Combate en Al Tarmiyah: lecciones aprendidas por las malas. Por Paul Gardner.

Paul Gardner en junio de 2014.

El artículo que os presentamos en esta ocasión se sale de lo habitual. Está basado en hechos reales y su autor es el propio protagonista de los mismos: Paul Gardner. Paul es un infante de marina estadounidense, veterano de la Guerra de Irak de 2003, que pasó al retiro ese mismo año por pérdida de aptitud psicofísica tras las lesiones sufridas al recibir un disparo en combate. Lejos de quedarse postrado en una silla de ruedas por culpa de su paraplejia, Paul no ha dejado de adiestrarse en el combate con armas de fuego, y desde su silla de ruedas ha realizado infinidad de cursos con los mejores y más prestigiosos maestros de este arte marcial. Aunque nunca le he conocido personalmente, llevo varios años en contacto con él desde la distancia a través de Internet (foros, Facebook, email) y le sigo con atención, porque atesora una gran experiencia, bagaje y conocimientos. Además lo considero un amigo, un buen amigo, un hermano infante de marina, una persona digna de todo el respeto y admiración, no sólo por su servicio y sacrificio sino por su espíritu y voluntad de superación al no haber dejado de adiestrarse para combatir. Sirva esta traducción como homenaje para este guerrero herido.


(Este artículo es una traducción de su original en inglés «Al Tarmiyah Firefight! Lessons learned the hard way», escrito por el propio protagonista de los hechos que se narran, Paul Gardner, y  publicado en la revista SWAT en su número de marzo del año 2010. La traducción y publicación de este artículo cuenta con la autorización de Rich Lucibella, director de la extinta revista SWAT)

Combate en Al Tarmiyah: lecciones aprendidas por las malas.

Por Paul Gardner.

Soy un Guerrero Herido [Wounded Warrior].

Serví como fusilero en la Infantería de Marina de los EE.UU. durante la invasión inicial de Irak en 2003, y fui gravemente herido mientras me enfrentaba al enemigo, en un combate, el 12 de abril de 2003 en la ciudad de Al Tarmiyah, un pequeño suburbio justo al noroeste de Baghdad.

El joven soldado Gardner se adiestra en el campo en la Escuela de Infantería del Cuerpo de Infantería de Marina estadounidense. El autor tenía dos distintivos de tirador Experto con fusil antes del despliegue en Irak, lo cual no le sirvió de nada cuando entró en combate.

Hace poco más de un año que volví a disparar otra vez, y hace unos meses asistí al curso de Fusil de Combate nivel 1 [Combative Carbine level 1] de la escuela Trident Concepts, impartido por Jeff Gonzales. Antes de las clases de Jeff pensaba que ya era tremendamente competente y letal con el fusil, pero estaba muy equivocado.

Tras terminar ese curso de tres días, puedo decir con toda seguridad que, si hubiera recibido un curso de fusil de la mano de Trident Concepts, EAG Tactical, o Magpul Dynamics, o de algún instructor de calidad, antes de mi despliegue en zona de operaciones en 2003, y hubiera aprendido y puesto en práctica lo que se enseña en tales cursos, no habría recibido un disparo de la manera en la que lo recibí aquel domingo por la tarde en Irak.

Eso no quiere decir que no habría resultado herido o muerto más adelante durante mi despliegue, o en un despliegue posterior. Pero aquel día no habría recibido ese disparo, y no estaría paralizado de cintura para abajo durante el resto de mi vida, lo que quiere decir que habría podido continuar combatiendo al enemigo al menos un rato más, posiblemente incluso hasta el día de hoy. Los lectores militares y policías, y aquellos que estéis pensando en alistaros en cualquiera de esas dos instituciones, por favor, dedicarle un minuto a profundizar en ello.

Aprendiendo algunas técnicas buenas en el curso de Fusil de Combate nivel 1 [Combative Carbine level 1] de la escuela Trident Concepts, impartido por Jeff Gonzales. El cuerpo del autor da frente al blanco, una técnica que le habría evitado sus heridas si la hubiera utilizado en Irak. Actualmente es un tirador mucho más habilidoso y letal de lo que haya sido nunca en toda su carrera en el Cuerpo de Infantería de Marina estadounidense.

