¿Dónde atacará el Estado Islámico después de fracasar en Oriente Medio? No le quites el ojo al Sur de Asia.

Con la cada vez más próxima derrota del ISIS en Irak y Afganistán se abre una brecha en cuanto a dónde atacará la próxima vez, porque aún derrotado no parece que vaya a desaparecer. El hecho de tener a un enemigo más o menos localizado sobre un territorio permite combatirlo directamente, pero si su localización pasa a ser una incógnita estarán en disposición de sorprender y ocasionar graves daños. Ya veremos cómo evolucionan los acontecimientos.

 

(Reproducción del artículo en español publicado en War Is Boring con fecha 6 de octubre de 2017, traducción del original en inglés escrito por David Batashvili)


 

 

¿Dónde atacará el Estado Islámico después de fracasar en Oriente Medio?

No le quites el ojo al Sur de Asia

El Estado Islámico pronto dejará de existir como un ente territorial en Siria e Irak. A pesar de ello, el ISIS podría conservar su potencial para alterar el sistema internacional y eliminar las fronteras estatales, como hizo temporalmente en Siria e Irak. El Sur de Asia es la región más amenazada por el grupo terrorista.

Más allá de su actualmente sitiado y condenado núcleo, el ISIS es una red internacional terrorista y guerrillera, unida por su ideología yihadista. El propósito de esta red es transformarse a si misma en un vasto imperio totalitario.

El ISIS tiene franquicias con diferente poder en varios países, pero la mayoría de ellas se encuentran irremediablemente limitadas por realidades objetivas de geografía y demografía. Pueden continuar causando problemas durante mucho tiempo, incluso pueden hacerse más fuertes temporalmente, pero nunca podrán convertirse en núcleos de un ente geopolítico verdaderamente expansionista.

Un requisito necesario para tal núcleo radica en el apoyo de una gran población suní. La mayoría de los musulmanes suníes no apoyan al ISIS, pero al mismo tiempo constituyen el único grupo demográfico donde el ISIS posiblemente puede reclutar adeptos.

Como demostraron los bolcheviques en Rusia ─o, de hecho, como demostró el propio ISIS en 2014─, una minoría bien organizada, dedicada y violenta puede imponer un régimen totalitario a la mayoría de la población.

Una vez que tal régimen se haya apoderado de una determinada zona, utiliza una represión brutal y un adoctrinamiento de masas para controlar a la población. Acto seguido explota a la población mediante impuestos y reclutamiento militar para mantener el esfuerzo de guerra exterior del régimen.

Otro requisito para el potencial núcleo geopolítico de los yihadistas radica en que necesita disponer de un espacio para la expansión. Incluso un grupo jihadista más que competente no logrará un gran impacto si la realidad geográfica lo restringe a una única zona limitada. Tarde o temprano, sus enemigos se reagruparán y acabarán con tal franquicia jihadista aislada.

La Península del Sinaí ─hogar del grupo terrorista afiliado al ISIS llamado «Provincia del Sinaí»─ es un claro ejemplo de un lugar que no ofrece un futuro prometedor para los yihadistas que allí se encuentran. Otros ejemplos incluyen Somalia, Yemen y Libia.

Quizás el caso más grotesco se dé en Filipinas. Allí un grupo terrorista afiliado al ISIS está luchando contra las fuerzas gubernamentales en una isla de esta nación archipiélago con una mayoría de población no musulmana. Estos jihadistas pueden llevar la miseria a ciertas partes de Filipinas, pero desde la perspectiva de sus ambiciones globales la insurgencia en esa apartada zona resulta inútil.

Por supuesto, la Media Luna Fértil [Fertile Crescent] es otra cuestión completamente diferente. La región es una de las cunas de la civilización y comprende las dos capitales del califato árabe medieval ─Damasco y Bagdad─. Además incluye una gran población suní que se vio afectada por la guerra civil en Siria y disgustada con la dominación chiíta en Irak.

