¿Tienes un segundo? El ciclo OODA de Boyd en el entorno de combate cercano (CQB). Por Ken J. Good.

Ciclo OODA

En los últimos tiempos en nuestro país parece existir un profundo interés por conocer la influencia del estrés o la tensión en el combate y sus consecuencias sobre el comportamiento del combatiente. De este modo, se puede comprobar cómo términos tales como amígdala, sistema límbico, habilidades motoras gruesas, exclusión auditiva, visión de túnel, adrenalina, … son utilizados como si se tratara de algo novedoso y desconocido hasta ahora.

Sería absurdamente atrevido por nuestra parte pensar que hasta hace bien poco el hombre no se había preocupado por conocer la influencia del estrés o la tensión en el combate y sus consecuencias sobre el comportamiento del combatiente. No hay ninguna duda que el combate es algo inherente al ser humano, que desde que existe ha luchado, tanto en guerras contra otros hombres, como en su vida diaria contra la naturaleza y sus animales. Es de suponer que ya el hombre de Cromagnon se vería influenciado de algún modo por el estrés o la tensión en el combate, por ejemplo, cuando tenía que hacer frente a un enorme mamut. Por tanto, resulta bastante razonable pensar que a lo largo de la historia muchos científicos y maestros se hayan preocupado por estudiar e investigar esto y que sus descubrimientos se hayan ido aplicando a la instrucción y adiestramiento de los guerreros para combatir.

Cada día se sabe más y mejor al respecto, y esto es de aplicación al combate con armas de fuego, tanto en lo que al  desarrollo de tácticas, técnicas y procedimientos (TTPs) se refiere, como a la metodología de instrucción y adiestramiento del tirador o combatiente. Existe una amplia bibliografía sobre este asunto, que continúa creciendo día a día, y que en muchas ocasiones pasa desapercibida, posiblemente por no encontrarse disponible en español, sino habitualmente en inglés.

El hecho por el que tanta bibliografía pasa desapercibida supone que en ocasiones se malgasten esfuerzos en reinventar la rueda. Por ello, es importante prestar la debida atención a todos aquellos documentos de autores reconocidos que puedan resultar de interés y utilidad para la tarea que nos ocupa (el combate con armas de fuego), aunque estos se hayan escrito en inglés. Y ahí es donde radica el motivo de nuestras traducciones; somos más partidarios de tomar lo que ya existe que no de crear por nosotros mismos algo nuevo innecesariamente.

Progressive Combat Solutions

 

En esta ocasión, hemos considerado sumamente interesante y útil un antiguo artículo que data del año 2000 y que guarda una especial relación con el control del estrés o la tensión en el combate. El autor de este artículo es el famoso Ken J. Good, actualmente director de Progressive Combat Solutions LLC. Ken explica detalladamente el Ciclo OODA, definido por el Coronel del Ejército del Aire estadounidense John Boyd, y su utilidad y aplicación al combate con armas de fuego. Este ciclo no resulta nada nuevo y mucho se ha hablado de él desde antaño, pero quizás en nuestro país no haya contado con la difusión suficiente y es casi obligado conocerlo –aunque solo sea para que no te vendan gato por liebre algunos inexpertos–.

Si te suena, te lo han contado, incluso te han aburrido hablando del ciclo OODA, pero no te han hablado de su artífice, el Coronel John Boyd, ¡mal empezamos! ¿qué puede salir mal? Hay que reconocerle a cada uno sus méritos. Por cierto, no es imprescindible que te follen la oreja durante horas hablando del ciclo OODA, especialmente si previamente no se han estudiado los trabajos originales de John Boyd al respecto.

A continuación se reproduce la traducción al español de este artículo. Puedes encontrar el artículo original en inglés aquí.

 


 

¿Tienes un segundo? El ciclo OODA de Boyd en el entorno de combate cercano (CQB)

Por Ken J. Good.

 

Prefacio.

Por Sid Heal, Policía Local de Los Angeles (con su permiso).

Dado que todas las operaciones tácticas tienen un carácter dinámico, también están supeditadas al tiempo disponible. Las decisiones y acciones que se retrasan en el tiempo normalmente resultan ineficaces debido a los continuos cambios de las circunstancias. Cuando además existe un adversario implicado la operación no sólo queda supeditada al tiempo disponible sino que también se convierte en una competición por el tiempo disponible. El tiempo u oportunidad que desaprovecha un adversario puede ser explotado por el otro. Siendo plenamente consciente de la importancia de esta cuestión, Napoleón dijo «puede ser que en el futuro pierda una batalla, pero jamás perderé ni un minuto».

El Ciclo OODA constituye una herramienta muy útil para comprender la importancia de este concepto. El Ciclo OODA, también llamado frecuentemente Ciclo de Boyd, es una creación del Coronel retirado del Ejército del Aire de los EE.UU. John Boyd. El Coronel Boyd fue un estudioso de las operaciones tácticas que descubrió que muchas batallas y campañas militares guardaban cierta similitud entre sí, observando que en muchos enfrentamientos uno de los bandos presentaba al otro una serie de situaciones amenazadoras totalmente inesperadas con las que este otro bando no había sido capaz de mantenerse a la par. El bando más lenta resultaba finalmente derrotado. Lo que averiguó el Coronel Boyd fue el hecho por el que los conflictos constituyen una competición por el tiempo disponible.