La razón de esta convicción mía resulta bastante sencilla: el día que caí herido, mientras combatía, cometí varios errores críticos como consecuencia de carencias en el adiestramiento, o simplemente por no estar adiestrado sobre cómo manipular y combatir con mi fusil de la forma adecuada. Soy plenamente consciente de que las tácticas, técnicas y procedimientos (TTPs) y los procedimientos operativos estándar [Standard Operating Procedures (SOP)] se han mejorado mucho desde que resulté herido, pero te aseguro que todavía son deficientes y se pueden continuar mejorando.

Hay algunas cosas que sólo se pueden aprender de verdad a través del combate real. Pero, en mi opinión, y según mi experiencia, el sector privado ofrece un montón de adiestramiento con armas de fuego enormemente perfeccionado, que se está desaprovechando al no implementarse en la instrucción y adiestramiento de las unidades, y que sin lugar a dudas ha de convertirse en el «estándar» a seguir. Creo firmemente que se salvarían vidas y se evitaría que muchos hombres y mujeres resultaran heridos o muertos innecesariamente. Asimismo, una vez se aprenden estas habilidades, tienen que practicarse como una rutina habitual, ya que sin duda el combate con armas de fuego [gunfighting] constituye una habilidad perecedera.

Lo que viene a continuación es un resumen de los acontecimientos que estoy convencido que me llevaron a recibir un disparo aquel día y quedarme irreversiblemente paralizado de cintura para abajo. No se trata de un verdadero Informe Post-Acción (IPA) [After Action Review (AAR)] de todo el enfrentamiento en el que participó mi sección, sino de una visión centrada exclusivamente en aquellos momentos de combate directamente relacionados conmigo únicamente.

El 12 de abril de 2003, mi sección se vió envuelta (desafortunadamente como sujeto pasivo) en una emboscada muy bien ejecutada, en la ciudad iraquí de Al Tarmiyah. El enfrentamiento que se desencadenó sorprendentemente se prolongó durante tres horas, algo que incluso a día de hoy resulta muy poco habitual.

El combate enfrentó básicamente a mi sección (unos 55 infantes de marina) contra más de 150 guerreros Fedayeen de Saddam, o eso fue lo que me dijeron varios meses después. Entonces también me dijeron que ese día matamos a unos 100 de aquellos bastardos. Afortunadamente no tuvimos ningún muerto en combate [Killed In Action (KIA)], aunque tuvimos varios heridos en combate [Wounded In Action (WIA)], principalmente por fragmentos de metralla de granadas propulsadas por cohetes [Rocket Propelled Grenade (RPG)] y granadas de mano, y mis heridas fueron las más graves del día.

Paul Gardner entrenando con el difunto Pat Rogers en las instalaciones de la policía de Alliance (Ohio, EE.UU.).

Fueron enfrentamientos como este los que hicieron que el enemigo se adaptara y aprendiera rápidamente a no ir frente a frente contra fuerzas estadounidenses, o sufriría las consecuencias. Poco después empezó la insurgencia y comenzaron a aplicar tácticas de guerrilla, tales como ejecutar emboscadas golpea y corre [hit-and-run] y colocar artefactos explosivos improvisados [Improvised Explosive Device (IED)] en las calzadas de todo el país para infligir bajas en nuestro bando sin exponerse a las graves consecuencias de ir frente a frente contra nosotros en combate.

Cuando nos encontrábamos en el exterior de los vehículos de asalto anfibio [Amphibious Assault Vehicle (AAV)], dando seguridad en un cruce con forma de T, caímos en una emboscada e inicialmente recibimos fuego de RPGs y armas portátiles procedente de combatientes enemigos tanto al norte como al sur de nuestra posición. Poco después mi sección se dividió y se abrió paso fuera de la zona de muerte [kill zone] para entablar combate con el enemigo en ambas direcciones.

Los malos no se esperaban que fuéramos tan agresivos. Pero éramos fusileros de la Infantería de Marina y nos acababan de tocar los huevos. Ya estábamos bastante cabreados, porque los carros Abrams y los helicópteros de combate Cobra, que siempre iban posicionados en vanguardia de nuestra columna de vehículos durante la marcha hacia Baghdad, nos habían estado «robando» nuestros blancos desde que habíamos cruzado la frontera hacía varias semanas. Así que llevábamos mucho tiempo esperando literalmente que algunos malos se metieran con nosotros y entabláramos combate.

El autor dispara con mucho rencor sobre un malo de papel durante el curso de Fusil de Combate nivel 1 [Combative Carbine level 1].