En la cabecera, combatiente anti-ISIS en Ar Raqqa, Siria. Sobre estas líneas, combatiente islamista en Filipinas. Fotos de Wikipedia.

Asimismo, la Media Luna Fértil tiene acceso geográfico a otras zonas suníes. Todo esto se resume en el escenario adecuado para lanzar un proyecto imperial totalitario sobre el que los jihadistas sueñan.

Estos factores le dieron a la blitzkrieg [guerra relámpago] del ISIS de 2014 mayor importancia geopolítica que a cualquier otro éxito jihadista que se haya producido antes o desde entonces. Es por eso que la respuesta a la expansión del ISIS fue vigorosa, incluso hasta el punto de alinear temporalmente las acciones estadounidenses e iraníes en Irak.

Dado que el ISIS se empeña en ser mortal enemigo de todo el mundo, todo el mundo se ve obligado a ser enemigo del ISIS. La mayor parte de las potencias importantes del mundo tomaron medidas contra el «califato» en un momento u otro, además de todas las facciones locales tanto en Siria como en Irak. Como consecuencia, el estado de facto del ISIS en la zona de la Media Luna Fértil se encuentra actualmente próximo al final de su existencia.

No obstante, existe otra parte del mundo en la que el Daesh cuenta con potencial para lograr una grave relevancia geopolítica ─la parte norte del Sur de Asia─. Las zonas suníes de esta región, principalmente en Pakistán, tienen una historia tan rica como la de la Media Luna Fértil ─ambas regiones tienen una historia como cunas de la civilización y como antiguos núcleos imperiales musulmanes─. Y su población es mucho mayor.

Partes muy significativas de esta gran población no están modernizadas ni en sus condiciones de vida ni en su visión del mundo. En algún momento, pueden ser vulnerables a la subversión y propaganda del ISIS.

Afganistán está sumido en una guerra interna, que no va a terminar pronto. En Pakistán, las élites relativamente seculares mantienen el control, pero incluso dentro de estas élites no hay un consenso en cuanto a la postura de la nación frente a las organizaciones islamistas radicales. La sociedad del país constituye una complicada mezcla, que incluye grandes grupos que son profundamente conservadores, pobres y analfabetos.

En general, Pakistán no es demasiado estable políticamente. Cualquier tensión social seria puede proporcionar a los yihadistas una oportunidad que aprovechar. Mientras tanto, Cachemira se encuentra en un estado permanente de insurgencia contra la India ─en base a su identidad musulmana─.

Estas son vulnerabilidades importantes. Y el ISIS ya se está asentando en la región. Su franquicia, llamada Provincia de Khorasan, logró hacerse con el control territorial sobre partes del Este de Afganistán en 2015. Desde entonces ha convertido la guerra en Afganistán en un conflicto con tres bandos, al sumarse al gobierno del país y a los Talibán. La Provincia de Khorasan también dispone de insurgentes dentro de Pakistán, y está reclutando activamente en Bangladesh y la India.

Las realidades demográficas del norte del Sur de Asia implican que si los socios locales del ISIS se hicieran con un territorio considerable, tendrían el potencial de hacerse con el control de una población mucho mayor que el ISIS en Siria-Irak. Dado que una mayor población bajo el control yihadista les proporciona mayores recursos a través de impuestos y reclutamiento militar, un ente del ISIS en el Sur de Asia podría ser aún más peligroso que aquel con el que se está acabando actualmente en la zona de la Media Luna Fértil.

Es difícil predecir cuál será exactamente el destino de la red internacional del ISIS una vez que el califato en Siria-Irak finalmente deje de existir. Puede que la legitimidad de la organización quede en entredicho ante los ojos de la comunidad jihadista global.

O puede que esta red internacional continue sus actividades con solidez, pero sin embargo no logre un éxito significativo en el Sur de Asia. Tales escenarios son factibles. No obstante, debido a las vulnerabilidades de esta región, también son factibles otros futuros menos optimistas. La amenaza es real.

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