Según la teoría de Boyd un conflicto puede considerarse como una sucesión de ciclos Observación-Orientación-Decisión-Acción (OODA) compitiendo por el tiempo disponible. Cada bando de un conflicto empieza por observarse a sí mismo, observar sus alrededores físicos y observar a su/s adversario/s. A continuación se orienta a sí mismo. Esta orientación consiste en crear una imagen o diapositiva mental de la situación. La orientación resulta imprescindible porque, dada la naturaleza fluida y caótica de los conflictos, se hace imposible procesar toda la información tan rápido como podamos observarla. Esto exige aplicar el concepto de imagen congelada, que nos proporciona una perspectiva u orientación de la situación. Una vez se dispone de una orientación es necesario tomar una decisión. La decisión a adoptar tiene en cuenta todos los factores presentes en el momento de la orientación. Por último se implementa la decisión, lo que implica una acción. Hay un dicho táctico que afirma que «las decisiones sin acciones son inútiles y las acciones sin decisiones son temerarias». Acto seguido, como se supone que nuestras acciones habrán cambiado la situación, el ciclo empieza de nuevo. El ciclo continúa repitiéndose una y otra vez durante toda una operación táctica.

Aquel que logre constantemente completar el Ciclo de Boyd más rápido que su adversario adquiere una ventaja tremenda. Para cuando el adversario más lento reacciona el más rápido ya está haciendo algo diferente y la acción del más lento resulta ineficaz. Con cada ciclo que pasa la acción de la parte más lenta resulta ineficaz por un margen cada vez mayor. La resolución en conjunto de estos episodios determinará finalmente el resultado del conflicto. Por ejemplo, mientras las acciones de las autoridades continúen demostrándose eficaces un sospechoso permanecerá en una postura reactiva al mismo tiempo que el comandante conserva la libertad de acción. No importa lo mucho que se esfuerce el sospechoso por conseguirlo, cada acción que realice resultará más inútil que la anterior. Como consecuencia el sospechoso se queda cada vez más atrás, lo que demuestra que la iniciativa es para el adversario más rápido.

 

Introducción.

El entorno actual, en el que continuamente y a gran velocidad se producen importantes descubrimientos científicos y avances tecnológicos, proporciona al usuario final equipo y material cada vez mejor. En este clima es fácil pasar por alto, e incluso abandonar, la base fundamental de cualquier sistema de armas: la interacción y percepciones de la mente humana en una situación de combate.

Una de las personas que comprendió esta cuestión mucho mejor que la mayoría fue el Coronel John Boyd. Al Coronel Boyd se le encomendó que determinara por qué los pilotos estadounidenses en aeronaves aparentemente inferiores aventajaban sistemáticamente a sus homólogos coreanos. El combate aire-aire tiene lugar en los 360º de una esfera y representa el pináculo de la relación hombre y máquina además de la dinámica hombre contra hombre con la que sueñan los guerreros.

Boyd fue un notable y consumado piloto que mantenía una apuesta constante con todos aquellos alumnos a los que tutelaba. $40 – 40 segundos. Al alumno se le permitía empezar en una posición ventajosa y si el Coronel Boyd no podía maniobrar ese mismo tipo de aeronave hasta una posición ventajosa en menos de 40 segundos, el alumno cobraba $40. No creo que alguien haya cobrado ni una sola vez.

El Coronel Boyd desarrolló e impulsó un simple, aunque sumamente profundo, modelo que actualmente se conoce como el Ciclo OODA o, como también se suele llamar, el Ciclo de Boyd. El ciclo de Observar, Orientar, Decidir y Actuar constituye la esencia del combate y se encuentra presente en cualquier conflicto humano.

El Coronel Boyd consideró y definió la naturaleza del combate en términos de tiempo. Todos los enfrentamientos constituían una competición por el tiempo disponible, un valioso artículo al que ningún bando renunciaba voluntariamente. El Coronel Boyd comprendía la importancia y las ventajas de forzar implacablemente al adversario a enfrentarse con una rápida serie de acontecimientos para desorientarle e infiltrarse en su ciclo OODA.

Una vez dentro el tiempo para el infiltrado juega a su favor. Un acontecimiento da paso al siguiente de una forma previsible y el resultado es prácticamente seguro. Por otra parte, la víctima se atasca en el tiempo. No dispone de oportunidades claras para Observar y Orientar con sentido los acontecimientos. Sus Decisiones y Acciones resultan ineficaces. Se desploma y cae en una espiral mortal irreversible. Por alguna extraña razón parecen haberse alterado las leyes del Universo. De algún modo se ha detenido el tiempo como si de un mal sueño se tratara en el que uno no puede escapar de una terrible manifestación de la mente interior.

En la batalla por la mente-espacio el objetivo es bien sencillo: infiltrarse y quedarse allí.