Después de cerca de una hora y media de combate, me encontré en el patio trasero de una casa de dos plantas. Entre cinco y ocho combatientes enemigos habían huido de la casa después de que nuestro granadero [Infantry Assaultman, MOS 0351] disparara contra la casa un cohete con un arma de asalto multipropósito lanzada desde el hombro [Shoulder-launched Multi-purpose Assault Weapon (SMAW)]. Cinco se habían atrincherado dentro de una pequeña caseta de adobe en el patio trasero, que utilizaban como búnker improvisado, y otros tantos estaban en posición en el exterior. Cuando accedí al patio trasero, mi plan inmediato fue o bien encontrar algo que aprovechar como una cubierta desde la que disparar, o bien meterme en la casa y disparar desde una ventana o una puerta. Lo único que tenía claro era que necesitaba encontrar una cubierta desde la que pudiera matar a unos cuantos de esos bastardos desde una posición relativamente segura.

En cuanto doblé la esquina de la casa y me metí en el patio trasero divisé a un combatiente enemigo a apenas 20 metros de distancia a mis 11 (un poco a la izquierda en frente de mi), que se alejaba del búnker gateando y llevándose consigo un fusil AK. Supuse que hacía exactamente lo mismo que yo: intentar ocupar una mejor posición desde la que matar a su enemigo.

Me detuve inmediatamente, alineé los elementos de puntería de mi fusil M16A2 con su cuerpo y empecé a dispararle. Disparé por lo menos 15 veces y la mayoría de los disparos le dieron en el torso. Cada vez que le daba con un disparo, su cuerpo me lo decía con una violenta sacudida. Mi cuerpo bombeaba adrenalina como un loco, por eso continué disparando sin parar. Nunca antes le había disparado a un enemigo desde tan cerca, y esta fue la primera vez que realmente pude ver cómo los proyectiles impactaban sobre la carne de otro ser humano. Fue tan impactante para mi mente que no supe qué otra cosa podía hacer además de destruir completamente la amenaza que tenía ante mi.

La única razón por la que dejé de disparar fue porque otro combatiente se asomó por la puerta del búnker a mis 1 (un poco a la derecha en frente de mi) y empezó a dispararme a lo bestia. Reaccioné trasladando mi fuego sobre él. Le disparé sólo entre cinco y siete veces hasta que el cierre quedó retenido atrás por el cargador vacío. Le alcancé con un disparo en alguna parte del torso, aunque no supe dónde. Cayó hacia atrás dentro del búnker y lo perdí de vista.

Supuse que lo había retirado definitivamente del combate, bien por haberlo matado o bien por haberlo herido de gravedad. Luego se demostraría que tal suposición fue un gran error por mi parte.

Puesto que mi fusil M16 se había quedado seco y necesitaba recargar, me desplacé 3 metros a mi derecha. Sabía que no estaba detrás de ninguna cubierta y que sólo disponía de ocultación, pero pensé que si alguien más salía por la puerta del búnker no podría verme. Además, simplemente iba a recargar mi fusil rápidamente y volver al combate, ¿no? Error.

Durante la instrucción [boot camp] el Cuerpo de Infantería de Marina me enseñó cómo recargar mi fusil M16 en el campo de tiro, pero sencillamente nunca me enseñaron las recargas rápidas [speed reload] y las recargas tácticas [tactical reload].

Hubo una ocasión durante un ejercicio de adiestramiento previo al despliegue, en la que un infante de marina británico [Royal Marine], que formaba parte de un equipo que evaluaba el adiestramiento de mi unidad, nos enseñó a recargar rápidamente el fusil y meter el cargador vacío en el bolsillo del pantalón, de forma que no perdiéramos tiempo intentando meterlo de nuevo en el superajustado bolsillo portacargador reglamentario.

Por no mencionar, que nunca vas a querer tener un cargador vacío en el mismo bolsillo portacargador al que acudes subconscientemente en busca de un cargador lleno cuando más lo necesitas. Pero después de esa ocasión no volvimos a verlo o practicarlo ni una sola vez, así que ni lo aprendí ni memoricé los movimientos de la técnica.

En realidad, nunca vimos ni practicamos ningún tipo de recarga o cambio de cargador. Era algo que sencillamente se suponía que sabías cómo hacer. Cuando el fusil se te queda vacío, introduces otro cargador. Parece fácil, pero he descubierto que resulta mucho más difícil de lo que parece, especialmente cuando lo haces bajo estrés.

