paracaidistas y legionarios españoles, cada uno con su historia, sus notas minuciosas, sus referencias útiles para el proyecto. Paradójicamente, tras esa copiosa cantidad de material, la obra final sobre el lienzo aparece por contraste vacía, casi desnuda, absoluta en su simplicidad; en su árido paisaje y en esos casi solitarios hombres duros que pisan aquel peligroso rincón del mundo. Misión de paz, misión de guerra, fiel infantería de toda la vida, la misma que aparece en el ya legendario lienzo sobre el último cuadro en Rocroi. La vieja y única historia posible: lealtad a los compañeros inmediatos más que a las grandes palabras huecas y a las cambiantes banderas donde tanto canalla se envuelve y medra. Un cuadro grande, un paisaje árido, unos soldados. Cuatro españoles que caminan por un paisaje hostil, protegiéndose serenos unos a otros. Sabiendo que nadie les agradecerá nada. Realizando con pundonor y sencillez el trabajo por el que les pagan, como llevan haciéndolo desde hace siglos. Desde que la palabra guerra, por azares de la vida y de la Historia, se interpone en el camino del ser humano.
«¿Qué te parece?», pregunta Augusto, parándose a mi lado. Está inquieto, como siempre que enseña un cuadro nuevo. Con esa inseguridad del artista humilde que, pese a su dominio del oficio, sabe que cada trabajo es empezar otra vez desde cero, jugársela. Este último lienzo -penúltimo en realidad, pues acaba de abocetar otro sobre la batalla de San Marcial- me gusta mucho, y se lo digo. Lo hago sin demasiada retórica, pues sé que los elogios excesivos intranquilizan más que ayudan.
Hago observaciones, señalo algún detalle que me llama la atención. Luego nos quedamos los dos mirando el cuadro en silencio, y al rato comento: «Lo has clavado, cabrón». Entonces Augusto sonríe, relajado al fin. «Es mi homenaje -dice-. Y cuando la misión allí termine, escribiré detrás los nombres del centenar de muertos que hemos tenido en Afganistán. Aunque en el museo no se vean, yo sabré que están ahí». Apruebo la idea. Después me pide que elija un boceto para mí, entre los que tiene tirados por el suelo. Quiere hacerme ese regalo. Escojo uno magnífico, de un legionario barbudo, y Augusto sonríe. «Quiero que pongas alguna cosa detrás de La patrulla, de tu puño y letra, y que lo firmes. Que quede ahí para siempre». Es un honor, respondo. Me entrega un rotulador, y con él me voy detrás del cuadro. Pienso un momento, y escribo: «Durante siglos, en cada una de sus huellas estuvo España».
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Desde aquí quisiera agradecer a Ferrer-Dalmau el que se acuerde de nuestro soldados en su obra y felicitarle por su excelente trabajo. Creo que ese tipo de gestos le dan mucho sentido a la milicia. Agradecer también a Pérez-Reverte este artículo en el que creo que refleja perfectamente todo lo que significa este cuadro.
¿Y tú qué opinas? ¿qué te parece este cuadro y el detalle de Ferrer-Dalmau al donarlo al Ejército para su exposición en el Museo? Por favor, déjanos tus comentarios, críticas y opiniones.
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Muchas gracias por compartirlo con nosotros.
Alucinante el realismo de sus obras.
¡Qué bueno tener pintores así!
Como veo que os interesa la obra de este genial pintor, os dejo aquí otro video de Ferrer-Dalmau.
http://www.komberg.es/magacinefd_01/html/fd01.html
Y un enlace a su revista, en la que encontraréis contenidos muy interesantes.
La portada os va a dejar con la boca abierta!!
Muchas gracias por tu mensaje, hermano argentino.
Cuando escucho hablar de la actual crisis que azota a España, y de los políticos malandrines que la motivaron, no puedo dejar de evocar a esa «fiel infantería, que por saber triunfar, sabe morir». Desangrándose hoy en Afganistán, se mantiene viva. Para amenaza de traidores y de corruptos, como garantes de que la España eterna cumpla con su destino.
Desde Buenos Aires, un respetuoso saludo de un viejo infante argentino a sus camaradas españoles.
Conocí las obras de este artísta gracias aun amigo que también anda por este blog. El año pasado pude ir a la exposición que se hizo en Zaragoza y, verdaderamente cuando contemplas uno de sus cuadros te puedes transportar al momento de la acción con gran facilidad . . . . . . . .
UN SALUDO
Espero que a su pintor no le importe. Representa tantas cosas ese cuadro que me resulte especialmente interesante que figure siempre de fondo. De momento así se va quedar, no sé si para siempre.
Mucho mejor este fondo para el blog 😉
¡ARTE CON MAYUSCULAS!, Gracias Jorge por «DIVULGARLO».
Ambos Maestros en lo suyo, a ver si lo ponen en el museo de Toledo, que son capaces de dejarlo en el almacén.
Espera que me toque la Primitiva y verás.
Espectacular como siempre nuestro Dalmau. Le sigo desde hace ya un montón de años y he tenido la grandísima oportunidad de visitar varias de sus exposiciones en Capitanía General, en la Academia de caballería del Et…. y jamás me ha defraudado. Mataría por poder colgar en mi salón alguna de sus escenas de África, lo cual me lleva a pensar, mi respetado capitán……. ¿en un sorteo de alguna de sus obras?
Jejejejeje…….
Muchas gracias como siempre.
Dani.
Fantástico una vez más mi admirado Pérez Reverte, amante sin tapujos, puro, apolítico y atemporal de la MILICIA con mayúsculas, retratista verbal de la historia de nuestros ejércitos. Y sublime Ferrer-Dalmau, cuya más reciente obra transporta a esos duros y hostiles parajes afganos, llenos de polvo insalubre que aún enturbia mis pulmones; tierras en las que sus pobladores nada saben ni parecen querer saber de paz, futuro o esperanza.
Mi agradecimiento a ambos genios por homenajear de forma tan sencilla y sincera el trabajo de nuestros militares. Nuestro trabajo.
Ciertamente yo ya conocía a este genial «pintor de batallas», gracias precisamente a Pérez-Reverte, el cual hace tiempo que presume de su amistad (precisamente el detalle del galgo flaco que aparece en su penúltima obra «El último Tercio de Rocroi» fue al parecer sugerencia suya). Me encanta la serie de cuadros sobre la guerra de África, con las escenas del Regimiento Alcántara, etc. Yo tampoco sé de pintura, pero debo reconocer que los cuadros de este pintor catalán consiguen tocar la fibra a aquellos que vestimos algún tipo de uniforme.