Seis mitos de la formación policial que limitan el aprendizaje eficaz. Por Robert Bragg Jr.

Una de las claves para que el rendimiento y ejecución resulten adecuados en cualquier disciplina ─sea el combate con armas de fuego u otra─ radica en que la instrucción y/o adiestramiento sea adecuada, tanto como sea posible. Sin embargo, no siempre está claro qué es lo más adecuado, e incluso hay ocasiones en las que ni siquiera los entendidos se ponen de acuerdo.

Teniendo en cuenta que la disciplina del combate con armas de fuego supone prepararse para hacer frente a una situación en la que puede haber vidas en juego, y cuyo desenlace final podría depender en gran medida de si la instrucción y/o adiestramiento ha sido adecuada, se convierte en algo crítico y determinante buscar y encontrar, no solo las tácticas, técnicas y procedimientos (TTPs) más eficaces, sino también la metodología de instrucción y/o adiestramiento más adecuada. Máxime cuando no resulta ningún secreto que, por ejemplo, la formación con armas de fuego en las academias de policía quizás no sea adecuada.

En el número 288, con fecha 10 de agosto de 2015, del boletín Force Science News [Noticias Ciencia de la Fuerza], que publicaba bimensualmente el Force Science Institute [Instituto Ciencia de la Fuerza] que preside el Dr. Bill Lewinski, se incluía un interesante artículo que evidencia algunas cuestiones que el autor considera mitos sobre la instrucción y/o adiestramiento en el combate con armas de fuego. A continuación se reproduce la traducción al español de dicho artículo, con nuestros comentarios. La traducción y publicación de este artículo cuenta con la autorización de Scott Buhrmaster, vicepresidente Force Science Institute.


6 mitos de la formación policial que limitan el aprendizaje eficaz

Por Robert Bragg Jr. 10 de agosto de 2015.

A medida que la formación policial avanza con una base más científica, ciertos conceptos ampliamente aceptados en la enseñanza de las habilidades físicas son tachados de mitos que realmente dificultan el aprendizaje y, lo que es más importante, la retención del mismo.

Robert Bragg Jr., director de formación física, uso de la fuerza y armas de fuego en la escuela de la comisión de formación en justicia criminal del estado de Washington [Washington State Criminal Justice Training Commission’s academy], evidenció algunas de estas suposiciones erróneas durante una presentación sobre la aplicación de la ciencia a la instrucción de habilidades psicomotrices en la última conferencia anual de la asociación internacional de instructores y formadores policiales [International Law Enforcement Educators and Trainers Association (ILEETA)]. Hace poco nos explicó detalladamente este asunto en una conversación con Force Science News.

«Confiar en mitos que normalmente están perpetuados en la formación puede resultar más que una simple pérdida de tiempo», dice Bragg. «Pueden parecer lógicos y probados en el tiempo. Pero en realidad crean un espacio entre lo que funciona en el gimnasio y lo que se necesita en el mundo real. Pueden llevar a los policías a desarrollar una falsa sensación de seguridad por sobreestimar sus capacidades».

COMENTARIO: Sin lugar a dudas la responsabilidad recae en los instructores, que son los que principalmente se encargan de perpetuar mitos y leyendas, normalmente inconscientemente. La autoridad con la que suele ejercer su labor un instructor, en el que el alumno posiblemente deposita su confianza y al que normalmente considera una eminencia a la que creer a pies juntillas, favorece esta circunstancia y puede llegar a generar cierto efecto placebo por el que el alumno crea ser mejor de lo que es o estar mejor preparado de lo que realmente está, al mismo tiempo que niega la posibilidad de que lo aprendido pueda resultar erróneo u obsoleto y que haya algo más adecuado o eficaz. Por tanto, mejorar la formación pasa por contar con instructores más y mejor preparados. Y no es cuestión que los que hay actualmente no estén preparados o sean malos, sino que puede que en algunos o muchos casos su preparación no sea la adecuada. Existen demasiados instructores de tiro cuya única formación consiste en un curso de instructor de tiro.