 

Observar, Orientar, Decidir y Actuar (O.O. D.A.).

El acrónimo es fácil de recordar y el ciclo en sí mismo resulta absolutamente crucial comprenderlo si uno está expuesto al peligro habitualmente.

Para derrotar a cualquier oponente de forma eficaz y sistemática has de recorrer secuencialmente el ciclo OODA, tanto si eres consciente de ello como si no. Se trata de un modelo que puede utilizarse para analizar detalladamente periodos de tiempo muy limitados de una forma lógia y secuencial. Todo enfrentamiento, tanto si se trata de un combate aire-aire como si se trata de una pelea mano a mano y frente a frente, se ajusta a este sencillo, potente y perspicaz modelo.

Al estudiar y aprender a aplicar este ciclo me he dado cuenta que con éste uno dispone de una forma eficaz para segmentar, analizar y mejorar el rendimiento humano ante situaciones de combate.  Se trata de una piedra preciosa a la que admirar y examinar constantemente.

 

Recalibrado del Reloj Interno.

Lo primero es nuestra percepción del propio tiempo.

Para ilustrar la percepción del tiempo de cualquier persona suelo utilizar un sencillo ejemplo. Mientras explico algún concepto táctico voy hasta el fondo de la clase y a continuación vuelvo a la tarima. Mientras los alumnos todavía están intentando digerir el concepto táctico que acabo de explicar les pregunto a varios de ellos ¿cuánto tiempo me ha llevado ir hasta el fondo de la clase y volver a la tarima? Normalmente obtengo muchas caras de extrañeza y desconcierto con las que no verbalmente me están preguntando ¿qué más da el tiempo que hayas tardado?

Normalmente las respuestas que me dan oscilan entre 2 y 10 segundos, lo que supone un amplio margen de diferencia. Hay quien alega que no le di ningún tiempo de preparación para activar su cronómetro interno. Pero esa no es la cuestión. En un enfrentamiento que se desarrolla rápidamente nadie se va a parar para recordarte que pongas a cero tu cronómetro. La cuestión radica en que, utilizando únicamente la memoria, un mismo acontecimiento presenciado por avezados observadores parece  como si hubiera tenido lugar en universos diferentes donde la realidad física avanza a velocidades diferentes.

Otra cosa interesante a tener en cuenta es que nunca me dan una respuesta del tipo 3,345 segundos.

¿Por qué esto es así? Cierto es que alguna vez obtengo una respuesta de 3,5 segundos, pero no se trata más que de un intento por afinar sin que ello suponga que se pueda. La inmensa mayoría de acontecimientos que se producen en nuestra vida diaria en términos de expresión oral (cuando hablamos sobre ello) no requieren realizar una división del tiempo más allá de segundos. Pero en el ámbito del combate cercano limitarse a utilizar sólo segundos completos para medir el tiempo es como utilizar un mazo para cortar con precisión un diamante.

En un segundo pueden producirse cambios enormes y muy significativos en cualquier situación. Un adversario competente puede realizar tres disparos con una escopeta semiautomática mientras atraviesa una puerta abierta, cambiando horizontal y verticalmente de posición respecto a ti, todo ello en menos de un segundo.

Durante mis clases en el aula, para ilustrar mejor a los alumnos respecto al punto de calibración, le pido a alguien que se ponga de pie y le entrego a este voluntario una «red gun», una réplica de pistola en plástico duro totalmente inoperativa. Le indico que se la coloque en la cintura y yo hago lo mismo. Le explico que ahora formamos parte de un nuevo juego futurista en un programa de televisión que nos enfrenta uno contra otro, separados un par de metros, en un combate con armas de fuego. Los participantes nos enfrentamos entre nosotros para ganar un premio que asciende a un millón de euros. Ambos contendientes vamos provistos de unos anillos metálicos en muñecas y tobillos que nos mantienen fijos mediante un fuerte campo magnético. Utilizamos armas de fuego reales totalmente funcionales. Cuando la luz se ponga verde ambos quedaremos libres del campo magnético y podremos echar mano de nuestro arma de fuego para batirnos en duelo y disparar según sea necesario.

Llegado este momento le doy una vuelta de tuerca a la situación. Le digo al alumno que él fue más inteligente y más astuto que yo y por eso le ofreció la mitad de sus ganancias al operario del campo magnético para que le liberara de su campo magnético un segundo antes que a mi. El operario le dijo que no porque un segundo era demasiado obvio y los productores lo habrían ejecutado por vulnerar las reglas del juego. Así que el alumno continúa las negociaciones con el operario.

¿Qué tal si en lugar de un segundo son 0,9 segundos? ¿y si son 0,8 segundos? ¿y 0,4 segundos? ¿y sólo 0,2 segundos? En última instancia el operario acepta anular el campo magnético de mi oponente 0,125 segundos antes que el mío. Llegado a este punto le pregunto al alumno, ¿aceptarías esta ventaja de tiempo si se te diera tal oportunidad aunque tuvieras que pagar 100.000 € por ello? ¡La respuesta es inevitablemente afirmativa! Cualquier persona en su sano juicio aceptaría cualquier ventaja de tiempo en un combate con armas de fuego sin importar lo pequeña que fuera esa ventaja de tiempo.