Así que, ¿qué fue lo que hice aquel fatídico día cuando me llegó el momento de recargar el fusil M16? Hice exactamente lo que habría hecho en el campo de tiro cuadriculado en territorio nacional: presioné la retenida del cargador, retiré el cargador vacío del brocal del cargador, y guardé el cargador vacío en uno de los bolsillos portacargadores. Hacerlo me llevó unos cuantos segundos, especialmente teniendo en cuenta que tenía que guardar el cargador vacío en un bolsillo bastante apretado que ya tenía un cargador dentro.

Para más inri, llevaba el cargador lleno metido en el bolsillo portacargador con los cartuchos hacia arriba, porque si lo llevaba con los cartuchos hacia abajo se salían los cartuchos. Supongo que eso se debe al desgaste de la embocadura del cargador, pero por aquel entonces no tenía ni idea de lo que era un cargador defectuoso, y en particular no sabía que los cargadores son elementos consumibles o desechables. Tras embocar el cargador lleno en el brocal del cargador, le dí un empujón hasta que quedó bien encastrado. Por último, pasados al menos ocho segundos desde que empecé, presioné la retenida del cierre y entonces un cartucho entró en la recámara.

Además, mientras recargaba estuve todo el tiempo mirando el arma y el equipo con la cabeza hacia abajo. Así que ¿qué es lo que vi cuando por fin terminé de recargar y levanté la cabeza en dirección al búnker enemigo que se encontraba a tan sólo 20 metros de distancia de mi posición? Efectivamente, el mismísimo combatiente enemigo al que acababa de disparar, al cual supuse que había dejado fuera de combate permanentemente, estaba de pie a mis 11, en la esquina del búnker, apuntando directamente hacia mi con su fusil AK.

Mientras yo me dedicaba a recargar lentamente y de una forma desastrosa, el iraquí se había vuelto a poner de pie y asomado a la puerta para buscar al cabrón estadounidense que acababa de liquidar a su camarada y dispararle. Entonces se movió a lo largo de la pared del búnker hasta que me localizó allí de pie realizando mi aborto de recarga mientras miraba el fusil y el equipo con la cabeza hacia abajo. Básicamente había permitido, no, invitado al bastardo a pillarme desprevenido.

El soldado de 21 años Gardner vuela en un helicóptero CH-53E de vuelta a la base militar 29 Palms, en California (EE.UU.), durante un ejercicio de adiestramiento de entidad batallón justo antes del despliegue en Irak.

Hay que tener en cuenta además, que estaba allí de pie en la clásica posición/postura de tiro con fusil para una «distancia conocida» propia del campo de tiro, con el cuerpo ladeado, ofreciendo así al enemigo el lado izquierdo del pecho sin ninguna protección. Por aquel entonces el Cuerpo de Infantería de Marina no nos enseñaba a presentar el frente hacia el blanco y aprovechar lo mejor posible la protección ofrecida por las placas de blindaje personal [Small Arms Protective Insert (SAPI)]. La única posición/postura de tiro de pie que conocía era esa con el cuerpo ladeado hacia el blanco que me enseñó mi instructor de tiro [Primary Marksmanship Instructor] en la instrucción [boot camp]. Evidentemente esa posición/postura de tiro sólo vale para disparar con fusil en el campo de tiro cuadriculado durante la instrucción. Obviamente no sirve para el combate, cuando llevas blindaje personal para proteger los órganos vitales y la médula espinal.

Por otra parte, has de saber que tenía dos distintivos de tirador Experto con fusil, lo cual quiere decir una puta mierda en combate.

Para empeorar aún más las cosas, mientras recargaba tenía el fusil en la posición de guardia baja [Low Ready], y no lo mantuve, como debería, todo el tiempo dirigido hacia la amenaza y levantado dentro de mi espacio de trabajo (delante mía, al alcance de las manos, donde poder manipularlo fácilmente). Así que una vez que lancé el cierre hacia delante e introduje otro cartucho en recámara, tuve que levantar el fusil para poder disparar a la amenaza, por no llevarlo ya levantado, apuntando hacia el frente y listo para entrar en acción después de recargar.

Así que cuando por fin levanté la vista y le ví apuntándome con su fusil AK, empecé a levantar mi fusil en un intento por abatirle de una vez. Pero era demasiado tarde: lo último que vi fue el brillante destello de la bocacha de su fusil AK al dispararme una ráfaga de proyectiles calibre 7,62mm.