Con 35 años de experiencia en el ámbito de la formación y un máster en fisiología del ejercicio y medicina deportiva, Bragg define «habilidad» como «la capacidad de llegar a un resultado final deseado con la mayor garantía y el menor gasto de energía y/o tiempo posibles».

Bragg identifica seis creencias y prácticas que dice que debilitan la capacidad de los policías para captar y retener habilidades físicas que podrían ser decisivas en enfrentamientos a vida o muerte. «Como instructor», dice, «probablemente no dispongas de más tiempo del que tienes actualmente asignado para formar a los policías, así que has de aprovechar al máximo el tiempo del que dispongas utilizando la ciencia del aprendizaje motor y el rendimiento para mejorar la formación que impartes».

MITO Nº. 1: La práctica perfecta lleva al rendimiento perfecto.

Este tópico tan repetido habitualmente «sugiere que existe «una» repetición perfecta que se puede practicar una y otra vez en un entorno predecible y estable sin variables», dice Bragg. «En un deporte como la gimnasia, eso puede ser posible, pero el trabajo policial es lo máximo en variabilidad. En lugar de repetir el mismo movimiento una y otra vez, tienes que desarrollar tu capacidad de cambiar y adaptar tus habilidades físicas para superar una amplia variedad de situaciones que son difíciles de predecir».

«En lugar de intentar realizar a la perfección la posición isósceles o la Weaver, que probablemente nunca utilizarás en enfrentamientos de la vida real, sería mejor que desarrollaras tu experiencia en disparar bajo estrés desde muchas posiciones diferentes en muchos entornos diferentes con muchas condiciones diferentes. Puede que no siempre actúes a la total perfección, pero puedes aprender a actuar lo suficientemente bien como para cumplir el cometido».

COMENTARIO: buscar la perfección en el entrenamiento no está reñido con practicar la variabilidad y el estrés de las situaciones. Quizás ahí esté la clave de la formación adecuada, aquella que permita actuar de la mejor forma posible en la peor situación probable. Si tanto se insiste en el dominio de los principios básicos del tiro es porque algo tienen que ver en el resultado de un enfrentamiento armado y la cuestión es que exista una progresión en el adiestramiento (gatear, andar, correr) y escapar de la idea de que existe un adiestramiento avanzado.

MITO Nº.2: Practicar lentamente un movimiento que requiere ser realizado con rapidez resulta beneficioso.

«Puede que esto tenga cierta utilidad en la primera etapa del aprendizaje, para ayudarte a comprender los movimientos motores que conlleva una nueva técnica», dice Bragg. «Pero dedica muy poco tiempo a practicar lentamente, especialmente cuando suponga movimientos enérgicos».

«Las exigencias neuromusculares de una percepción y movimiento lento frente a uno rápido son muy diferentes, y una práctica lenta no se traduce de forma eficaz en una ejecución rápida. Tu cerebro intenta mantener el ritmo con la retroalimentación a la que está acostumbrado con el ritmo más lento y eso lo satura rápidamente. Es como practicar únicamente tai chi lentamente y a continuación intentar combatir a velocidad real».

«En el trabajo policial hay muy pocas acciones que se basen en una habilidad que tengan lugar a velocidad lenta. Entrena a la velocidad a la que tengas que actuar, utilizando escenarios realistas con figurantes. A través de repetir ensayo y error finalmente aprenderás lo que mejor te funciona y cómo hacerlo. Tu retención mejorará cuando tu entorno de prácticas reproduzca las condiciones en las que se espere que vayas a actuar en la vida real».

COMENTARIO: con esto el Sr. Bragg se refiere a evitar que se interprete al pie de la letra aquello de «lento es suave y suave es rápido» [slow is smooth and smooth is fast], que en el refranero español podría ser algo así como «vísteme despacio que tengo prisa». Literalmente parece que hay que hacer todo muy despacito, como a cámara lenta, para que fluya suavemente y se llegue a ejecutar a gran velocidad.

