¿Para instructor vale cualquiera? Visto lo visto, puede que sí.

La pregunta es estúpida, porque para nosotros la respuesta es evidente la respuesta ─y puede que para ti también─. Pero si observamos a nuestro alrededor, los hechos indican que para instructor vale cualquiera. No es raro encontrarse unos cuantos «deficientes tácticos» haciendo las veces de instructores. Curiosamente, tienen un común denominador, y es que mienten más que hablan, son mitómanos (ya hemos hablado antes de esos «seres de luz») y vendehúmos. No obstante, lo que más nos sorprende es que tengan siquiera público, aunque está claro que «todo el mundo tiene su público» ─y su bello púbico, que no es lo mismo─.

No nos vamos a poner a enumerar las cualidades que ha de tener todo instructor, sobre todo uno bueno. Ni nos vamos a dedicar a elaborar una lista de instructores a evitar (sería demasiado larga). Lo que sí te podemos decir es que los instructores proliferan cada día más. Hay que reconocer que mola mucho vestirse con ropa de marca táctica toda nueva a estrenar y ponerse una camiseta con el rótulo «instructor» a la espalda.

La responsabilidad es tuya a la hora de seleccionar en manos de qué instructores te pones. Se trata de algo que, al menos a nosotros, nos preocupa seriamente. Al fin y al cabo, un instructor puede hacer tanto mal como bien si enseña a sus alumnos precisamente lo que no hay que hacer. Y no solo van a correr peligro los propios alumnos, sino también cualquier otro que por allí pase.

Los hay que alardean de lo guapos que son y el tipito que tienen, que si no sé cuántos años de experiencia, que si no sé cuántas misiones de combate, que si no sé qué. La verdadera cuestión es si son buenos instructores ─o al menos decentes─. Y no siempre vale lo que te digan los demás, porque hay gurús que tienen más palmeros que un Domingo de Ramos. Fíjate cómo será la cosa que hay más de uno que dice que la tierra es plana (libro incluido) y más de dos que se lo creen (conspiranoia al canto). Y es que están los sesgos cognitivos esos que nos impiden ser racionales.

Así que a la hora de formarte a ti mismo tienes que buscar instructores de los que ─sobre todo─ te puedas fiar. Podrán equivocarse, porque son humanos, pero no será por voluntad propia y ante la duda lo reconocerán en lugar de inventarse una respuesta. Vamos, que en lugar de tipos sobrados (que hay muy buenos instructores que lo son o lo parecen), tienes que buscar personas con humildad intelectual. Olvídate de los que mienten más que hablan y tratan de presentarse a sí mismos por medio de su currículum. Nada mejor que se presenten con hechos y no con palabras. Así que busca alguno de esos instructores que explican bien cosas relevantes y las demuestran, no uno que escriba libros, invente historias para no dormir y venda humo de cigarrillo electrónico. Con nosotros no cuentes, claro, que somos más de aprender de los mejores, aunque sea por Panteao, lo cual te recomendamos.

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