El control de los sangrados en entorno táctico (I): el torniquete. Por Juan I. Carrión.

military-combat-application-tourniquet-the-c-a-t-bean-used-by-british-e0c0exHola a todos. Siguiendo con la línea de mi artículo anterior sobre la conveniencia de entrenamiento de esta naturaleza para personal de las Fuerzas Armadas, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad o personal dedicado a la Seguridad Privada, voy a tratar de resumir el apartado dedicado al control de los sangrados en entorno táctico o de combate, centrándome en este prime artículo en el empleo del torniquete.

Como dije en ese artículo, es un hecho demostrado que la primera causa de muerte evitable en este tipo de entornos es la hemorragia exanguinante que posteriormente deriva a un shock hemorrágico y a la muerte del individuo. Las hemorragias exanguinantes normalmente están asociadas a sangrados arteriales en donde el volumen de sangre perdido  por minuto puede llegar a ser tan alto como para llevar a la muerte a una persona en tan sólo tres minutos (experimentos científicos realizados con cerdos así lo atestiguan).

Voy a explicar rápidamente y de una manera sencilla lo que ocurre ante un sangrado de estas características. El cuerpo humano es capaz de compensar la pérdida de sangre hasta cierto punto. Nuestro organismo tiene elementos para intentar disminuir los efectos de esa pérdida: el aumento del ritmo cardíaco y de la respiración para aumentar el intercambio gaseoso con los glóbulos rojos que quedan, la contracción de los vasos sanguíneos periféricos para concentrar la sangre en los órganos principales, etc… pero llega un momento (normalmente cerca de la mitad del volumen sanguíneo total) que ya no puede afrontar la pérdida sanguínea y sobreviene el shock o lo que es lo mismo, la falta de el intercambio gaseoso en los tejidos y su consecuente malfuncionamiento que deriva (si no se pone remedio) en la muerte. Es por ello que el control de esos sangrados debe realizarse de manera precoz y agresiva para limitar la pérdida al mínimo posible – “cada hematíe cuenta”.

Pero se debe tener presente que hay ciertos sangrados que son NO controlables prehospitalariamente: los sangrados internos. Ante la sospecha de un sangrado interno, la mejor solución es la evacuación urgente del herido a un centro hospitalario a ser posible en un vehículo de emergencias sanitarias que sea capaz de paliar los efectos de ese sangrado en el herido.

Entonces, ¿qué sangrados podemos y debemos controlar? Pues principalmente los sangrados exanguinantes en extremidades y en la unión de esas extremidades con el tronco (base del cuello, axilas, zona inguinal, perineo, glúteos). El control se realizará por medio de dos herramientas rápidas y muy efectivas: el torniquete y los agentes hemostáticos.

¡Importante! Estos procedimientos están indicados para el control de sangrados de riesgo vital (arterial normalmente) en situaciones tácticas o de combate.  Para los sangrados que se producen en situaciones cotidianas hay que seguir los parámetros marcados por los protocolos de trauma civil: presión directa, elevación del miembro y el último caso, torniquete.

EL TORNIQUETE

Tradicionalmente se ha considerado al torniquete como una “mala opción” para el control de los sangrados. Como he mencionado antes, los protocolos de trauma civiles desaconsejan su uso limitándolo prácticamente a las situaciones de heridos con amputaciones. Normalmente la mala fama del torniquete viene derivada de una mala práctica en donde, el empleo de torniquetes improvisados mal utilizados, ha derivado en amputaciones de un miembro en principio sano.

Los avances médicos derivados de las guerras de Irak y Afganistán y los estudios realizados de ambas guerras sobre heridos que recibieron torniquetes para el control de sangrados de riesgo vital en las extremidades han cambiado por completo el concepto que se tenía sobre ellos, llegando a establecerse en combate como primera medida de control de sangrados exanguinantes en extremidades. (Ver estudio de Kragh y col. “Practical Use of Emergency Tourniquets To Stop Bledding in Major Limb Trauma”. The Journal of Trauma Feb 2008)

¿Qué es lo que ha cambiado tanto? Principalmente el diseño de los torniquetes. Los estudios realizados muestran que el torniquete ideal debe tener un grosor de al menos 5 cm. de ancho, de material resistente y provisto de una varilla de compresión con un sistema de anclaje para evitar que se afloje. Modelos como el CAT de la empresa Composite Resources (http://combattourniquet.com/) y el SOFTT-W de la empresa Tactical Medical Solutions (https://www.tacmedsolutions.com) son ampliamente utilizados por fuerzas militares y policiales en todo el mundo.