Pero volvamos al principio. ¿Qué importancia tiene el tiempo? ¿Qué importancia tiene aprender a percibir el tiempo? Qué importancia tiene recalibrar nuestro cronómetro interno? ¿Cómo consigue uno ser mejor y más eficiente en cualquier cosa?

El «El Presidente» constituye un típico ejercicio de tiro que muchos instructores utilizan para medir con cierta aproximación la competencia de un tirador.

El tirador inicia el ejercicio de espaldas a los blancos con una pistola cargada en la funda. A la pitada del cronómetro de tiro el tirador se da la vuelta para enfrentarse a tres blancos situados a una distancia de 10 metros y separados 1 metro entre sí. El tirador tiene que realizar 2 disparos sobre cada uno de los tres blancos, recargar y volver a disparar otras 6 veces, 2 sobre cada blanco, tratando de colocar los impactos sobre la zona «A» de un blanco IPSC estándar.

Cuando le pides a un nuevo tirador que realice este ejercicio no te preocupa cronometrar el tiempo que tarda en completarlo sino que tu interés se centra más en comprobar cuál es su capacidad para manejar del arma y la seguridad en general con la que lo hace durante todo el proceso. Si el tirador finaliza el ejercicio con seguridad en menos de 15 segundos pues todos contentos.

Proporciónale a ese mismo tirador cierto adiestramiento decente y unos cuantos cientos de cartuchos de práctica y él o ella se quedará sistemáticamente en torno a los 10 segundos.

¿Cómo llega una persona a pasar de completar el ejercicio en 10 segundos a realizarlo en menos de 4 segundos? A lo que hay que prestar atención NO es a la velocidad con la que dispara el tirador, sino que hay que concentrarse plenamente en aquellos aspectos del proceso, constituidos por movimientos innecesarios y distracciones mentales negativas, que haya suprimido el tirador para poder repetir su rendimiento consistentemente.

Durante el resto de este artículo vamos a asumir que entre las diferentes etapas del ciclo OODA median fracciones de segundo. Entremos entonces en materia.

 

Observar. La Primera Piedra. El Primer Cuarto.

Esta ha de ser tu mayor prioridad: localiza a la amenaza antes que él o ella te localice a ti. ¡Te parecerá algo evidente! Pero se trata de algo más que ver simplemente.

Al analizar el actual campo de batalla uno debiera darse cuenta de la enorme cantidad de esfuerzos y recursos que se dedican a «ver» u observar el campo de batalla en tiempo real. La inversión en todos estos recursos ha resultado tremendamente provechosa en los conflictos más recientes. Las FAS estadounidenses disponen de una gran red de satélites, realizan vuelos de reconocimiento a gran altura, despliegan sistemas rádar terrestres y aéreos, ejecutan operaciones a base de multitud de patrullas, obtienen todo tipo de información en tiempo real a partir de una amplia variedad de fuentes, …, todo ello en un esfuerzo enorme por conseguir una ventaja aplastante sobre el enemigo. Alcanzado este punto de nuestro desarrollo militar, si podemos verlo, podemos destruirlo.

Si te pones a los mandos de un moderno avión de combate tu principal objetivo consiste en localizar a tu oponente primero y desplegar tu arsenal de armas desde una posición de fuego ventajosa para ti antes que tu oponente se percate siquiera que estás ahí, justamente como si fuera en ese preciso momento cuando empezara el combate aéreo.

No existe ninguna diferencia respecto a una situación de combate cercano [Close Quarters Battle] en la que se empleen armas cortas o largas. Primero has de localizar a la amenaza mediante el empleo de tu principal sistema rádar, tus ojos, y, a continuación, desplegar tus armas desde una posición de fuego ventajosa para ti antes que tu oponente se percate siquiera de tu presencia.

Volvamos atrás y prestemos atención a algunos aspectos que pueden ocasionar una degradación de nuestro sistema rádar integrado.

Colocación del Arma. Bajo la tensión que supone tratar de localizar amenazas armadas, hemos observado que incluso operadores muy experimentados presentan una tendencia considerable a situar su arma dentro de su cono visual antes de haber localizado la posición de la amenaza (en demasiadas ocasiones su dedo se encuentra sobre el disparador, lo que constituye una conocida práctica contra la seguridad). Por tanto su arma, sus brazos y sus manos bloquean información visual vital.

Se trata exactamente de lo mismo que si un piloto de combate coloca una tarjeta de 7,5 cm por 13 cm sobre su pantalla del rádar y deja el dedo permanentemente apoyado sobre el botón de disparo de sus misiles, convencido todo el tiempo que de algún modo así está más preparado para derrotar a su/s oponente/s que todavía no ha visto.

