Palabras de un infante de marina ex-combatiente en Afganistán.

Palabras de un infante de marina ex-combatiente en Afganistán.

AfganistánHabrá quién se crea que un empujón o caerse de la bicicleta constituye experiencia real en combate, pero evidentemente no lo es en modo alguno. Una experiencia real en combate entraña enfrentarse a una o varias amenazas que verdaderamente pretenden acabar con tu vida y ponen todo su empeño en ello. No se trata de ninguna suerte que una persona cuente en su haber con tal experiencia real en combate pero cuando se sale airoso de tal situación sin duda pasa a constituir algo reseñable en la vida de una persona y le acredita en modo alguno para hablar con mayor propiedad sobre lo que es el combate.

Hace casi dos meses el Diario de Ibiza publicó un artículo bajo el epígrafe «Un ibicenco en tierra hostil» en el que un hermano de armas, un infante de marina, de nombre Lorenzo, habla con toda la humildad y respeto sobre su experiencia real en combate allá por tierras afganas en 2009. No puedo ocultar mi orgullo y admiración, no sólo porque conozco a Lorenzo personalmente, sino porque demuestra una gran consideración por los demás en sus palabras y no muestra ninguna petulancia.

Las palabras que recoge este artículo a nadie dejarán indiferente y no hacen más que confirmar lo que ya sabíamos, que combatir no es nada fácil y gran parte del éxito se deberá a una instrucción y/o adiestramiento adecuados junto con cierto factor suerte.

Puedes leer el artículo completo AQUÍ. Bien merece la pena dedicarle unos minutos.

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El miedo siempre está ahí. Es lo que a un animal le permite salir de una situación complicada. Sube la adrenalina y eleva incluso tus posibilidades físicas y mentales. Aquel que diga que no tiene miedo en un combate, o miente o está loco. Miedo pasamos todos. Pero el miedo es mayor cuando te enfrentas a algo ante lo que no sabes reaccionar. Otra cosa es que tengas miedo y sepas qué tienes que hacer

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Temes por tu vida, pero no te das cuenta del riesgo en ese momento. Estás tan metido en lo que tienes que hacer que no te percatas del peligro real que corres. Luego, después del combate, llegas a la base, te pegas una ducha, vas a la cantina y mientras tomas un café con tu gente es cuando dices «madre mía en la que he estado». Y con ese café es cuando te entra todo el cansancio.

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Respondes así gracias al adiestramiento que nos hartamos de hacer día a día. Muchas veces nos preguntamos por qué tenemos que repetir algo 20 veces. Pero luego, en el combate, te percatas: la razón es que haces las cosas sin darte cuenta. Puede que los tiros pasen rozando tu cabeza o que un RPG explote a tu lado, pero sigues solo pensando en lo que tienes que hacer. Esa facilidad, ese no perder el tiempo en preguntarte «esto cómo se hace» permite tomar decisiones, emplear útilmente el tiempo. Lo mecánico tiene que salir solo.

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