Aberración de seguridad con las armas de fuego. ¡Vamos a apuntarnos unos a otros!

Aberración de seguridad con las armas de fuegoUn amigo nos envió esta foto, que se tomó durante un ¿curso? impartido en España por un famoso vendehúmos. Luego hay alguno al que le extraña que se pongan tantas pegas a este tipo de cursos en España. La foto enseña precisamente lo que NO hay que hacer, sin posibilidad de excusas que lo justifiquen. Por si fuera poco, que esta imagen muestre una práctica supuestamente habitual de este vendehúmos en sus cursos, no hace más que confirmar su título de vendehúmos y su buena posición en el ranking correspondiente.

Se trata de una burrada que desgraciadamente no es novedad. Se ha visto y se ve de vez en cuando por parte de algún vendehúmos que no tiene claras ni las normas de seguridad con las armas de fuego. Es inadmisible por pasarse por el forro, de forma innecesaria y evidente, la norma número 2.

Es patético que esta foto se hiciera en un ¿curso? En un ¿curso? se supone que se aprende/enseña lo que hay que hacer y esto es rotundamente lo que NO hay que hacer jamás. El juego de ¡vamos a apuntarnos unos a otros! es una aberración de la seguridad con las armas de fuego sin justificación posible.

Si asistes a un ¿curso? de formación con armas de fuego y ves lo de la foto, la mejor decisión de tu vida es abandonar el lugar como alma que lleva el diablo antes que sea demasiado tarde. No merece la pena recibir formación de alguien que no respeta las normas de seguridad más básicas.

Cualquier instructor de tiro con dos dedos de frente, le recuerda y exige constantemente a sus alumnos el cumplimiento de las famosas 4 reglas de seguridad con las armas de fuego, tal cual las enunció Jeff Cooper en su momento (salvo la del dedito, que parece ser que llegó después), que vienen a decir lo siguiente:

1. Todas las armas están siempre cargadas.

No hay excusas. No hagas nada con un arma de fuego que no harías si estuviera cargada, con un cartucho en recámara, porque «siempre está cargada». Así que no apuntes a nadie, como se ve en la imagen. Y da igual si es un arma simulada, porque lo que pretendes simular es cómo manejar un arma de fuego real, así que considera el arma simulada como un arma real.

2. Nunca permitas que la boca de fuego apuntes a nada que no pretendas destruir.

No hay excusas. No sirve eso de que «no está cargada», porque ya hemos dicho que «siempre está cargada». Así que no apuntes a nadie, como se ve en la imagen. Lo mismo se aplica a un arma simulada ─o un arma real inutilizada de cualquier modo─, porque lo que pretendes es adquirir el hábito que luego vas a trasladas al arma real. No sirve el ridículo y absurdo tópico «con un arma real esto no lo haría», porque con una arma real vas a hacer aquello que hayas entrenado, bien o mal.

3. Mantén el dedo fuera del disparador hasta que los elementos de puntería estén sobre el blanco.

No hay excusas. El dedo no se apoya sobre el disparador, salvo que se vaya a disparar, y solo cuando los elementos de puntería estén sobre el blanco, y no antes.

4. Asegúrate de cuál es tu blanco.

No hay excusas. Comprueba cuál es tu blanco y su entorno, lo que tiene detrás y lo que tiene delante. Tu blanco será aquello que pretendas destruir, y ninguna otra cosa, como se ve en la imagen. Si quieres practicar en seco, búscate un blanco que no plantee vulnerar la regla número 2.

En fin, ¿ver para creer? No, que va, ¡ver para flipar!


Tras publicar inicialmente este artículo hubo un aluvión de comentarios. Algunos no eran más que la respuesta de algunos palmeros ante lo que consideraron un ataque al gurú de su secta táctica, al que precisamente le pagaron por lo que se ve en la foto. Incluimos aquí la respuesta genérica que se dio en su momento a esos comentarios para calmar los ánimos.


¡Madre mía! ¡Estamos alucinando! No entendemos muy bien algunas reacciones y comentarios.

Si te fijas en el texto, y en la foto utilizada para ilustrarlo, descubrirás que [inicialmente] no se hacía referencia a nadie en concreto, ni a ninguna empresa, puesto que la idea era poner de manifiesto la importancia de las normas de seguridad y despertar el espíritu crítico de forma que cada uno fuera capaz de descartar aquello que no ofrezca las debidas garantías de seguridad.

