«El hábito no hace al monje»: entrenar no consiste únicamente en tiempo y repeticiones, sino en resultados.

Lo habrás escuchado infinidad de veces. ¡Hay que entrenar! Incluso puede que hayas hecho algún curso ─pensando que sirve como entrenamiento─. La realidad es que dedicarle tiempo al entrenamiento y hacer muchas repeticiones de una determinada TTP no sirve de nada si eso no se traduce en buenos resultados.

En otras palabras, en este caso «el fin es lo que justifica los medios». Si el entrenamiento no implica un mejor rendimiento, hay que estudiarlo, porque hay algún problema.

Ya hemos hablado en múltiples ocasiones de la práctica en seco. A partir de ahora intentaremos llamarlo así, en lugar de tiro en seco, siguiendo la tendencia marcada por Claude Werner, que en este artículo define la práctica en seco como «el proceso de practicar con un arma de fuego sin utilizar munición. Normalmente, esto se hace en casa, pero también se puede hacer en el campo de tiro junto a prácticas con fuego real. El propósito de la práctica en seco es llegar a familiarizarse más con el funcionamiento de un arma de fuego sin las distracciones del retroceso y el efecto de la sobrepresión, también conocida como estallido de la boca de fuego. En tiempos de poca o ninguna disponibilidad de munición y campo de tiro, la práctica en seco puede ser la única forma de practicar que tengamos disponible». Ese «familiarizarse más con el funcionamiento de un arma de fuego», busca la mielinización mediante la práctica de determinadas TTPs (fin: mielinización, medio: práctica en seco).

Para ser bueno no basta con parecerlo, hay que demostrarlo ─con los resultados─. «El hábito no hace al monje».

La práctica en seco ─y la que se hace con fuego real─ no sirve de nada, por mucho tiempo que se le dedique y muchas repeticiones que se hagan, si no se traduce en resultados ─buenos y mejores que antes─. Los resultados son la consecuencia de hacer las cosas bien. No solo eso, sino que los resultados son la forma de evaluar el entrenamiento y comprobar si se están haciendo las cosas bien.

Si la práctica en seco ─y la que se hace con fuego real─ no implica mejora alguna de los resultados, casi siempre será debido a que no se está haciendo bien. No lo hacemos bien, porque no sabemos (no se nace aprendido), o porque nos han enseñado mal, lo cual es normal cuando se acude a un seudoinstructor. Y hay quien utiliza múltiples excusas ante el hecho de no lograr mejores resultados, es decir, hay quien justifica su mediocridad y/o incompetencia, sin siquiera intención de ponerle remedio.

Hay que tener muy clara la importancia de los resultados para evitar caer en la soplapollez de «rociar y rezar», que se manifiesta precisamente en el hecho de despreciar los resultados. Ese desprecio por los resultados consiste ─valga la redundancia─ en no apreciarlos, es decir, en no tomar nota de todo: impactos, tiempo, distancia, blanco. Los resultados se miden a base a impactos y blancos de tiro, así como a tiempo y distancia. Los resultados de la práctica en seco se pueden comprobar en la práctica con fuego real, pero también utilizando algunas herramientas como simuladores (incluidas armas simuladas tipo airsoft, aire comprimido, láser, MantisX).

En la práctica en seco, algo muy sencillo para medir la velocidad consiste en utilizar un cronómetro con el que marcar los tiempos. Fijas un tiempo de par [par time] e intentas ceñirte a ese tiempo, que marcará el cronómetro con dos pitadas: una para empezar y otra para señalar el tiempo de par. Si observas que has finalizado antes de la segunda pitada es que entras en el tiempo. Hay que empezar por algo asequible e ir exigiéndose más a medida que se consigue.

Por ejemplo, si quieres comprobar y entrenar la velocidad del desenfunde, puedes empezar por un tiempo de par de 2,5 segundos. Lo importante es hacerlo bien y no limitarse a desenfundar muy rápido, sino también a finalizar con el arma apuntando donde tiene que apuntar, presionando o no el disparador. A partir de ahí se puede ir bajando poco a poco el tiempo de par décima a décima (2,4, 2,3, 2,2, 2,1, …). Recuerda que la velocidad irá saliendo sola a medida que se vaya logrando la mielinización a base de repeticiones de calidad.

Tampoco es descabellado intentar predecir dónde iría el disparo, aunque sea práctica en seco. Uno puede llegar a saber dónde estaba apuntando en el momento de presionar el disparador.

¡Que disfrutes tu entrenamiento y mejores tus resultados!

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