En realidad, como dice Bragg, en el aprendizaje de un movimiento se empieza lentamente y se va ganando velocidad a medida que se practica ese movimiento lentamente, sin que ello suponga perder suavidad. La velocidad no se busca, sino que se encuentra, a base de practicar para conseguirla.

Cada uno intenta ir lo más rápido que puede, pero a su ritmo, sin acelerarse porque entonces las cosas no salen. Por mucho que quieras correr no vas a poder hacerlo por encima de tus posibilidades y llegar a correr más rápido no consiste simplemente en intentar hacerlo más rápido, pero tampoco se trata de ir dando pasos lentamente. Se empieza lentamente y se va ganando velocidad con la práctica.

MITO Nº. 3: La instrucción en bloque acelera el aprendizaje.

«Las habilidades motoras de mucha carga como el tiro, conducir y la defensa personal se suelen enseñar en forma de bloques, es decir, sesiones intensas metidas con calzador en las que se espera que los policías capten las técnicas lo suficientemente bien como para reproducirlas poco después y demostrar que se han «aprendido». Pueden pasar meses o un año antes de que su ejecución vuelva a ponerse a prueba», dice Bragg.

«A corto plazo parece que el aprendizaje sucede más rápido, pero a largo plazo la tasa de retención de aquello que suponga habilidades físicas resulta muy pobre».

«El aprendizaje «distribuido», en el que la instrucción y la prácticas de refuerzo se producen a lo largo del tiempo, funciona mucho mejor. Mini-entrenamientos en sesiones espaciadas y cortas, digamos 15 minutos una vez a la semana, suelen mejorar radicalmente la retención de una habilidad. Puede que sea necesaria cierta flexibilidad y creatividad con la programación de las sesiones, pero los resultados merecen la pena».

COMENTARIO: Esto mismo de lo inadecuado de la enseñanza en bloque se recoge también en un estudio revelador, que plantea serias deficiencias en la formación con armas de fuego de la academia. El problema es que esa es precisamente la práctica habitual y no parece que vaya a cambiar fácilmente. Además, muchos programas de formación consisten simplemente en realizar los ejercicios de tiro establecidos que vienen en el programa sin que parezca existir un objetivo de aprendizaje más allá de alcanzar los mínimos marcados o repetir el ejercicio.

Hace años que se habla de la formación basada en competencias y ese quizás sea un buen modelo a desarrollar en los programas de formación con armas de fuego, con la mirada puesta en la competencia de adquirir la competencia (valga la redundancia) adecuada con las armas de fuego.

Hacen más un par de horas al mes de entrenamiento en el campo de tiro que un entrenamiento semestral de doce horas, y mejor aún una horita cada dos semanas, o media horita semanal. El cómputo global es el mismo pero el resultado es diferente.

MITO Nº. 4: La retroalimentación continua e inmediata acelera la mejoría.

Bragg cree que la ciencia demuestra que un instructor que ofrece críticas continuas e inmediatas sobre la ejecución de un alumno «programa a su aprendiz a depender de la retroalimentación externa y no le obliga a «buscar» la retroalimentación de su propio cuerpo y comportamiento, lo cual ha de hacer finalmente en la realidad de la calle».

«Un instructor realmente bueno no dice demasiado. Te obliga a responder preguntas por ti mismo: «basándote en la información que acaba de darte el cuerpo, ¿qué crees que ha pasado?» Tienes que aprender a autodiagnosticarte, porque entonces sabrás cómo corregirte tú mismo, incluso en mitad del combate cuando no haya nadie allí para corregirte».

«La retroalimentación que se realiza de forma intermitente y retardada resulta más provechosa para la retención de una habilidad».

COMENTARIO: Si es el instructor el que le dice al alumno lo que ha de hacer en cada momento, el alumno se convierte en un robot que únicamente hace lo que le dice el instructor, sin ser consciente siquiera de ello, lo que lleva a anular al alumno. Extraigan el arma, introduzcan el cargador, monten el arma, aleta del seguro en posición de disparo, adopten la posición, fuego. Demasiadas instrucciones para un alumno que en su vida diaria porta un arma y ha de saber manejarla.