Movimientos del Cuerpo, la Cabeza y los Ojos. Obviamente el cuerpo sostiene a la cabeza, el cuello constituye su articulación y los ojos se insertan en la misma y desde ahí dirigen la mirada hacia donde corresponda. El movimiento del cuerpo junto con la articulación de la cabeza y la dirección, ángulo y enfoque de tus ojos permiten un número casi infinito de posibilidades en cuanto al empleo de tu principal sistema sensor, tu visión.

Esta libertad de posibilidades puede conllevar el pasar por alto amplios espacios repletos potenciales amenazas. Tienes que entenderlo así y tomar medidas para evitarlo mediante un adecuado adiestramiento. Una sencilla forma de visualizar esta situación consiste en imaginarse viendo un vídeo casero que ha grabado un amigo. Tomas asiento para verlo tranquilamente en tu casa con la expectativa de recibir buena información visual. A medida que reproduces el vídeo enseguida te pones nervioso porque el operador de la cámara era muy inexperto y grababa de forma descontrolada. La imágenes grabadas van pegando saltos y sacudidas por toda la pantalla de televisión haciendo que algunos detalles importantes de la situación dinámica se pierdan y resulte imposible distinguirlos. Hay muy buena intención, energía y movimiento pero desafortunadamente los aspectos más importantes del acontecimiento pasan inadvertidos.

Este ejemplo de la videocámara pone de manifiesto el movimiento sin inteligencia y de forma ineficaz del cuerpo, la cabeza y los ojos. Pero para empeorar aún más las cosas el individuo que manejaba la cámara se dedicó a hacer zoom, acercando y alejando la imagen, de forma totalmente aleatoria. Esto demuestra cómo un individuo selecciona incorrectamente la distancia focal de sus ojos cuando busca una amenaza oculta. Me he percatado que las personas tiene un fuerte tendencia a ajustar sus rádar para una distancia y ángulo determinados y dejarlos ahí fijos. Esta circunstancia se comprueba especialmente cuando se localiza e identifica la primera amenaza. En el campo de batalla seguir a un sólo y único blanco podría significar la muerte para un piloto de combate.

Puesto que nuestros sensores visuales no recogen datos como un rádar de barrido tenemos que cambiar constantemente y de una forma sistemática la distancia y elevación de nuestra vista.

Uno ha de descargar el desarrollo de este procedimiento de la vista sobre la mente subconsciente mediante una instrucción y adiestramiento adecuados.

En cierta ocasión le preguntaron a un famoso as (piloto) alemán, ¿cuál es tu secreto? Y éste respondió: «tengo una aguda conciencia de lo que sucede detrás de mi cuello». También le preguntaron qué pensaba del P-51 Mustang (típico avión de combate aliado de la 2ª Guerra Mundial), a lo que contestó: «tres de los cuatro que derribé hoy ni siquiera sabían que estaba en su mismo cielo acompañándoles». Como puedes comprobar en ningún momento justifica su éxito en base a las ventajas de una aeronave sobre la otra sino que se centra en el hombre interior.

Nuestros ojos se alojan en la zona delantera del cráneo, lo que les permite un campo de visión de aproximadamente 210 grados. Esto nos plantea un importante obstáculo adicional a superar constituido por una amplia zona directamente a nuestras espaldas sobre la que no tenemos visión.

¿Cuál es la secuencia óptima para determinar la mejor dirección, ángulo, distancia focal, velocidad del cuerpo y ritmo con los que utilizar la vista correctamente en un entorno táctico? Se trata de todo un arte y una ciencia: emplear tu visión para observar correctamente. Aquí es donde el hombre interior tiene el mando supremo por encima de las herramientas externas desplegadas en el entorno.

Este es uno de los factores del combate que establece inmediatamente una separación entre un tirador deportivo muy competente y un combatiente del campo de batalla urbano moderno o las calles.

 

Orientar. Marcando la Realidad. El Segundo Cuarto.

Una vez hayas obtenido unos buenos datos visuales, mucho mejor si es antes que lo haga tu oponente, tienes que orientarte a ti mismo hacia la situación global. Has de poner las cosas en la perspectiva correcta en base a los datos obtenidos en tiempo real, a la inteligencia previa y a las suposiciones generadas. Toda esta información no la procesas de forma lineal sino en paralelo. Si tuvieras la oportunidad de congelar el tiempo en tales momentos y preguntarte a ti mismo ¿qué datos estás analizando ahora mismo? la lista se extendería considerablemente, ya que el subconsciente se une a la mente consciente.

Para ayudarte a comprender mejor este concepto se me ocurre lo siguiente. Imagínate que dispones de una ordenador con un microprocesador totalmente obsoleto, con sólo unos megas de memoria RAM, un disco duro de pocos gigas y un monitor en blanco y negro de 10 pulgadas, todo ello controlado por un sistema operativo MS-DOS ya muy desfasado. Ahora intenta ejecutar un sofisticado paquete informáticos (software) que exija disponer de abundantes recursos. Acto seguido te sentirás muy frustrado por el resultado.