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Si debe improvisarse uno, es muy importante intentar respetar la anchura de la cinta de compresión para evitar daños irreparables en los tejidos comprimidos por una cinta más fina (no emplear nunca cables o cuerdas).

Los torniquetes diseñados ex profeso tienen la posibilidad de ser colocados con una mano por el mismo herido (requiere entrenamiento, pero se aprende con facilidad). Deben de colocarse siempre en la extremidad entre la herida y el tronco a una distancia de unos 5 a 7 cm. por encima de la lesión, aunque normalmente se enseña que en una situación de combate/enfrentamiento armado, el torniquete sea colocado lo más alto posible en la extremidad para evitar tener que estar buscando dónde se encuentra la herida (en medio de un combate no hay tiempo para esas cosas). Debe de apretarse hasta cortar por completo el riego sanguíneo en la extremidad (arterial y venoso) sin consideraciones sobre el dolor que se le está produciendo al herido (los torniquetes duelen, pero es peor morir desangrado). Una vez detenido el sangrado, se asegura la varilla de apriete y si se dispone de tiempo, se anota la hora de colocación. (Nota: deben estudiarse y entrenarse las instrucciones específicas sobre colocación del torniquete que se vaya a emplear operativamente)

¿Por qué anotar la hora de colocación? La principal razón es que los estudios han demostrado que es prácticamente nulo el daño al miembro que recibe un torniquete si el tiempo de aplicación es inferior a dos horas, por lo tanto, el personal sanitario debe de saber cuándo ha sido colocado ese torniquete para poder valorar daños subsecuentes en el miembro.

Si con un torniquete no se detiene el sangrado, deberá colocarse un segundo justo por encima del primero y apretarse hasta detener la hemorragia.

Los torniquetes generalmente están diseñados para ser de un solo uso. La mayoría de los fabricantes aseguran la efectividad del torniquete cuando se utiliza por primera vez. Después de esa, los materiales de los que está compuesto sufren un desgaste y un daño que pueden provocar el fallo o la rotura del mismo cuando se intenta poner por segunda vez. Hay algunos ejemplos de “reutilizables” (según la empresa fabricante) como el SOFTT-W pero no está demostrado en casos reales que sea así.

¿Dónde deberían llevarse los torniquetes? Pues dada la urgencia de la situación a la que se enfrenta el operador, tanto si es detener una hemorragia de riesgo vital propia como la de un compañero, lo aconsejable sería llevar el torniquete siempre encima, en una posición que permitiera alcanzarlo con cualquiera de las dos manos (nunca se sabe cuál se va a tener disponible). Las posiciones cerca de la línea media del cuerpo son las mejores, pero todo dependerá de la equipación estándar que se disponga (chaleco portamedios, uniformidad, ceñidor…) y de las normas que haya que cumplir dependiendo de para quién se trabaje. A las malas, se puede llevar en el bolsillo lateral del pantalón, y si son dos (uno en cada bolsillo), mejor. Si se trabaja en equipo, lo recomendable es que todos los miembros del equipo lo lleven en el mismo sitio (lo de que estén entrenados en su uso lo vamos a dar por supuesto) para que si un operador tiene que emplear un torniquete sobre un compañero encuentre rápidamente el del herido y no utilice el suyo para la atención.

CONCLUSIÓN

El entrenamiento y uso del torniquete es una habilidad vital para los primeros intervinientes de las FCS y de los elementos de la Seguridad Privada dada la naturaleza de las misiones a las que se enfrentan. El cuerpo humano es un elemento relativamente resistente a los sangrados y la máxima de que “cada hematíe cuenta” debe encomiar a los operadores de estos grupos a desarrollar las habilidades necesarias para controlar cualquier tipo de sangrado controlable prehospitalariamente. Los tristes sucesos de tiradores activos y las agresiones con arma blanca son situaciones donde dichas habilidades pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte… y con la muerte no hay segunda oportunidad.

Gracias a todos por la atención.