El seguro de responsabilidad civil que suponemos que contratan todos los instructores y escuelas de tiro no exime de cumplir las normas de seguridad. Utilizamos esa foto porque nos llegó en el momento oportuno y realmente muestra lo que pretendíamos criticar, que no es otra cosa más que el hecho de apuntarse unos a otros para practicar en seco. Nada más que eso. Algo tan absurdo, inútil e innecesario, como criticado, desaconsejado y no practicado por los que saben de esto.

Solo a un necio se le ocurre tal cosa, y solo a otros necios se le ocurre seguir las directrices de tal necio.

No se cuestiona la valía ni la profesionalidad de nadie por poner de manifiesto lo que muchos consideramos una mala práctica. La valía y la profesionalidad queda cuestionada por el hecho en sí.

Lo sentimos por el que se haya podido dar por aludido y le pedimos disculpas si se ha sentido ofendido. «Las verdades ofenden». No cuestionamos la seguridad de nadie ni de ningún curso en su totalidad, sino simplemente el hecho que representa la foto, que es apuntarse unos a otros en el tiro en seco, que consideramos innecesario, temerario y suficiente para descartar un curso o un instructor. Al no identificar a nadie la foto no se hace mala publicidad a nadie, sino que la mala publicidad se la hace uno mismo. Se sustituyó la foto por un croquis ilustrativo para así no herir sensibilidades ─aunque para eso lo mejor es no anunciarse en redes sociales─. Y si alguien asiste a un curso en el que se practique lo que algunos comentan, pues si le convence la seguridad y lo considera oportuno que haga lo que quiera, aunque evidentemente quedaría en entredicho si acepta semejante vulneración de toda norma de seguridad.

Aunque pudiera tratarse de una foto desafortunada (que no lo parece, porque semejante majadería no es fruto de un acto involuntario, sino perfectamente premeditado y consciente), como parecen apuntar algunos con sus comentarios, el problema de fondo persiste: hay gente apuntándose unos a otros, sin necesidad, independientemente de las precauciones que se hayan tomado [excusas para justificar lo injustificable], y se están vulnerando las normas que todo profesional y usuario de armas de fuego tiene que aplicar ─y exigir que se apliquen─ . No es nada nuevo, que es de sobra conocido. Difícil, por no decir imposible, es encontrarse tipos hechos y derechos que prediquen algo semejante a lo de la foto.

Los accidentes ocurren, y no entienden de instructores, cursos, idiomas o países. Por ejemplo, los alumnos de una clase con armas de fuego de la policía de Cobb County ya estaban preocupados por los métodos de enseñanza de un instructor antes de que disparara y matara a uno de los alumnos de la clase. No fue más que «la crónica de una muerte anunciada».

Los errores son tiestos que tirar a los demás;
los aciertos son nuestros y jamás de los demás;
cada paso un intento de pisar a los demás,
cada vez más violento es el portazo a los demás.

Las verdades ofenden si las dicen los demás,
las mentiras se venden, cuando compran los demás;
somos jueces mezquinos del valor de los demás
pero no permitimos que nos juzguen los demás.

(Los demás, Alberto Cortez)

Por supuesto, nos limitamos a expresar nuestra opinión, que siendo equivocada, o no, solo es una opinión. No tienes por qué estar de acuerdo. Y «no somos viernes para caerle bien a todo el mundo».

Podríamos haber utilizado otra foto, que las hay, de escuelas e instructores estadounidenses incluso, y nos habríamos ahorrado el aluvión de comentarios críticos, pero la cosa ha salido como ha salido y ya no hay vuelta atrás. Lo sentimos. Bueno, más que sentirlo por nosotros, lo sentimos por los que no consideran reprobables este tipo de prácticas.

Otro ejemplo de lo mismo:

Es curioso el carácter comercial que adquirió por un momento este artículo. Abundan los comentarios vendiendo un humo demasiado denso como para ver más allá. Alguno incluso habla del mejor instructor de España, ¡vaya! Se ve que los conoce a todos o es que no conoce a ningún otro. No olvidemos que los vendehúmos tácticos existen porque hay quien los compra. Luego resulta que ni siquiera sabemos quién es quién, y hay mucho fraude en el currículum. De ahí la importancia de contrastar las fuentes y buscar buenas referencias y referentes.

En fin, que cada uno compre a quien quiera y disfrute de este tipo de prácticas sinsentido o de descargas eléctricas motivadoras, que le convertirán, sin duda, en mejor combatiente. Por eso se trata de técnicas ampliamente extendidas y utilizadas por los que tienen una formación y experiencia contrastada, ¿no?

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