Situación táctica: agresor abatido de un disparo en la cabeza en una situación con un rehén durante un atraco frustrado. Irving, Texas (EE.UU.). 29 de enero de 2016.

En torno a las 13:00 horas de la tarde del viernes 29 de enero de 2016, un individuo armado con una pistola se presenta en una agencia negociadora de préstamos e hipotecas [cash store] de la ciudad de Irving, Texas (EE.UU.), situada entre la autovía SH-183 y la calle Esters Road para materializar un atraco a mano armada. Para su mala fortuna uno de los empleados del establecimiento logra activar la alarma y en pocos minutos llega la policía al lugar.

Ante la llegada de la policía para impedir que se salga con la suya, el atracador no tiene una idea mejor que tomar a una de las empleadas como rehén y salir a la calle. Los policías se enfrentan a una difícil situación en la que el tiempo apremia y no hay lugar para dudas. El atracador amenaza con agredir a su rehén si no le dejan marchar y se dispone a meterla en un vehículo para marcharse con ella. Así que uno de los policías en el lugar toma el fusil de asalto del maletero de su vehículo y ante la negativa del atracador de liberar a su rehén actúa y no espera a ver si los acontecimientos se resuelven favorablemente para esa pobre mujer.

El policía se ve obligado a abatir al atracador de un disparo certero que lo incapacita inmediatamente. Para ello, el policía empuña su fusil con firmeza, parece apoyarse en el vehículo para ganar mayor estabilidad, apunta ligeramente alto para compensar la altura de la línea de puntería [mechanical offset] y logra impactar al atracador en la cabeza, lo que no solo lo incapacita inmediatamente, sino que lamentablemente le provoca la muerte en el acto. Afortunadamente la rehén sale ilesa del incidente. ¡Asunto resuelto!

Por desgracia, alguien pierde la vida, aunque no es el rehén ni ningún transeúnte, sino el atracador. ¡Claro que se podría haber esperado a ver qué pasa! Eso supondría dejar la resolución final en manos del azar, o del propio agresor y comprobar si iba en serio y agredía a su rehén, o se la llevaba y aparecía posteriormente. No parece la mejor forma de proteger a una persona amenazada.

Esta situación me recuerda el caso de aquel policía local de Fuengirola, en julio de 2012, al que un individuo amenazó con un cuchillo en el cuello. ¿Qué habría pasado si aquella situación se hubiera resuelto con el agresor abatido de un disparo en la cabeza? ¿y qué habría pasado si el agresor hubiera consumado sus amenazas y le hubiera cortado el cuello del policía? El problema de estas situaciones es que hay que actuar en el momento, sin disponer de una bola de cristal que permita predecir el futuro según la línea de acción que se adopte (Vídeo).

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