El instructor explica lo que hay que hacer, demuestra cómo se hace y, a continuación, lo hace el alumno bajo la supervisión del instructor que le explica sus errores; acto seguido, el alumno ya sabrá lo que tiene que hacer, cómo hacerlo, qué errores comete y cómo corregirlos.

Todo ello llevado a la inoculación de estrés en el entrenamiento supone que al alumno no se le esté continuamente corrigiendo, ni siquiera buscando el fallo.

MITO Nº.5: Los músculos tienen recuerdos.

«La «memoria muscular» es una expresión pegadiza», admite Bragg, «pero sugiere que los músculos son la única cosa implicada en el dominio de una habilidad física. Se trata de un concepto que normalmente va acompañando a la corriente de la enseñanza en bloque, y te hace creer que todo lo que importa en el aprendizaje son las repeticiones».

«Para aprender realmente, todo tu sistema nervioso tiene que estar implicado, el cerebro y la red neuromuscular».

«Cuando estás aprendiendo una nueva habilidad física, tiendes a parecer anquilosado y actuar como un robot. Con el paso del tiempo, entrenas al cerebro para que active únicamente los músculos que sean necesarios para realizar los movimientos deseados y te deshaces de lo innecesario, de tal forma que todo resulte más fluido y eficiente».

«Tienes que mantenerte involucrado mentalmente. En cuanto el cerebro ya no esté implicado, sencillamente vas a llevar a cabo los movimientos. Dejas de aprender».

COMENTARIO: Para llegar a ejecutar un movimiento casi automáticamente, de forma subconsciente, primero es necesario haberlo asimilado perfectamente de forma consciente, con la total intervención del cerebro, hasta que se establezcan las conexiones neuronales oportunas o lo que sea y así adquirir el nivel de habilidad llamado competencia inconsciente.

MITO Nº. 6: La repetición es la clave del aprendizaje.

Olvida las teorías de que lleva 3.000 repeticiones aprender una nueva técnica física o 10.000 horas de práctica llegar a dominarla, advierte Bragg. «Las personas tienen una capacidad diferente y aprenden a un ritmo diferente. Sí, la repetición es fundamental, tienes que hacer repeticiones, pero lo que haces antes y después de la repetición puede que sea más importante para el aprendizaje que la mera repetición en sí».

Bragg recomienda esta estrategia: «Forma una imagen mental de los movimientos que quieras hacer. Imagina y siente los movimientos antes de hacerlos. A continuación hazlos. Entonces analiza cómo los hiciste. ¿Hasta qué punto tu ejecución se ajusta a tu imaginación? ¿Estabas atento a las cosas adecuadas? Eso hace que una repetición tenga valor, no simplemente llevar a cabo los movimientos».

«Este puede ser un proceso laborioso, mucho más difícil que creer que únicamente con hacer muchas repeticiones vas a mejorar por arte de magia. Aprender una habilidad física requiere un trabajo mental. Pero en un momento dado verás cómo tu ejecución llega a ser automática de forma consistente y se puede reproducir sin pensar conscientemente cuando te encuentres sujeto al estrés del mundo real».

«Sin embargo, eso no quiere decir que llegues a un punto en el que puedas permitirte dejar de aprender. El aprendizaje motor es un proceso que nunca termina».

COMENTARIO: La imaginación o visualización mental es una técnica de aprendizaje utilizada en muchas disciplinas que permite mejorar el rendimiento y ejecución de los movimientos así como el proceso de toma de decisiones. Lo mejor de todo es que esta técnica puede aplicarse aun sin llegar a realizar realmente los movimientos o decisiones.

Repetir por repetir, sin comprender lo que sucede, por qué se hacen las cosas y cuál es su objetivo, puede resultar una pérdida de tiempo. Así sucede con algunas TTPs, como, por ejemplo, la de escanear y evaluar el entorno, que pueden acabar convirtiéndose en un baile o teatro inútil si no se realiza adecuadamente.

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