Cuando estaba en las Fuerzas Armadas tuve la oportunidad de practicar el paracaidismo en caída libre. Cuando hago memoria y recuerdo mi primer salto todo parece como si se tratara de una presentación de diapositivas virtual. Sólo algunas imágenes clave han quedado grabadas en mi mente. Recuerdo haber comprobado mi altímetro en numerosas ocasiones, verificar la posición de mi cuerda de apertura, contemplar la belleza de una campana de paracaídas bien inflada, localizar la T y a continuación impactar con el terreno. El salto completo duró entre 5 y 7 minutos. Tras 60 o 100 saltos la presentación de diapositivas entrecortadas se convirtió en un secuencia de vídeo digital. Se trataba del mismo acontecimiento pero ahora mi cerebro ya no tenía que consumir preciosos recursos para encontrar un espacio en el que grabar la información porque dicha información no me resultaba novedosa sino algo familiar. A estas alturas, nunca mejor dicho, podía permitirme el lujo de contemplar con indiferencia cómo iba saltando del avión el resto del personal, situarme en una buena perspectiva respecto a los demás saltadores, el avión y el terreno, pasar gran parte del tiempo de descenso maniobrando con otros saltadores y volando mi campana de paracaídas para aterrizar muy cerquita del punto de toma señalado. Tras muchos saltos era capaz de asimilar sin esfuerzo enormes cantidades de datos visuales, así como recordarlo todo con gran precisión y claridad. Ahora estaba orientado hacia este otrora estresante acontecimiento.

El cerebro tiene una capacidad asombrosa para almacenar datos, recordarlos y tomar decisiones, siempre y cuando disponga de algunos puntos de referencia significativos. Pero cuando se nos presentan un conjunto de circunstancias totalmente novedosas, sin puntos de referencia previos, nos desorientamos, por ejemplo, ¿cuándo fue la última vez que tu cerebro proyectó en su pantalla de cine interna una amenaza blandiendo un arma de fuego cargada en dirección hacia ti?

De ahí la necesidad de un adiestramiento realista que genere estas secuencias de cine y las convierta en puntos de referencia válidos. El adiestramiento de calidad allana un nuevo y muy necesario camino de acceso a la información que así se convierte en una experiencia guardada. Dicha experiencia será lo suficientemente real como para evitar la desorientación cuando se haga frente a un verdadero combate.

Volviendo al ejemplo del ordenador, lo que este adiestramiento realista le proporciona a tu cerebro son actualizaciones específicas para su orientación: un mayor volumen de experiencias almacenadas en el disco duro, un microprocesador más potente, más memoria RAM, mayor tasa de transferencia de datos y una pantalla en color con más pulgadas de tamaño y mayor resolución. Con estas actualizaciones obtienes más probabilidades de alcanzar una sólida solución en un menor intervalo de tiempo.

He tenido la oportunidad de hablar con muchos policías y militares que habían realizado un buen adiestramiento fuerza-contra-fuerza (force-on-force) antes de un enfrentamiento real y, por ello, al enfrentarse a tal combate con armas de fuego en la realidad de la calle o del campo de batalla no estuvieron desorientados, sino todo lo contrario. En mis conversaciones con ellos estos policías y militares pudieron articular perfectamente los detalles del enfrentamiento y me dijeron que durante el mismo siguieron un orden lógico y eficaz de acontecimientos.

Teniendo en cuenta que todos los participantes en el enfrentamiento tienen que recorrer paso por paso el ciclo OODA para así lograr unos resultados coherentes y repetibles, tú has de esforzarte por desorientar a tu oponente. Fíjate que no digo que hayas de disparar mejor, correr más ni gritar más que tu oponente, sino que tu principal directiva radica en desorientar a tu oponente. Una vez en este estado él o ella se verá desbordado por los acontecimientos mientras tú avanzas suavemente por las siguientes fases del ciclo una y otra vez de forma continua. El oponente comprueba cómo su percepción del tiempo se ve distorsionada, cómo empiezan a disminuir los datos de entrada, cómo sus decisiones se vuelven irracionales y sus acciones resultan erráticas e ineficaces. Ésta es una herramienta táctica tremendamente poderosa que normalmente se pasa por alto.

No has de tener prisa ni estar a la espera, sino que has de encontrarte en armonía con lo que está sucediendo realmente.

 

Decidir. La Canalización. El Tercer Cuarto.

La toma de decisiones prácticas se puede separar fácilmente por dos vías fundamentales: la mente subconsciente, que puede procesar cientos de variables simultáneamente, en paralelo; y la mente consciente, que funciona en serie o secuencialmente y puede manejar entre 5 y 9 variables (7 ± 2) antes de descartar o malinterpretar los datos de entrada.

Cualquier proceso que tenga que realizarse en un periodo de tiempo muy limitado ha de quedar relegado al poder de la mente subconsciente mediante el adiestramiento.

 

«Si intentas desbaratar a tus oponentes conscientemente ya llegas tarde».

