La verdad sobre el éxito, por Mike Fleetham.

Supongo que todos queremos éxitos en nuestras vidas, pero ¿qué tipo de éxitos? ¿qué consideramos un éxito? A día de hoy tener trabajo constituye todo un éxito. Hay muchos tipos de éxitos y el mero hecho de determinar qué se puede considerar éxito no es tan sencillo. Por eso este artículo resulta interesante en cierto modo, aunque a priori no guarde demasiada relación con el combate con armas de fuego.

En el artículo The Truth about Success, que Mike Fleetham (formador y asesor educativo, creador de Thinking Classroom) publicó en 2014 en su web ─y nos autorizó a traducir y publicar aquí─, se plantean algunas cuestiones en torno al éxito desde el punto de vista de la enseñanza/aprendizaje.


Un artículo que te inspirará para pensar sobre el auténtico significado del éxito: sobre su amplitud, profundidad y altura y cómo una mente enriquecida hacia el éxito puede ayudar a tus alumnos a llegar más lejos.

 

El éxito depende del esfuerzo (Sófocles).

En mi vida he fracasado una y otra y otra vez y eso es por lo que tuve éxito (Michael Jordan).

 

¿Qué es el éxito? ¿Qué tiene que ver con los estándares? ¿Y cómo se presenta a sí mismo en el aula?

 

Ordena estas 5 personas en función de cuánto éxito tuvieron o tienen (como lo sientas, no hace falta que elabores tu respuesta): Bill Gates, Madre Teresa de Calcuta, Adolf Hitler, Rowan Atkinson (Mr. Bean), Margaret Thatcher.

¿A quién pusiste el primero? ¿y el último? ¿y entre medias? Tus respuestas y tus motivos (y aquí no hay respuesta correcta o incorrecta) revelan tus convicciones sobre el éxito: ¿Bill Gates primero económicamente (o filantrópicamente)? ¿Rowan Atkinson primero por desprender alegría? ¿Hitler primero por su fuerte influencia? ¿Madre Teresa primero por su dedicación a los demás? En realidad cada una de estas personas podría considerarse «la de mayor éxito» si el «criterio de éxito» aplicado para evaluarlas se relacionara con sus mayores logros en la vida.

 

Éxito vs. Estándares

El éxito reconocido públicamente encoge y se reduce, cuando en realidad tiene que crecer y ampliarse. El éxito significa sacar buenas notas, ir a la universidad y después asegurarse un trabajo bien remunerado (o ganar un concurso nacional para talentos). Todo eso es valioso y digno, pero ¿qué pasa si eres un estudiante cuyos puntos fuertes no llevan aparejada una buena nota? ¿qué pasa si destacas en formas que no se pueden medir fácilmente y valorar en un listado colgado en el tablón de la clase en el mes de agosto? ¿qué pasa si tu camino te lleva al mundo real en lugar de a una institución académica? El reto para las escuelas radica en los estándares impuestos que valoran únicamente un subconjunto de las formas en las que los alumnos pueden desarrollarse, tener éxito y contribuir.

 

La Diversidad del Éxito

Las escuelas de mayor éxito académico en las que trabajo incluyen sus programas extra-curriculares como parte integral de su evaluación del éxito. Cuanto más amplio es el currículo, mayor es la probabilidad de encontrar un lugar en el que tener éxito. Sir Christopher Ball sostiene que cada persona debería disponer al menos de «un tremendo éxito de aprendizaje». Cuantas más oportunidades, más probable es que esto suceda. Y Howard Gardner propone que cada elemento en la diversidad de la inteligencia resulta valioso por igual. Tenemos que enriquecer nuestras creencias sobre el éxito y ajustar convenientemente nuestras palabras y acciones. También tenemos que desafiar a aquellos que limiten a nuestros alumnos por su propia definición restrictiva del éxito. El éxito es amplio, profundo y alto.

 

Fracaso y Mentalidad

Una vez hemos revisado y ampliado nuestras definiciones del éxito, tenemos que ayudar a nuestros alumnos a encontrar sus puntos fuertes y creer en su potencial. También debemos ayudarles a desarrollar la determinación y resiliencia para alcanzar este potencial. Carol Dweck explica cómo la mentalidad incluye finalmente en el éxito. Una mente abierta (en crecimiento) resulta más propicia para alcanzar su potencial; una mente cerrada (inamovible) lo es menos. Una mente cerrada evita el fracaso a toda costa y cuando fracasa aprende rápidamente cómo evitar que se repita. Una mente abierta acepta el fracaso como parte integral del éxito y explota cada fracaso por el aprendizaje que contiene; después aprovecha ese aprendizaje en su próximo intento. Considera que ese fracaso no es más que un tipo de retroalimentación. No lo temen, lo aprovechan.


Si una persona es fanfarrona y engreída, no propicia su propio éxito, el cual es más cuestión de cultivar la humildad y dejar el ego a un lado para aprender y así poder alcanzarlo. Eso sí, en el combate con armas de fuego, lo suyo es fracasar una y otra vez en el campo de tiro para garantizar lo más posible el éxito llegado el momento de la verdad. Pero también depende de ser lo suficientemente selectivo para escapar de vendehúmos y contar con buenas referencias y referentes.

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