No tengas miedo ni te avergüences y demuestra tu competencia ─para bien o para mal─ delante de otras personas según algún estándar o ejercicio de tiro de referencia.

Un buen ejercicio de humildad radica en reconocer los defectos, pero también las virtudes. Asimismo, la humildad no es compatible con la fanfarronería ─que sería reconocer las virtudes que realmente no tienes, aunque tú lo creas─. La materialización de un ejercicio de humildad puede consistir en demostrar lo que uno vale, sea para bien o para mal. Como es lógico, para que no se trate sencillamente de un ejercicio interno, hace falta demostrárselo a alguien. Si esto lo trasladamos al ámbito del combate con armas de fuego, un ejercicio de humildad consiste en demostrar tu competencia delante de otras personas según algún estándar o ejercicio de tiro como referencia. No tengas miedo ni te avergüences porque tu competencia no sea la de un campeón del mundo, porque no se trata de eso, sino de reconocer la realidad de cada uno, para poder ir a más (niveles de competencia, por Pat Rogers).

Hay quien dice que dispara bien, es decir, que es tremendamente competente. A la hora de la verdad, es incapaz de demostrarlo ante nadie porque lo que dice o cree no es cierto. Así que difícilmente va a realizar un ejercicio de humildad y demostrar lo que vale ante nadie. Piensa en aquellos a los que ni tú ni nadie les ha visto disparar nunca delante suya. No solo se trata de vendehúmos tácticos, sino también de impostores tácticos que prácticamente se inventan un perfil que no se corresponde con su realidad.

Demuestra lo que vales

En el caso de un instructor se trata de algo inevitable. A un instructor no le queda otra que realizar los ejercicios de tiro correspondientes delante de todos sus alumnos para así explicarles y demostrarles cómo se hacen. De esta forma el instructor no hace más que demostrar lo que vale. Esto no implica que tenga que ser un campeón, pero tiene que ser suficientemente competente ─y si no lo es no pasa nada, pero puede quedar un poco en entredicho─. En general, los buenos instructores son suficientemente competentes y demuestran lo que valen delante de sus alumnos. Por ende, en general, son malos instructores los que no son suficientemente competentes y no demuestran lo que valen delante de sus alumnos. Dicho de otro modo, si un instructor no dispara medianamente bien delante de sus alumnos, mal vamos. ¡Nadie dijo que fuera fácil!

El colmo de los colmos son los instructores de tiro con armas de fuego, que ni siquiera tienen armas de fuego en propiedad con las que practicar, explicar y demostrar cómo se hace.

Otro problema es creerse que uno vale más de lo que realmente vale. En algunos casos puede tratarse sencillamente del dichoso efecto Dunning-Kruger. En otros casos puede tratarse simple y llanamente de la ausencia de estándares de rendimiento que sirvan de referencia, es decir, en base a los que poder comparar la competencia de cada uno. Por eso se utilizan ejercicios de tiro más o menos normalizados, que incluyen unos criterios de evaluación que permiten determinar el nivel de competencia en virtud de los resultados y compararlos con otras personas.

Esos ejercicios de tiro normalizados permiten que cualquier persona. en cualquier parte del mundo. pueda saber cuál es realmente su nivel de competencia y compararse con cualquier otra persona en cualquier otra parte del mundo. Así sabrá realmente en qué punto está y si su entrenamiento ha tenido el efecto deseado.

Por mi parte, creo que nunca me he considerado demasiado bueno, pero no me importa reconocerlo y demostrarlo. Ahí no me juego la vida y sin duda eso ayuda a que me esfuerce por entrenar para mejorar. Así que suelo disparar delante de los alumnos, para bien o para mal. Alguna risa se ha escuchado detrás mía ─y se seguirá escuchando─ cuando la cago delante de todos. No pasa nada. Tampoco tengo muchos reparos en reconocer cómo me salen los ejercicios de tiro y no es la primera vez que cuelgo aquí los resultados. No pasa nada.

Sin ir más lejos, la mañana del día que escribí este artículo tuve la oportunidad de tener un testigo excepcional al que demostrarle lo que valía entonces. Jesús Manuel Pérez Triana, autor del blog Guerras Posmodernas y muchos artículos, me acompañó durante aquella sesión de entrenamiento que empezó con dos sencillos ejercicios: la prueba de nivel con pistola de John «Shrek» McPhee y el ejercicio F.A.S.T. de Todd Green. Para acreditar los resultados obtenidos me firmó la hoja del blanco. Así quedó constancia de mi competencia real. Juan I. Carrión me dijo que «lo del testigo, me sobra, somos hombres de honor», pero no pasa nada si algún testigo corrobora el honor.

Lo suyo es realizar este tipo de ejercicios de vez en cuando delante de alguien y guardar los resultados para seguir nuestra evolución. Basta con anotar los resultados y todos los datos en el mismo papel que los impactos y hacer una foto con el móvil. Por ejemplo, aquí tienes las fotos de aquella mañana. Recuerda que puedes utilizar el registro de Nivel de Competencia de Tiradores (con fuego real, aire comprimido o airsoft) para dejar constancia de tus resultados y así nos sirve de motivación para mejorar.

Prueba de Nivel con Pistola Jorge Tierno Rey 15DIC18

Ejercicio F.A.S.T. Jorge Tierno Rey 15DIC18

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