Uno de esos proyectiles me dio justo debajo de la axila izquierda, precisamente en la zona expuesta que no cuenta con la protección de la placa de blindaje [Small Arms Protective Insert (SAPI)] del costado, y me atravesó el cuerpo. Después de destrozarme el bazo (que luego tuvieron que extirparme), perforarme el pulmón izquierdo y colapsarlo, lacerarme el estómago y el riñón izquierdo, cortarme la aorta y reventarme un buen trozo de vértebra, la bala me seccionó la médula espinal a la altura de la vértebra T12/L1, lo cual me paralizó instantáneamente de la cintura para abajo.

Por supuesto que hay mucho más sobre esta historia, pero este pequeño fragmento es lo que resulta relevante en este momento.

El fondo de esta historia es que la memoria muscular, adquirida a través de la repetición, puede resultar estupenda cuando las TTPs que estás asimilando son buenas y eficaces. Pero esto es así en ambos sentidos, lo que quiere decir que si, por ejemplo, durante la instrucción y adiestramiento, afrontas algunos escenarios de una forma relajada y «administrativa», puedes estar casi seguro de que en combate afrontarás esos escenarios de la misma forma.

En resumen, estos son los errores que cometí en combate aquel fatídico día, que creo que me llevaron a mis graves heridas y a mi discapacidad permanente:

  • Asumir que había matado al malo de un disparo en la zona del torso.
  • Realizar una recarga lenta.
  • Guardarme el cargador vacío en mitad de un enfrentamiento tan intenso.
  • Meter un cargador vacío en el mismo sitio que un cargador lleno.
  • Mirar hacia abajo, a mi fusil, al recargar.
  • Llevar el fusil en guardia baja [Low Ready] al recargar.
  • Quedarme de pie de costado y no aprovechar la protección de las placas de blindaje personal.

Si actualmente eres militar, policía, vigilante de seguridad privada, o incluso solo un ciudadano, creo fervientemente que necesitas recibir fuera de tu unidad o cuerpo algún tipo de formación avanzada en el combate con armas de fuego. Todo lo que aprendí solo el primer día del curso de Fusil de Combate nivel 1 [Combative Carbine level 1] de la escuela Trident Concepts, fácilmente podría haberme ayudado a evitar la lesión que innecesariamente sufrí. No tengo la menor duda.

El autor exprime su fusil Bravo Company Manufacturing (BCM), con cañón de 11,5 pulgadas (29 cm), en el curso de Jeff Gonzales y le confía su vida a los fusiles de BCM. Este conjunto superior [upper] en concreto acumula más de 4.000 disparos sin ninguna interrupción.

Si decides asistir a algún curso de formación en el combate con armas de fuego, asegúrate de tomar muchas notas y hacer muchas fotos, de forma que puedas llevártelas de vuelta a tu unidad o cuerpo y difundir entre tus hermanos de armas los conocimientos adquiridos. Si eres jefe de pelotón tienes la obligación de asegurarte que tus infantes de marina o tus soldados son capaces de realizar una recarga rápida [speed reload] rápidamente, saben cuándo y dónde no guardar un cargador vacío, cómo y cuándo realizar una recarga táctica [tactical reload], etc. Practica estas cosas hasta que se conviertan en algo automático y en movimientos fluidos (memoria muscular de la buena).

Cuando asistes a un buen curso, impartido por una escuela de calidad como alguna de las anteriormente mencionadas, te enseñan estas cosas y muchas más, y te las enseñan por un motivo. Te enseñan estas TTPs para evitar muertes innecesarias y lesiones como la mía. Así que presta atención y aprende durante el curso de tal modo que no tengas que aprenderlas en mitad de un combate, como hice yo.

Por cierto, el ladrón de oxígeno que me disparó, junto con todos sus colegas Fedayeen que estaban en el búnker, fueron aniquilados poco después con mucho 5,56mm, unas cuantas granadas de alto explosivo de 40mm y granadas de fragmentación, y una de sus propias RPG que amablemente se dejaron atrás para que mis colegas infantes de marina las utilizaran contra ellos.

¡Semper Fidelis!

[Por favor, ten en cuenta que el propósito de este artículo no es culpar al Cuerpo de Infantería de Marina por mi lesión, ni lloriquear por mis circunstancias, sino influir de una forma positiva en todos aquellos que arriesgan sus vidas tanto en suelo extranjero como en su patria.]

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