Miyamoto Musashi, filósofo y guerrero japonés (1645)

 

Las decisiones subconscientes son aquellas que se toman en base a qué percibimos, a cómo orientamos esa percepción y al tiempo disponible para tomar tal decisión. Si la amenaza está cerca y el periodo de tiempo disponible es muy limitado automáticamente tomaremos por defecto la canalización subconsciente. Lo que quiera que tengamos para hacer frente a la situación (nuestra genética, nuestra personalidad, nuestro adiestramiento, nuestras suposiciones, nuestras herramientas disponibles) saldrá de nosotros sin la más mínima reflexión o esfuerzo conscientes.

Para ayudar a comprender esto normalmente utilizo como ejemplo una situación basada en hechos reales que sucedieron en el sur de California. Un policía detiene a un vehículo al margen de la carretera para entregarle una multa de tráfico a su conductor. En principio el policía lo hace todo correctamente. Realiza su evaluación inicial de la situación y comienza a acercarse al vehículo para establecer contacto con el conductor.

En cuanto contacta verbal y visualmente con el conductor éste echa mano entre sus piernas para alcanzar una pistola con la clara intención de disparar al policía. El policía acaba de entrar en el ciclo OODA según los términos que marca este enfrentamiento en particular. El sospechoso ya ha empezado su ciclo. Mientras el policía interpreta el lenguaje corporal llega un momento en el que realmente ve la pistola que se expone a su vista (Observación) y comienza a orientarse hacia tal situación. Se trata de una situación que no presencia habitualmente. Durante la fase de orientación concluye que verdaderamente se trata de una pistola, que la amenaza es real e inminente y que tiene que decidir qué hace. Como la amenaza está relativamente cerca y el periodo de tiempo disponible es muy limitado el subconsciente se hace cargo inmediatamente de la fase de decisión y en tal momento el policía entra en modo piloto automático.

El policía se ve obligado a retroceder por la presión del momento así que gira su cuerpo 90 grados hacia su derecha y empieza a acelerar para situarse deprisa y corriendo detrás de su vehículo. Su vehículo constituye todo lo que le es conocido y seguro. Representa algo familiar en lo que confiar que proporciona cubierta, ocultación, comunicaciones y armas adicionales con las que neutralizar a la amenaza.

Simultáneamente el sospechoso trata de batir al policía provocando inmediatamente sobre él una decisión-acción para girarse y abandonar la zona cercana, lo que constituye una decisión subconsciente que en este momento aprovecha la amenaza en su favor. El sospechoso continúa progresando a través del ciclo OODA hasta llegar otra vez al principio para observar. Entonces el sospechoso sale de su vehículo y observa que tiene a su alcance a un policía que le está dando la espalda y que básicamente trata de correr más rápido que unos proyectiles que son supersónicos.

Pero volvamos al policía, ¿en qué momento del ciclo OODA se encuentra? Pues está en la oculta tercera O, O de «¡Oh! ¡mierda!». Ya no puede obtener información visual útil alguna sobre el sospechoso que se estaba moviendo y ahora también le dispara. Llegado este momento sólo la gracia de Dios puede ayudarle. ¿Cómo ha podido llegar a exponerse a sí mismo frente ante tal situación en la que tiene muy pocas posibilidades de superar con éxito las circunstancias? Un decisión subconsciente virtualmente instantánea le ha forzado a llegar hasta aquí.

¿Podría haberse evitado? Por supuesto que si. ¿Cómo? A través de un adiestramiento fuerza contra fuerza [Force-on-Force] bien dirigido. Todo consiste en realizar un tipo de adiestramiento que permita que cuando un policía observe esta situación en la vida real bajo una presión extrema no sea por primera vez. Estas oportunidades de observación de tales situaciones tienen que introducirse de forma progresiva y repetitiva. Este proceso de observación comienza por la creación de un archivo (memoria caché) que termina por convertirse en un punto de referencia a partir del cual orientarse correcta y eficazmente. A partir de ahora todas las pistas no verbales, los ritmos,  las opciones biomecánicas y las limitaciones de los combatientes se identifican, clasifican, almacenan y permanecen al alcance de la poderosa mente subconsciente que puede acceder a estos datos y recuperarlos inmediata y rápidamente. Durante este proceso serán descubiertas nuevas líneas de acción con las que se puede experimentar y comprobar el resultado.

El subconsciente ya tiene nuevas experiencias a las que recurrir en cualquier momento. De esta forma se genera una matriz mejorada de acciones que incrementa la probabilidad de éxito en el futuro.

 

Actuar. Sobre lo que soñamos. El Último Cuarto.

Finalmente hemos llegado a la fase en la que casi todo el mundo invierte la mayor parte de su tiempo practicando, la cual, desde mi punto de vista, resulta la de menor importancia en términos de lo que es realmente necesario. Esta es la fase en la que presionas el disparador, en la que pulsas el botón de tu spray de pimienta, en la que solicitas ayuda, o en la que realizas cualquier otra acción. ¡No me malinterpretes! Tienes que ser capaz de actuar enérgicamente. Has de desarrollar una capacidad sólida y precisa para apuntar y disparar con tus armas largas y cortas desde una amplia variedad de posiciones/posturas y en cualquier circunstancia.

