«No quiero volver a disparar un arma contra nadie nunca más». Una canadiense en Siria.

Eso de que voluntarios extranjeros participen en conflictos armados como combatientes de uno u otro bando no es nuevo. Se puede decir que es normal ─aún tratándose de algo que llama la atención─. En este caso, lo curioso es que se trate de una mujer canadiense que se fue a combatir contra el Estado Islámico.

(Reproducción del artículo en español publicado en War Is Boring con fecha 21 de noviembre de 2017, traducción del original en inglés escrito por Adryel Talamantes)


«No quiero volver a disparar un arma contra nadie nunca más»

Una canadiense en Siria

 

En 2015 Hanna Bohman, mujer canadiense de 48 años de edad sin experiencia militar alguna, se unió a una milicia kurda que lucha contra el Estado Islámico en Siria.

«Siempre me habían interesado las cosas militares, pero nunca me alisté porque no dejan combatir a las mujeres», decía Bohman. «Una de las razones por las que me uní a la Yekineyen Parastina Jin (YPJ) fue que las mujeres también combatían».

Bohman nació en Zambia de padres canadienses. Sus padres volvieron a Canadá cuando Bohman era pequeña. Trabajó en un concesionario de motos y como fotógrafa y, tras sufrir un accidente que a punto estuvo de quitarle la vida, se retiró a la isla de Texada ─en la Columbia Británica─ para recuperarse.

Foto de Hanna Bohman.

Tras intentar suicidarse, decidió unirse al YPJ en el noreste de Siria. «Pensé que si había personas que iban a unirse al ISIS y luchar por su causa, ¿por qué no habría de haber personas que fueran a luchar contra ellos?» Se quedó con el YPJ durante un año.

Su entrenamiento en Siria consistió únicamente en cuatro horas de instrucción. Bohman decía que en un año de combate fue testigo de numerosos actos de valentía por parte de combatientes del YPJ. Una mujer joven se ató una bomba al cuerpo y se lanzó a la carrera contra una posición enemiga, sacrificando su vida para cubrir la retirada de sus compañeros combatientes.

Decía que se encontró a otros voluntarios occidentales, entre ellos Tim el caníbal, un voluntario británico que se hizo famoso por comerse los cuerpos y beber la sangre de combatientes muertos del ISIS. El YPJ y sus aliados eran héroes para la población local, decía Bohman. «Nos quería todo el mundo ─incluso los árabes─», decía.

 

Foto de Hanna Bohman.

Por el contrario, los vecinos turcos no les querían. «Los turcos han publicado artículos en sus medios de comunicación acusándome de ser una terrorista», decía Bohman.

Bohman decía que estaba orgullosa de su experiencia en Siria. Pero volver allí no está en sus planes. «Si no vuelvo a ver nunca más a otra persona volar en pedazos, me vale». «No quiero volver a disparar un arma contra nadie nunca más».

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