Analicemos este aspecto detenidamente. Si se te proporcionara la instrucción justa y suficiente para poder pilotar decentemente un avión de combate F-15 Strike Eagle, simplemente despegar desde la pista y surcar los cielos, y además se te enseñara correctamente cómo se dispara un misil, sencillamente pulsando el botón rojo de la palanca de vuelo [joystick], ¿te considerarías preparado para afrontar un combate aéreo? El combate que tiene lugar en los 360 grados del espacio aéreo implica hacer frente a múltiples amenazas simultáneamente al mismo tiempo que se clasifica constantemente todo tipo de información crítica y se sufren los factores fisiológicos y psicológicos asociados al vuelo en combate.

Para incrementar tus posibilidades de supervivencia en este entorno tan complejo bien podrías fabricarte una palanca de vuelo [joystick] casera para practicar cómo pulsar el botón de disparo de los misiles una y otra vez hasta conseguir hacerlo realmente rápido.

A los operadores les encanta enseñarles a los demás lo bien que conocen la relación entre dos trozos de metal (disparador y percutor) y tiran de una palanca (disparador). Irán corriendo hasta la línea de blancos para recoger cuidadosamente su blanco y lo sujetarán como si se tratara de un recién nacido. Lo guardarán como oro en paño y se lo enseñarán a todos, estén o no interesados, incluido al perro de sus vecinos, para que puedan apreciar su destreza a la hora de tirar de una palanca (presionar un botón rojo). A veces resulta cómico pero es así.

Si simplemente te dedicas a aprender a disparar correctamente un diminuto misil metálico (proyectil) con tu lanzador de misiles de mano (arma corta) o de hombro (arma larga) no estarás más preparado para el combate en la calle o en el campo de batalla que con tus recién aprendidas habilidades para pilotar.

En realidad, lo verdaderamente importante es todo aquello que te conduce hasta el punto de tener que lanzar tal misil. Tus observaciones, orientación y decisiones son las que te permiten con una acción relativamente pequeña por tu parte marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso, la vida o la muerte.

Tanto pilotando un F-15 como empleando un arma de fuego una vez hayas pulsado el botón de disparo o presionado el disparador ya no vas a poder influir sobre dónde va a impactar ese misil. Éste se comportará tal y como determine su programación y las inalterables leyes de la física.

Si tuvieras la oportunidad de hablar con los hermanos Gracie te confirmarían que sus vídeos sobre Jiu-Jitsu Brasileño más vendidos son aquellos sobre la sumisión/sometimiento del contrario, los últimos de la serie completa. Este apetito por aprender la sumisión/sometimiento (presionar el disparador) es tremendo. Nadie dice que la sumisión/sometimiento no sea parte del paquete completo de técnicas, pero los Gracie te dirán que «la posición va antes que la sumisión/sometimiento». Antes de someter a alguien existe una secuencia a seguir. Primero has de mantener el equilibrio y una distancia adecuada respecto a tu oponente, en el momento oportuno cerrarás la distancia hasta tu oponente para llevarlo al suelo, establecer una posición dominante sobre él y entonces someterle (obligarle a abandonar, infligirle dolor hasta un punto en el que ya no pueda resistir o estrangularle hasta la pérdida de consciencia).

Si observas al mayor luchador por sumisión del mundo, Rickson Gracie, te darás cuenta que no varía demasiado su rutina. Generalmente Rickson termina por estrangular a sus oponentes empleando la misma posición dominante y la misma técnica de estrangulación. ¿Por qué continúa invicto tras más de 400 combates de vale tudo (MMA)? ¿Por qué sus oponentes no logran simplemente contrarrestar la estrategia que emplea una y otra vez?

Creo que todo es debido a su dominio absoluto sobre el tiempo y el espacio y no a la relativamente sencilla posición y final. Se trata del juego dentro del propio juego, el Ciclo OODA en acción.

A lo largo de los años he tenido la oportunidad de trabajar con muchos tiradores cuya fase de acción de su desarrollo personal está perfectamente afinada. Su habilidad para disparar con una pistola, una escopeta o un fusil sobre papel y metal es literalmente de primera división, superando con creces a cualquier miembro de nuestro personal docente si las únicas variables de medida son la velocidad y precisión para batir blancos de papel o metal, y no auténticas amenazas. Desde luego no se trata de nada malo, pero puede conducir a una falsa sensación de seguridad y competencia. Cuando se trabaja con armas y todos tienen la fuerza letal al alcance de la mano con la sola pulsación de un botón, se pierde el control de la situación salvo que se comprendan, dominen y apliquen sistemáticamente todas las fases del Ciclo OODA.

Un funcionamiento suave del Ciclo OODA se traduce en una buena conciencia de la situación [situational awareness]. La conciencia de la situación representa aquella habilidad para obtener, poner en orden y almacenar datos en un entorno flexible y dinámico, al mismo tiempo que se pueden predecir con cierta exactitud futuros acontecimientos basándose en dichos datos.

La capacidad para predecir futuros acontecimientos en un entorno táctico constituye un poderoso activo que interesa mucho incluir en tu arsenal personal.

Atentamente,

-Ken J. Good-

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